viernes, 25 de marzo de 2016

Rosas y Pistolas Parte 5

Entonces...


Palamón era cenizas.
Yo solo era un muchacho con la cara manchada de hollín, mocos y pena.
Asumía que Jaren, mi amigo, nuestro guardián, el salvador de Palamón, siempre nos protegería, que siempre podría salvarnos...
Pero fui un necio.
Jaren y los demás, que solo eran unos pocos, pero aun así nuestros mejores y más endurecidos cazadores, se habían marchado hace tres soles. Buscaban caídos, después de que los bandidos armaran jaleo.
El desconocido, el otro, llegó al día siguiente.
Hablaba poco. Se alojó en una habitación. Aceptó nuestra hospitalidad.
A mí me intrigaba, igual que Jaren la primera vez que llegó.
Pero el desconocido era frío. Distante. Lo han dañado, pensé.
Pero yo no tenía miedo. Todavía no.
Solo era un niño, pero sabía que los monstruos de nuestro mundo podían mostrarse como humanos, aunque no lo fueran. Eran algo alienígena. De cuatro brazos y salvajes.
El desconocido era educado, pero solemne.
Me pareció un hombre triste y roto, y lo era. Pero por aquel entonces, no comprendía cómo eso podía hacer a alguien peligroso.
Al igual que con Jaren, mi padre intentó que no me acercara al desconocido.
Pero no importaba.
Cuando la silueta se acercó, sentí miedo.
La oscura figura era imponente. Miraba a mi interior. A través de mí.
Él sonrió. Mis rodillas flaquearon. Todo estaba perdido.
Entonces, se dio la vuelta y se fue.
Dejó a un muchacho aterrorizado y con el corazón roto, sin ni siquiera inmutarse.
He estado persiguiendo la sombra de ese desconocido desde entonces.



Ahora...

El sol estaba en lo alto. Nosotros de pie, en silencio.
Pasaron segundos que parecieron horas.
Tenía un aspecto distinto.
Ahora parecía ingrávido, y soportaba sin esfuerzo una existencia que aplastaría a un hombre atribulado por la conciencia.
Mi mirada permaneció fija mientras sentía un calor alzarse en mi interior.
El otro habló...

"Cuánto tiempo".

Yo no respondí.

"La espada del pistolero... su cañón. Eso fue un regalo".

Mantuve mi silencio mientras mi pulgar acariciaba el martillo perfectamente ajustado en mi cadera.

"Una ofrenda de mi parte... para ti".El calor aumentó, centrado en mi pecho.

Me sentí cobarde el día que Jaren Ward murió, y durante muchos ciclos después.
Pero aquí, solo sentía el fuego de mi Luz.
El otro indagó...

"¿Nada que decir?".

Dejó las palabras flotando en el aire.

"He estado esperándote. Esperando este día".

Su intento de conversación resultaba vulgar, si tenemos en cuenta todo lo que había pasado.

"Muchas veces pensé que habrías flaqueado. Que te habrías rendido...".

Todo lo que había perdido, todos los que habían sufrido, pasaron rápidamente por mi mente, imágenes entrecortadas con una oscura silueta que caminaba hacia el asustado, débil y cobarde muchacho.
El fuego ardía en mí.
El otro continuó...

"Pero aquí estás. Este es el auténtico final...".

Justo cuando su lengua se deslizaba entre las sílabas, la mano de mi arma se movió como por voluntad propia.
Reflejo y propósito mezclados con ira, claridad y una abrumadora necesidad de justo eso... de un final.
A la vez que mi movimiento, mi fuego interior se focalizó a través de mi hombro, y bajó por mi brazo hasta mi dedo, que apretó el gatillo del cañón de mi tercer padre.
Dos disparos. Dos balas engullidas por un furioso resplandor.
El otro cayó.
Caminé hasta su cadáver. Nunca levantó su Espino maldito, el arma dentada con la enfermedad purulenta.
Miré al hombre muerto que había causado tanta muerte.
Mi arma aún estaba envuelta en las llamas danzantes de mi Luz.
Me embargó la tristeza.
Pensé en mis tiempos mozos. En Palamón. En Jaren.
Apunté el cañón a la cabeza del hombre muerto y le rendí un homenaje final a mi mentor, mi salvador, mi padre y mi amigo...

"El tuyo... No el mío".

Apreté el gatillo y dejé que el cañón de Jaren, que ahora era mío, dijera la atronadora última palabra...



FIN... ?

jueves, 24 de marzo de 2016

Rosas y Pistolas Parte 4

Tras de sí...

- Cuánta Oscuridad
- Te impresiona?
- En absoluto
- Cada persona es un mundo
- Su Luz palidece
- Su Luz ha desaparecido
- Eres una infección
- Yo soy el que purificará
- Eres un monstruo
- Ja Un viejo amigo mío pensaba lo mismo de mí. Tenía razón y, si nos hubiéramos conocido antes, tú también la tendrías
- Te atreves a defender todo lo que has hecho? A decir que no es otra cosa que monstruoso?
- No más que lo que hace un huracán
- Te consideras una fuerza de la naturaleza?
- Soy todo lo que es correcto. Quizá no lo veas, por ignorancia ciega o por no mirar lo suficiente, pero yo soy todo lo que es bueno
- Acabas de asesinar a un buen hombre
- Él disparó primero
- Pero tú estás de pie
- Supongo que falló
- Él nunca fallaba
- Siempre hay una primera vez

[silencio]

- Su cañón? Una buena arma
- Gastado, pero limpio. Un martillo elegante
- Era su premio
- Supongo que puso demasiada fe en el acero equivocado
- En eso pones tú la fe? En el acero?
- Ya hace un tiempo que no. Mi acero es solo una extensión. Mi fe está en la sombra
- Entonces mi Luz es una afrenta a todo lo que tú eres. Soy tu mayor enemigo
- Uno de tantos
- Vas a matarme?
- A ti no. Ahora no
- La sombra conoce la piedad
- La sombra no conoce tal cosa
- Entonces, qué?
- Al otro
- Qué otro?
- El tutelado del muerto
- El muchacho? Lo matarás a él también?
- Si hay que llegar a eso ya veremos
- No te dejaré matar al niño
- Ya ha pasado bastante tiempo, creo que ya es un hombre
- No puedes matarlo
- Todavía no
- No te dejaré
- Es gracioso que creas que puedes impedírmelo

