Tercera Parte
De cómo gira el remolino, y lo que no esperamos.
De cómo gira el remolino, y lo que no esperamos.
Las cartas fueron el medio por el cual mantuve contacto con A~ todos los meses que estuvo fuera. Una vez al mes, aparecía el cartero en mi puerta trayendo una de las cartas de ella, claramente reconocibles pro las estampillas y sellos extranjeros. Me emocionaba cuando me llegaban esos sobres, y los leía lentamente, tratando de disfrutar cada letra, cada frase, cada intención plasmada en ellas. Después me volcaba a escribir la respuesta, para mandarla rápido y que la respuesta a ella volviera rápido también. Fue una buena época. Pero como sólo yo le escribía, era el encargado de contar lo que acá sucedía, tanto lo bueno como lo malo.
En ese tiempo N~ volcó una agresividad hacia mi persona, no de golpes o algo así, sino de tratar de embarrar todo lo que uno hacía, como que no era nada, y que mis cartas con A~ sólo eran porque ella estaba sola, y que no me pasara rollos con ella. Claramente yo no me pasaba rollos con ella, y él lo decía sólo para molestar y tratar de separar el trío de Los Tres (repito, nuestro grupo, no los artistas), cosa que hacía tiempo él quería, y el viaje en algo le ayudó. Yo en cierta forma hice mal en contarle a ella muchas de las conversaciones que teníamos R~, N~ y yo, porque sé que eran conversaciones de amigos, pero pensé que si no lo hacía yo, intentando mantener la verdad y la intención de esas conversaciones, posteriormente las podía contar él, N~, cambiando mucho las cosas. Y el tiempo me dio la razón al pensar así.
Ella en sus cartas me contaba lo que hacía, lo que conocía, las cosas diferentes, tanto en cultura, como costumbres, aparte del idioma, lo que la complicaba bastante, pese a que su hermano y su familia allá obviamente hablaba el idioma del país en el que se encontraba. Me contó de su viaje a un país vecino, en una travesía en ferry, en tren, en bus, muy entretenida. Me envió una foto de la fiesta que tuvieron en el barco, donde compartió con otras chicas de otros países muy distintos. Aún tengo esa foto, ella vestida de blanco, y las otras vestidas de negro. Cómo no iba a resaltar así? Recuerdo que en una oportunidad me contó que el remolino que se formaba en los lava platos, giraba en sentido contrario a como giraba en Chile. Un dato anecdótico, pero quizás en el plano de la física y la geología, muy importante.
Pasaron los meses, y pasaron muchas cosas. Y llegó el día en que ella volvió. Volvió casi inesperadamente. Justo cuando yo esperaba una respuesta a mi última carta, llegó ella y me la entregó de manera personal. Era fines del mes de julio, de ese mismo año. Ahora que lo veo hacia atrás, no fueron tantos meses los que ella estuvo fuera, pero pudo ser más. Su viaje, como dije, no era con fecha fija de regreso. Quizás por lo mismo volvió sin que ninguno de los amigos lo supiéramos. Pero estaba acá, en mi puerta, la misma que aún ocupo para entrar y salir de mi casa, esa negra con puntas en la parte superior. Esa misma, fue la que la recibió cuando llegó, cuando volvió, cuando regresó a su patria. Después hubo tiempo de contar experiencias, de contar vivencias, viajes, conversaciones, sueños e historias, pero ahí, en ese momento, sólo había que disfrutar de la presencia del otro, de saber que por fin, estábamos juntos.
No diré tantos detalles de lo sucedido, pero ella no venía igual de cómo se fue. Ya no era la misma A~ que fui a despedir al aeropuerto, a quien conocí esa tarde de febrero. Estaba un poco cambiada, en sus actitudes, en sus acciones, además de más delgada y con el pelo más largo. Quizás mis cartas hicieron mella en sus pensamientos y en sus propios sentimientos. Quizás el tiempo también hizo efectos, no sé. Y a estas alturas, después de tantos años, no me interesa saberlo. Basta con decir que en ésa época, y como veía las cosas de manera diferente, me extrañé de algunas actitudes de ella. No las comprendía, ni las entendía, sobretodo conmigo, quien supuse que al ser el único que le escribí y me preocupé por ella en su ausencia, al menos merecía ciertas "regalías". No digo que no las tenía, o que esperaba "muchas". Sólo mejor que al resto, pues claramente hice más que el resto. Con los años comprendería que esa había sido mi primera gran lección de que la intención rara vez coincide con el resultado. A través de mi vida, he tenido muchas de esas lecciones, y, tal vez, aún no aprendo del todo.
Las cosas no eran iguales. Tanto en el grupito de Los Tres, como en general con todos, y, para peor, de A~ conmigo. De a poco las cosas fueron tornándose más oscuras. Ya no era todo "color de rosa", como se dice. Quizás me di cuenta ahí, de que nunca lo habían sido como yo creía. Creo que fue eso. Me fui dando cuenta de que a pesar de lo que yo había hecho por ella, o creí haber hecho, de mis sentimientos, de mi cariño hacia ella, de haber escrito cartas para ella, cuando nadie lo hizo, las cosas no siempre se valoran como uno quiere. N~ y R~ que poco hicieron por y para ella, tenía hasta más tiempo con ella que yo. Comprendí de mala manera que lo que yo pensé que había forjado con ella, no era tan así. No puedo decir que no nos vimos más, pero claramente hubo un poco de distancia conmigo.
Debo decir que pasó hace años (ya lo dije, pero no está de más), y las cosas me afectaban y me importaban de otra forma, era más chico, y valoraba más.
Llegamos así, a medio morir saltando con la relación, al mes de septiembre, casi pasando sin penas ni glorias. Pero un hecho vino a caer en ese mes, que fue el punto de inflexión definitivo de muchas cosas.
Pero eso, en la siguiente parte.
REK.
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