[silencio]

- Toma

[silencio]

- Cógela
- Por qué?
- Dale al aprendiz la "espada" de su maestro. Es un regalo
- No lo vas a matar
- Tienes miedo de su Luz?
- Él...
- ...es especial
- Sí...
- Lo sé
- Intentas tentarlo. Alimentar su ira
- El arma es solo un recuerdo, nada más
- Dices ser un recipiente, la cáscara vacía de lo que una vez fue un hombre, pero mientes. El hombre sigue ahí
- Yo ya no soy un hombre. Ahora solo soy, y siempre seré, Dredgen Yor
- "El abismo eterno"?
- Así que no todos los idiomas muertos están olvidados
- Escóndete tras los títulos que quieras, no deja de ser una fachada. Ninguna fuerza de la naturaleza jugaría a esos juegos
- Juegos?
- El cañón. Deseas tentar al muchacho. Incitarlo y alimentar su furia. Esa es tu intención. Son las acciones de un hombre monstruoso, demente o lo que sea. Eso es todo lo que eres
- Y qué aporta tu conclusión, por equivocada que sea?
- Que solo es posible sobrevivir a un huracán, no detenerlo. Ni redirigirlo. Una fuerza de la naturaleza carece de intención y no le importa nada, pero un hombre...
- ...Sí?
- ...Un hombre no es así

[silencio]

- Un hombre puede ser asesinado

[silencio]

- Así... que hay...
- Qué hay?
- ...Una brizna de esperanza...

miércoles, 23 de marzo de 2016

Rosas y Pistolas Parte 3

La muerte que siguió...

Era la cuarta noche de la séptima luna.
 Nueve ascensos desde la última señal.
 No habíamos perdido del todo el rastro, pero casi.
 Nos habíamos refugiado en un barranco por orden de Jaren.
 La densa espesura al borde del precipicio nos protegía del viento y del frío, y la corriente de agua amortiguaba nuestras conversaciones.
 Habíamos visto dos esquifes volando bajo sobre el valle.
 Que nosotros supiéramos, no era territorio de los caídos, pero tales suposiciones eran peligrosas.
 Por entonces quedábamos seis.
 Tres menos que hace dos lunas, pero aun así uno más que cuando les dimos la espalda por primera vez a las cenizas de Palamón.
 Durante la noche nos turnamos para hacer guardia.
 Tratábamos de movernos lo mínimo y nos comunicábamos mediante sencillos gestos con las manos.
 Podíamos defendernos en combate, pero solo los muertos ansiaban luchar. Esta dolorosa verdad se oponía bruscamente a nuestras razones para estar tan lejos de cualquier cosa parecida a la civilización, así como a nuestra propia seguridad.
 Los esquifes habían asustado a Kressler y Nada, y a decir verdad, también a mí. Pero echando la vista  atrás, creo que solo buscábamos una excusa para volver por donde habíamos venido.
 No porque quisiéramos regresar, sino porque parecía nuestra única esperanza real, y creo que todos éramos conscientes de ello.
 Más adelante nos aguardaba lo desconocido. Seguíamos un rastro, pero después de un tiempo, sentíamos que nos topábamos una y otra vez con un callejón sin salida.
 Jaren jamás titubeó. Ni una sola vez.
 O al menos no nos dimos cuenta.
 Su empuje y su convicción nos animaban a seguir adelante.
 Y, por muy duro que parezca, fue su muerte lo que avivó mi llama. Una llama que casi se había extinguido en esa fría noche.
 Parecía confiado de estar cerca.
 Más que confiado, parecía seguro.
 Nadie más sentía lo mismo. Nuestra confianza y cualquier dosis de entusiasmo que hubiéramos podido tener habían desaparecido en el momento en que Brevin, Trenn y Mel fueron abatidos a tiros.
 El Espectro de Jaren jamás nos dirigía la palabra. Simplemente se quedaba allí, alerta, analizando. No a nosotros, sino más bien el momento. Cualquier momento.
 Nunca tuve la sensación de que nos considerara inferiores. Simplemente era cauteloso, precavido.
 Sabíamos que podía hablar. Los habíamos oído en algunas ocasiones. Tan solo unas pocas palabras. Ninguno hablábamos de ello.
 De vez en cuando, lo sorprendía mirándome fijamente, pero siempre supuse que me prestaba atención debido al vínculo que yo tenía con Jaren. Para mí, Jaren era como un padre. Por entonces no sabía por qué me había elegido como su protegido. Pero después de tantas pérdidas, agradecía su actitud protectora. Sin embargo, al echar la vista atrás y recordar cómo mantenía las distancias con el resto, debería haberme dado cuenta o al menos haber sospechado que había algo más.
 Esa noche todos nos despertamos más tarde que la noche anterior.
 El estallido de un disparo resonó en la espesura. Y después más.
 Los disparos sonaban lejos, pero lo bastante cerca como para acelerarnos el pulso.
 Un sonido familiar. "La Última Palabra", el arma de Jaren. Su mejor amiga.
Después otro. Un único disparo, un eco inconfundible restallando en la noche. Bajo, cortante.
 Un disparo, oscuro y diabólico, seguido de silencio.
 Nos agazapamos silenciosamente. Escuchando. Esperando.
 Jaren se había ido solo.
 Quizá estábamos más cerca de lo que habíamos imaginado.
 Demasiado cerca.
 Había partido para enfrentarse a solas a la muerte.
 No podía admitirlo —al menos no en ese momento— pero creía que nos estaba
protegiendo.
 Después de llegar tan lejos, después de años recorriendo un camino plagado de sufrimientos y fuego, quizá no soportara la idea de ver morir a más "críos", como solía llamarnos.
 Los ecos se apagaron y permanecimos inmóviles. No tenía sentido ir en esa dirección ni apresurarse a ciegas.
 Lo hecho, hecho está.
 La cadencia de los disparos contaba una historia que ninguno queríamos oír.
 No había sido la "Última Palabra". En alguna parte del mundo, lo bastante cerca como para ignorarlo pero al mismo tiempo lo bastante lejos para que pareciera un sueño, Jaren Ward yacía muerto o agonizante, y no había nada que pudiéramos hacer al respecto.
 Las horas transcurrieron como una eternidad.
 Seguimos en nuestra posición, pero a medida que el sol se elevaba, los demás comenzaron a irse. Sin Jaren, no había nada que nos mantuviera juntos. Ninguna fuerza impulsora. La venganza había dejado de ser una motivación. El miedo y el anhelo de ver un nuevo amanecer abrieron una brecha entre el deber y el deseo.
 A mediodía me encontraba a solas. No podía irme. Jamás lo haría.
 O encontraba a Jaren y lo ponía a salvo, o los otros me encontraban a mí y ponían fin a mi existencia.
 La muerte acechaba.
 De pronto noté un movimiento veloz. Mis músculos se tensaron y me aferré a la empuñadura de mi arma.
 Después llegó la confirmación de la terrible verdad que ya había aceptado. El Espectro de Jaren permanecía de pie a pocos pasos de mí.
 Exhalé y me desplomé hacia delante. Aún en pie, pero descompuesto.
La diminuta Luz me observó con una curiosa inclinación de su eje y después proyectó un haz de luz sobre mi cuerpo, escaneándome como ya hiciera la primera vez que nos conocimos.
 Alcé la vista y miré directamente a su único ojo brillante.


 Entonces habló...

martes, 22 de marzo de 2016

Rosas y Pistolas Parte 2

La Rosa

El noble hombre se puso de pie. Y la gente lo admiraba. Era un faro de esperanza, si bien seguía siendo sólo un hombre. Y era en aquella verdad donde se hallaba la mayor promesa: si un hombre podía enfrentarse a la noche, también podían hacerlo otros, o todos, inclusive.
En su diestra, el hombre portaba una rosa y su aura brillaba resplandeciente.
Cuando el hombre reanudaba su camino, la gente no le olvidaba. Por donde pasara, la esperanza se extendía. Pero el hombre escondía un temor secreto. Sus pensamientos eran oscuros. Una tristeza amenazaba con salir de las entrañas de su ser. Había sido un héroe durante tanto tiempo que el orgullo le había llevado al sendero del pesar.
Poco a poco, el susurro de las sombras se convirtió en una voz, una lóbrega llamada que ofreció la suficiente gloria como para hacer divagar a la Luz más ardiente. Él sabía que se estaba apagando, pero anhelaba gloria, por sobre muchas otras cosas.
En su último día, se sentó a ver la puesta de sol. Sus últimos pensamientos, todavía puro de cuerpo y mente, se aferraron a la fugaz esperanza de que el mundo le recordaría por quien había sido, y no por el sufrimiento que les iba a causar.
Así, el hombre honorable se ocultó tras una oscuridad que ninguna carne jamás debería tocar, y abandonó su parte mortal para reclamar su derecho natural. Si fue por elección propia o un capricho de la fortuna es una verdad que solo conoce el destino.
En el cálido aire de aquel anochecer, mientras la noche devoraba al crepúsculo, el noble hombre dejó de existir. En su lugar se alzó otro hombre. La misma carne. El mismo hueso. Pero un hombre muy diferente.
El primero y último de su linaje. El único ancestro y descendiente del nombre de Yor.
En sus primeros instantes como individuo nuevo, el hombre contempló su rosa y por primera vez se dio cuenta de que no tenía pétalos: solo el punzante propósito de las espinas rabiosas.

Una despedida a la Luz

- No siempre fuiste este hombre
- Cierto
- Entonces, los cálculos nos dicen que no tienes por qué seguir siendo así. Puedes ser otro
- Soy otro
- Puedes ser mejor
- Esto es mejor
- Eso es relativo, por lo menos
- Entonces qué? Inferior
- Algunos lo llamarían así
- Y cómo lo llamarías tú?

[silencio]

- Con todo lo que hemos visto y ahora, aquí conmigo, no tienes ni una palabra que decir
- Tengo palabras
- Pero?
- Pero no te gustarán
- Hay muchas cosas que no me gustan
- Ahora más que nunca, pareciera
- Ja
- No creo que haya nada gracioso en tu camino
- Solo en el trayecto
- Lo que te trajo aquí fue nobleza
- Y mi premio
- Eso no es un premio
- Una maldición, tal vez?
- Diría que sí
- Y yo no estaría de acuerdo
- Tú ya no eres tú mismo
- Yo soy yo mismo. Es lo que yo fui lo que ya no existe
- Quien fuiste tenía mucho valor
- Para tí
- Para la Luz
- La Luz
- Lo es todo
- No es más que un apoyo
- Uno que te ha mantenido erguido
- Solo lo suficiente Nada más
- Nada más? Fuiste un héroe
- Y aún así la gente sigue muriendo. La corrupción sigue existiendo. La Luz se marchita. Y la Oscuridad avanza
- Y así será siempre, eso no significa que debas ceder ante...
- Ante qué? La esperanza
- No llamaría esperanza a esto
- Esto es paz
- Hay sangre en tus manos
- Y por qué es diferente de la sangre de antes?
- Es sangre inocente
- Cuestión de perspectiva
- Es la sombra la que habla
- Y yo no
- La sombra?
- Ya sabes. En estos últimos ciclos, has hecho un gran esfuerzo. Lo has hecho lo mejor que has sabido para corregir mi camino. Pero no sé si necesito ser corregido
- Y si lo necesitas?
- Podría ser demasiado tarde
- «Podría ser» es un camino sinuoso
- Un largo camino desde donde estaba hacia donde me dirijo
- Esa es mi ilusión. Que aún hay tiempo
- Para?
- Medidas correctivas. El enderezamiento de nuestro camino. La depuración de tu sombra y una vuelta a la Luz

[silencio]

- Por qué me escogiste a mí?
- No es así como funciona
- Era yo especial?
- Lo eras
- Pero solo tan especial como cualquier otro
- Todos son especiales
- Esto parece contradictorio con la palabra «especial», ¿no crees?
- No en mi opinión
- Si todos somos especiales, hay realmente alguien que sea especial?
- Es eso lo que quieres? Ser especial?
- Je
- Tratas de no darle importancia, pero es un asunto muy serio. Es eso lo único que persigues? Toda esa muerte vale una placa?
- No soy ya más que los demás?
- Mirándote aquí y ahora. El humo, la ceniza y los huesos a tus pies te definen como alguien mucho más inferior
- Tal vez. Pero aquí sigues
- Y?
- Has estado a mi lado a cada paso de este camino
- Y dónde si no iba a estar?
- Y sin embrago estás firmemente en desacuerdo con mi cambio de opinión
- Si solo se tratara de un cambio de perspectiva. Tu «evolución» no ha sido una elección. Esto no ha pasado porque te has tomado tiempo estudiando el tema y has cambiado de opinión. Esto es corrupción
- Las sombras?
- La Oscuridad
- Puede ser
- No hay «puede ser» que valga
- Y tú crees que puedes salvarme?
- Yo reavivo tu Luz, primero llega a mí para pedir ayuda y para sobrevivir

[silencio]

- Estoy cansado de ella
- Debes intentar
- Estoy cansado de ti
- [CENSURADO]
- Ese ya no es mi nombre
- No voy a pronunciar el otro
- No importa. Aquí es donde nos separamos
- No te voy a dejar
- Te dejo
- Sin mí, el camino que te espera será más de lo que ningún guardián puede manejar
- Esa es la cuestión. Ha pasado algún tiempo desde que me creías digno de caminar entre aquellos que una vez llamé hermano y hermana. Sin embargo ahora, me siento como si fuera digno de mucho más
- Sin mí Morirás
- Algún día. No será la primera vez.

[silencio]

- Considera esta mi última buena acción. Te estoy liberando de la carga de mis actos, los hechos y los que están por venir
- No te abandonaré
- Lo harás. O esculpiré la Luz de tu cáscara y dejaré el cadáver de mi primer y último amigo en la suciedad de este mundo aburrido y rojo, para que nadie te encuentre
- Entonces te he fallado, completamente
- A mí no. Tal vez al hombre que fui
- Él está completamente muerto
- Eso creo
- Creer no son hechos
- No tengo más paciencia para tu semántica

[silencio]

- Cuando hables sobre mí, usa mi nombre de verdad. Háblales del hombre que tienes frente a ti, no sobre el fantasma del héroe que una vez fui
- Siempre serás [CENSURADO] para mí
- Si no puedes olvidarte de ese hombre, mancillarás su legado para siempre. Todo lo bueno que haya hecho desaparecerá en el fuego del hombre en el que me he convertido
- Si te importa, puede que todavía haya posibilidades
- Si te digo la verdad, solo me preocupa dar esperanza a los asustados, a las masas hacinadas, para que, cuando caiga sobre ellos tengan más que perder. Su dolor será más grande. Sus gritos más puros
- Tú
- Nada se muere como la esperanza. Me conmueve
- Eres un monstruo
- Por fin ves la verdad
- [CENSURADO] ha muerto de verdad
- Eso he dicho. Larga vida a Dredgen Yor
- Esta es una despedida, pero no te puedes alejar por completo de tus pecados. Al final, morirás solo
- Es posible. Pero déjame que te diga me suelen gustar mis opciones
- Tu «rosa» impura no siempre podrá salvarte
- Viejo amigo. Lo acaba de hacer



lunes, 21 de marzo de 2016

Rosas y Pistolas Parte 1



La Última Palabra

Lo que escribo son recuerdos. Algunos míos, pero no todos. Puede que los hechos no se correspondan con la realidad, pero se aproximan bastante, que supongo que es suficiente. Como, de todas formas, no queda nadie que pueda contradecirlos, esta será la historia del asentamiento al cual llamamos simplemente Palamón (da escalofríos siquiera escribir su nombre), y los horrores que sucedieron tras un breve período de calma.
Recuerdo mi hogar y las historias sobre ese paraíso que quizá algún día llegaríamos a ver... una ciudad que «brilla incluso de noche». Palamón no brillaba, pero era un refugio, o algo parecido. Era algo, al menos.
Nos habíamos asentado en el corazón de una cordillera que se extendía hasta el horizonte. Sus montañas boscosas se erigían como queriendo alcanzar el cielo. Los inviernos eran duros, pero los árboles y los picos nos protegían del resto del mundo. A veces hablábamos de mudarnos y de buscar la Ciudad. Pero solo eran ilusiones.
De vez en cuando se veían transeúntes. Y en ocasiones se quedaban, aunque no era lo común.
No existía una autoridad definida, pero sí había leyes, unos principios básicos con los que todos estábamos de acuerdo y que más tarde fueron supervisados por el juez Loken.
Y así es como sucedió: no había autoridad hasta que la hubo. Yo era muy joven y no lo entendí del todo. Recuerdo a Loken como un hombre muy trabajador que degeneró con el tiempo. Sobre todo yo creo que estaba triste. Triste y asustado. A medida que su poder crecía en Palamón, la gente se iba marchando. Los que se quedaron veían como los días se tornaban grises. La protección de Loken —contra los caídos, contra nosotros mismos— se transformó con el tiempo en una dictadura.
Cuando lo analizo, yo creo que Loken había perdido demasiado: su familia, a sí mismo... Pero todo el mundo ha perdido algo. Y algunos directamente no teníamos nada desde el principio. La única memoria que tengo de mis padres es borrosa como un sueño y lejana como la luz de sus almas. No suelo pensar mucho en ellos. Los perdí a una edad temprana, secuestrados por los caídos. Con los años decidí que era mejor ni pensar en ellos.
A partir de ese instante, Palamón me crio. Esos a los que llamo familia, o solía llamar familia, me cuidaron como a uno de sus hijos. Era una buena vida. "Vida" en aquellas circunstancias, claro. Mi perspectiva estaba distorsionada al ser la única vida que conocía, y no fue fácil lidiar con la pérdida, pero yo diría que era una buena vida.
Hasta que dejó de serlo, claro.
Hasta que dos hombres entraron en mi mundo. Uno una luz. El otro la sombra más oscura que jamás he conocido
El hombre al que acabaría conociendo como Jaren Ward, mi tercer padre y probablemente mi mejor amigo, llegó a Palamón por el sur.
Yo solo era un niño, pero nunca olvidaré el lento caminar de su silueta por la senda de entrada a nuestro poblado.
Nunca había visto a nadie como él. Quizá ninguno de nosotros lo había hecho. Él dijo que solo estaba de paso, y yo le creí... aún le creo, pero a veces la vida se entromete en las intenciones de uno.
Recuerdo ese día con perfecta claridad. Pero, de todos los detalles —matices y momentos— lo que más resalta en mi mente es la pistola que Jaren llevaba a la cadera. Un cañón inmaculado pero aguerrido. Como una reliquia, colgada por debajo de la cintura, de todas las batallas en las que había luchado. A la vez un trofeo y una advertencia.
Este era un hombre peligroso pero con un cierto resplandor, una pureza en su aplomo que parecía indicar que su ira era algo que había que ganarse, no algo que él repartía por descuido.
Fui el primero que lo vio venir, aunque en seguida todo Palamón acudió a recibirlo. Mi padre me sujetaba mientras todo el mundo permanecía en silencio.
Jaren no emitió sonido alguno tras su elegante casco de piloto. Se parecía a uno de esos héroes de las historias, y a día de hoy no tengo muy claro si el silencio entre la gente del pueblo y el aventurero fue fruto del miedo o del respeto. Me gusta pensar que fue lo segundo, pero cualquier verdad que atribuya a aquel momento sería mi propia interpretación.
Mientras esperábamos a que viniese el juez Loken para dar la bienvenida oficial, la impaciencia me ganó. Me solté del agarre de la pesada mano de mi padre y corrí, cruzando el patio, hasta parar a tan solo unos pasos del intrigante sujeto, este hombre tan distinto a todos los demás.
Me quedé mirando perplejo y él fijó su atención en mí, con la mirada escondida tras el grueso visor tintado de su casco. Rápidamente bajé la vista hacia la pistola. Me tenía fascinado. Imaginé los lugares donde esa arma había estado. Todas las maravillas que había contemplado. Los horrores que había soportado. Mi imaginación saltaba de un acto heroico al siguiente.
Casi ni me di cuenta cuando él comenzó a arrodillarse, sujetando el arma como si me la estuviese ofreciendo. Mis ojos solo se fijaban en el revólver, hipnotizados.
Recuerdo que me giré hacia mi padre, viendo la cara de todos aquellos a los que conocía. Encontré preocupación en sus ojos y a mi padre negando con la cabeza como rogándome que no aceptase el regalo.
Volví mi atención hacia el hombre al que más adelante conocería como Jaren Ward, el mejor cazador que este sistema haya conocido y uno de los más grandes guardianes que jamás hayan defendido la Luz del Viajero...
Y así el arma con la mano. Cuidadosamente. Con suavidad. No para usarla, sino para observarla, para soñar. Para sentir su peso y averiguar su verdad.
Esa fue la primera vez que sostuve la «Última Palabra», pero por desgracia no fue la última.

El tiempo pasó desde aquellos días...
Los hombres de Loken encontraron a Jaren Ward en el patio donde todo esto había comenzado.
Había nueve cañones apuntándolo. Nueve desalmados esperando la orden. El juez Loken, que esperaba detrás de ellos, parecía satisfecho de sí mismo.
Jaren Ward permanecía en silencio. Su Espectro asomaba por encima de su hombro.
Loken contempló a la multitud antes de dar un paso al frente, como reclamando el territorio... su territorio. 

— Dudas de mí? — Había veneno en sus palabras. — Esta no es tu casa.

Recuerdo los gestos de Loken en ese momento. Hacía que pareciera un espectáculo. Nadie se movía. Silencio.
Empecé a tirar de la manga de mi padre, pero él solo sujetó mi hombro con más fuerza, hasta que dolía. Era su manera de darme a entender que ese no era el momento.
Había estado observando el comportamiento de Jaren durante los últimos meses, conociendo su naturalidad y sus maneras ligeras y seguras. Nunca había visto a nadie como él. Era alguien al que no lograba comprender, pero en cuanto lo vi entendí lo que yo necesitaba. Él era más que nosotros. No mejor. Ni superior. Solo más.
Yo quería que mi padre detuviese lo que estaba sucediendo. En retrospectiva, ahora me doy cuenta de que mi padre no quería pararlo. Nadie podría. 
Mientras Loken menospreciaba a Jaren Ward, se mofaba de él y enumeraba sus crímenes y pecados, mis ojos no se apartaban de la pistola que Jaren llevaba a la cintura. Su firme mano descansaba con calma sobre el cinturón.
Recordé el peso de la pistola. Su comodidad. Y mis preocupaciones se disiparon. Lo entendí.

— Esta es nuestra ciudad! Mi ciudad! — Loken gritó. Quería hacer un ejemplo de Jaren y dar a la gente de Palamón una lección de obediencia.

Jaren habló. Calmado. Con claridad. 

— Ya no.

Loken se carcajeó burlonamente. Tenía nueve cañones de su parte. 

— Esa va a ser tu última palabra, muchacho?

Se movió de un modo repentino, rápido como un rayo. Jaren Ward dijo mientras disparaba: 

— La tuya... no la mía.

El revolver de Jaren humeaba.
Loken se desplomó. Tenía un agujero oscuro en la frente. Su mirada vacía contemplaba el infinito.

Jaren se quedó mirando a los nueve matones que lo apuntaban. Uno a uno bajaron el arma. Y el resto de mi vida comenzó ahí, donde dentro de unos años muchas otras terminarían...




domingo, 13 de marzo de 2016

Aventuras y Consejos



No era el mejor de todos. Para nada. Pero con el tiempo se convirtió en una leyenda.
En aquellos tiempos donde la Ciudad recién comenzaba a echar sus cimientos, y donde la humanidad estaba siendo buscada por todos lados para que llegaran a la Ciudad, aventurarse en tierras nuevas y desconocidas era todo un desafío, pero también era una oportunidad de hacerte de renombre, incluso de tesoros o de reliquias de las edades antiguas... Si es que volvías, claro.
Muchos eran los individuos que se aventuraban en las tierras inexploradas, pero pocos eran los que regresaban. La realidad no podía negarse. La humanidad había sido arrasada unos siglos atrás, y ahora sólo quedaban supervivientes de una guerra colosal y destructiva, donde la humanidad se quebró. Unos huyeron al espacio, buscando refugio en los planetas colonias más lejanos del sistema. Otros trataron de escapar a los planetas cercanos, pero otros, sin medios de hacer nada, sólo tuvieron que quedarse, y de mala forma aprender a sobrevivir y esconderse de los enemigos, que los cazaban en una guerra sin cuartel y sin prisioneros.
No había autoridades militares, ni gobierno, ni policía, ni comercio... Todo se estaba recién formando. Todo estaba naciendo de entre las cenizas del holocausto mundial. Sólo existía una élite de seres, que blandían la fuerza y la magia de la Luz, y que eran los encargados tanto de proteger a la Ciudad, como de proteger a sus habitantes, incluso buscarlos fuera de sus descomunales muros, para ponerlos bajo el cuidado y protectorado de La Vanguardia, como se hacían llamar. De hecho, eran ellos quienes habían levantado los muros de la ciudad, tiempo atrás, lo que sería una de sus mayores victorias en contra de los enemigos. Eran seres especiales, humanos especiales, pero servían a la Luz, no actuaban de mala forma, y aunque tenían diferencias de opiniones, o incluso de creencias, todos ayudaban y cumplían sus compromisos, y su idea de servir a la Ciudad.
Él era uno de estos humanos especiales. Trabajaba en solitario, como la mayoría de los sirvientes de La Vanguardia, aunque algunos se unían a algunas de las diferentes Facciones de la Ciudad, pero la mayoría incluso así, trabajaba solo. No todos estaban acostumbrados a la compañía. La cacería humana y siglos de huir, habían hecho a los humanos unos series aferrados a la supervivencia, pero de vida solitaria.
Sus aventuras en solitario fuera de la ciudad no le habían reportado mucho, había que ser claros. Pero la experiencia en el campo sí le servía, y con el tiempo se volvió en uno de los tipos que más salían fuera de la Ciudad. Con el tiempo adquirió más experiencia, y comenzó a ir más lejos. Incluso, viajó a los planetas cercanos, a probar suerte. A la Vanguardia eso le ayudaba mucho, iba agrandando sus bases de datos, sus cartografías, iba conociendo el estado de las antiguas ciudades humanas tanto en la Tierra como en los demás planetas, y aprovechaban ese conocimiento para que las futuras exploraciones fueran menos peligrosas, o al menos se supiera a qué se podrían enfrentar.
Se habían escuchado fuertes rumores sobre un nuevo sitio descubierto en Venus, y unos nuevos enemigos que rodeaban el lugar. Se decía que las construcciones podrían tener miles de años, mucho antes de que la humanidad casi fuera extinta. Pero todo debía corroborarse, pues se perdió mucha, o toda, la información durante los siglos oscuros. La Vanguardia necesitaba más informaciones, pero no querían que se volviera algo masivo. Si era verdad que un nuevo tipo de enemigos estaba casi en sus espaldas, la humanidad, la Ciudad, no podrían saberlo. Mucho ya tenían peleando con los antiguos enemigos, como para saber que además debían enfrentarse a unos nuevos, y encima desconocidos.
Llegó a sus oídos este descubrimiento que se mantenía en secreto. Pero no le llegó por la Vanguardia, como hubiese sido lo esperable, sino por un conducto mucho menos formal, y poco ortodoxo, aunque no por eso dejaba de ser serio. Los discípulos de los poderosos hechiceros y brujos de la Vanguardia siempre se mantenían guardando los secretos hasta que los liberaban lentamente dentro de los demás para que se fueran contagiando de a poco con la curiosidad. Así se informaban de misiones nuevas, de tesoros o de lugares interesantes de visitar. Fue así como esta información le llegó a uno de los protectores de la Ciudad, y él se las hizo llegar tanto a él, como a otro compañero. Se reunieron y conversaron largamente del tema. Irían en reconocimiento de un terreno medianamente desconocido, y a rastrear y reconocer a los nuevos enemigos descritos por otros aventureros. Y, muy probablemente, se enfrentarían a ellos, por lo tanto además de todas las precauciones del caso, debían ir armados hasta los dientes, literalmente. Sin embargo, la curiosidad los inundaba, y también la sed de gloria. Y si podían regresar con información valiosa, o incluso con datos certeros y fidedignos sobre los nuevos enemigos? Serían altamente valorados, y probablemente recompensados. Sus nombres perdurarían en la historia. Todo eso, ciertamente era tentador.
Finalmente se embarcaron los tres en aquella aventura, pero lo que allí sucedió es parte de otra historia. Sólo se sabe que él regresó. Nadie más. Su compañero terminó muriendo en aquella precaria incursión, y esa experiencia lo cambió todo.
Cuando volvió a la Ciudad, contó lo sucedido a la Vanguardia, Necesitaban estar preparados. Necesitaban estar alertas. El nuevo enemigo era demasiado poderoso. Más incluso que los alienígenas que los habían ido cazando y exterminando por siglos. Incluso, en aquel fatídico viaje, vieron hordas de nuevos enemigos masacrar a los viejos enemigos que también se encontraban allí. La Vanguardia no se tomó la noticia de buen ánimo, y prontamente comenzaron a urdir un plan para asaltar el lugar con lo mejor que podían tener, aunque en aquellos tiempos la verdad era bien escaso.
Él simplemente volvió a su hogar en la Ciudad, y allí permaneció por semanas, sin salir a ninguna parte. Lo sucedido en la aventura fatal había cambiado muchas circunstancias, tanto para la Ciudad como para la humanidad en general, pero principalmente para él.
Su compañero, antes de morir, divagaba pasajes de historias que nadie comprendía, y hablaba como si estuviese solo. Y esa fue su perdición, sentirse solo. Sin embargo, su luz se extinguió en aquella caverna y nunca más supo de él, ni de su terrible sentimiento de soledad. Nada más supo, y ni siquiera supo cómo salió de aquel laberinto. Sólo supo que pudo volver, y para prevenir a la Vanguardia, y para prevenirse a sí mismo de una muerte en soledad. Desde aquellos días, odiaba estar solo,
Desde ese día, aquel buscador de aventuras, aquel buscador de gloria y tesoros, sólo se enfocaba en no morir solo, como había muerto su compañero en la caverna. De a poco fue transformándose en una obsesión, y sus compañeros de la Vanguardia lo notaban, pero nada podían (o querían?) hacer por él.
Con el tiempo, y conversando un día con los científicos de investigación y desarrollo de armas, escuchó que habían encontrado, tiempo atrás, una especie de receptáculo de una inteligencia artificial, de la época anterior a la que llegaran los alienígenas, y que aún estaban estudiando aquel descubrimiento. Entonces se le ocurrió.... Qué pasaría si se construyera un arma con una inteligencia artificial insertada? Sería una solución a su problema, además de tener un arma única. Al día siguiente fue nuevamente a conversar con los armeros y científicos, proponiéndoles la idea como una especie de proyecto, para investigar aún más aquella inteligencia artificial encontrada. Los científicos primeramente se mostraron reacios a ello, pero con los días comenzaron a pensar que en realidad no era tan mala idea, ya que eso les facilitaba el estudio y comportamiento de la inteligencia artificial. Finalmente se decidieron a ayudar. Por el tamaño del receptáculo donde se encontraba la inteligencia artificial, era imposible hacer un arma pequeña, por lo que diseñaron una ametralladora de carga a mano de gran calibre, donde sin problemas pudieron insertar la fuente y todo el cablerío y el sistema que el arma y la inteligencia requerían
Finalmente, después de meses de desarrollo, construcción y pruebas, salió a la luz el arma definitiva. Una bella pieza amalgama de ingeniería arcaica y nueva, revestida de brillantes y hermosos colores, y sin duda de una apariencia amenazadora, llamada, según su propio dueño Excelente Consejo, en aquel tiempo donde las armas se nombraban por sus cualidades o por sus hazañas.
El increíble mecanismo de esta ametralladora habla de las maravillas tecnológicas antiguas, perdidas en el tiempo tras la invasión. La munición inteligente informa al arma sobre su trayectoria y un protocolo de microteletransportación materializa directamente los proyectiles fallidos en el cargador. Esto hacía a la ametralladora realmente potente, útil y destructiva.
Los ingenieros suelen rechazar la idea de que haya sistemas inteligentes que desarrollan personalidades y conciencia de una manera espontánea... Pero lo cierto es que la Excelente Consejo tiene personalidad, memoria e incluso una cierta insolencia. Puede que la verdad resida en la conexión de esta arma con su propietario, en su afán de no estar solo, padeciendo los males físicos y psíquicos de su compañero en la fallida incursión a la caverna en Venus... La verdad es que el arma, con el paso del tiempo, se convirtió en el brazo derecho fiel de su dueño, y adquirió toda la gracia del espíritu aventurero y también sus miedos y sus deseos de victoria y de renombre.
Tanto el hombre, como el arma, se unieron en una simbiosis nunca antes vista (excepto en otro tipo de armas, pero de un modo muy diferente). Ambos iban aprendiendo del otro. El hombre aprendía del arma, de su extraordinario mecanismo interno, de su peso, su cadencia, su potencia; y el arma iba aprendiendo del hombre, de su deseo de matar, de su deseo de sobrevivencia, de su personalidad, de sus miedos y de sus furias.
Ambos, arma y hombre, comenzaron a forjarse un camino que muchos otros miraron con asombro. Por donde iba aquel, su arma lo acompañaba, tanto ayudándolo, como aprendiendo. Su leyenda ya había comenzado. Hubo gente que decía que ambos eran uno sólo, que no se sabía dónde comenzaba el pensamiento del hombre, y dónde comenzaba el de la máquina asesina, y en cierta forma eso era verdad. La Inteligencia Artificial puesta en la Excelente Consejo, sin duda era una maravilla tecnológica de tiempos ya olvidados.
Arma y Hombre compartieron muchas aventuras más, pero nunca volvieron a aquella caverna del demonio. Nunca siquiera se acercaron a aquel lugar. La Vanguardia, por su parte, intentaba analizar datos de exploradores que enviaban sigilosamente a buscar información, añadiendo a los datos que ya tenían del lugar, y que pudieron conseguir en la Academia, hacía poco tiempo, en unos archivos ya olvidados a los que recientemente tuvieron acceso. Sin embargo, la leyenda de aquel hombre y su arma no se forjarían ni terminarían en aquel lugar, sino en uno muy diferente.
Se encontraba lejos de casa. Muy lejos, probablemente más lejos de lo que había estado nunca. Las tierras rojas y oxidadas del planeta rojo le habían dado la bienvenida hacía unos días. Su nueva misión incluía un acercamiento a la zona de exclusión hecha por un nuevo tipo de enemigo. Las personas del Arrecife habían advertido a la Vanguardia sobres éstos, aunque a la vista de los ojos de la Ciudad, había sido una advertencia tardía, aunque si sería una demora deliberada o simplemente un error, eso aún estaba en cuestionamiento. Eso aún estaba inundando su mente, pues no confiaba en las personas del Arrecife.  Algo se traían en sus manos, a su parecer, y su arma siempre había confirmado la idea.
Se encontraba revisando las antiguas construcciones humanas, pensando en que tan maravilloso lugar habría sido aquel, cuando un sonido llegó a sus oídos, un sonido que no había escuchado, y antes que pudiera reaccionar, un dolor en la pierna derecha inundó literalmente su ser...
"FSSTCHK....FSSTCHKK...:" se volvió a sentir en el aire aquel sonido, y sintió como el dolor le punzaba el brazo y el costado derecho del cuerpo... Antes que pudiera siquiera reaccionar, su arma, su compañera, se le soltó de las manos, sin la posibilidad de mantenerla sujeta, ya que el veneno de aquellos punzantes dardos inundaban su cuerpo, sin dejarle control sobre el mismo.
La Excelente Consejo, aquella arma formidable, cayó al suelo, mientras gritaba a su dueño que la recogiera, que la usara, que acribillara con sus balas inteligentes a quien le había hecho daño.
Sin embargo, su dueño no reaccionó, y a los segundos, una sombra se plantó frente a él, con un extraño cañón en su mano, negro, dentado, el arma más mortífera que se había visto, con ciertos brillos verdes relampagueantes...

- Po... Por qu--é...
- Adiós - dijo la sombra, mientras levantaba su cañón apuntando a la cabeza del hombre.

Entonces, su arma, su compañera, que yacía a su lado, sólo atinó a decir  una cosa a su dueño, antes de sentir aquel lacerante sonido nuevamente...

- No estás solo.

REK.


jueves, 10 de marzo de 2016

NO-Verso Nº 6

NO-VERSO Nº 6
La Carta en el Espejo

Dos entes conversaban casi forzosamente en un lugar. La mayor de rostro pálido y abultado cuerpo, miraba a la otra de vez en cuando, como si sólo con ese hecho le indicara que le estaba prestando atención, aunque a ciencia cierta no era mucha la atención que le prestaba realmente. La más joven, de cabellos alborotados, extrañas vestimentas, y un singular globo en forma de pez flotando en su izquierda amarrado con un cordel, miraba entusiasta a su compañera, pero siempre se encontraba con una mirada fría, con ojos cansados y apagados, muy diferentes a los de ella, alegres y llamativos.
Se encontraban en un mundo lleno de ventanas, escaleras, y niebla, un mundo frío, lúgubre, que no evocaba ningún sentimiento de felicidad, por mínimo que fuera. Eran los dominios de la primera, la mayor de las dos, y la segunda, la joven, se sentía extraña en aquel lugar, pues era todo lo opuesto a lo que ella estaba acostumbrada: colores, a veces sin sentido, bullicio, formas sin ser formas, todo abstracto y sin razón.
Aquel mundo de los espejos les mostraba a ambas diferentes situaciones en cada uno de los espejos, que más bien parecían ventanas, como pantallas hacia otros mundos muy distantes, o quizás muy cercanos, quién lo sabría en realidad? En cada una una de aquellas ventanas mágicas, se vislumbraban realidades diferentes, personajes diferentes, incluso a veces animales. La más joven se preguntaba, por ejemplo, si los perros se mirarían a un espejo, y de ser así, qué pensarían de la imagen que verían? Sabrían que son ellos? Imaginarían que es otro animal distinto?...

- Pregúntaselo al tuyo - susurró la más vieja, que no era vieja, sino solamente mayor a la joven, aunque ambas eran lo suficientemente viejas como para saber que eran viejas las dos. Y mucho.
-  Eh? Oh, sí! Verdad que tengo uno, le preguntaré - respondió la joven sonriendo, sin reparar que su contraparte había respondido a algo que ella sólo estaba pensando, no diciendo. Mientras, su interlocutora seguía con la vista fija en una de las ventanas.

La más joven se preguntaba qué estaría viendo, y se acercó a ver. Pero, quizás, ella vería una cosa diferente, la verdad nunca había entendido cómo funcionaba el tema de las ventanitas mágicas, y la verdad sea dicha, nunca se lo había preguntado a su hermana, la mayor, ni a ninguna otra, ni siquiera cuando su hermana era su otra hermana, muchos eones en el pasado. Pocas veces se inmiscuía en los asuntos de su familia, prefería la soledad, aunque su existencia distaba mucho de ser solitaria.
Para evitarse problemas, y no sonar a que se metía en asuntos que no le incumbían, la más joven preguntó:

- Qué ves en la ventana?
- Un hombre, mediana edad. Ha escrito algo, se cuestiona sobre muchas cosas. Siento su corazón, lo presiento, pero también lo siento lejos. Es extraño.

La más joven se asomó discretamente por detrás, corroborando lo que la mayor decía. Asumía entonces que ambas estaban viendo lo mismo, lo que ya era en avance.

- No es así siempre en tu mundo? O sea, sabes? Yo creía que así era, que podías sentirlos, que podías sentir como se pasaban a tus dominios, como sentías el corazón de ellos.... De una forma muy diferente a como lo siente nuestra otra hermana, digo... Ya sabes... La... eme u e erre te ... e...

La mayor la miró, pero no respondió de inmediato. Miró de reojo, y volvió a concentrarse en la imagen en la ventana. Exhaló una bocanada de aire y recién respondió.

- Siento que también te pertenece. No es raro?
- Qué ves de ese hombre? - dijo la menor, pasando por alto lo dicho por su hermana.
- Lo observo, lo siento, está pasando por una situación desagradable, molesta probablemente. Se cuestiona muchas cosas. Y tiene una carta...
- Oh, me encantan las cartas a mi! pero más me gustan los sobres. A veces escribo cosas en ellos, sabes? Pero se me pierden y luego los busco, y los busco, y los busco, y nunca aparecen. Y luego olvido lo que escribí en ellos, y luego me olvido que los escribí alguna vez... Quizás nunca los escribí...- miró a la mayor y no hubo reacción ante su breve historia carteril, así que decidió volver al tema de la carta del hombre - Y qué dice la carta? La puedes ver? La puedo ver yo? Podemos saber lo que dice ?
- Claro...


Lo sabía. De algún modo, siempre lo supe. Sólo que mantenía la esperanza de que estuviera equivocado, que fuera mentira. Pero no lo era.
Hace muchos eones, me enteré en estas mismas fechas que mi pareja me estaba engañando. Lo sospechaba, y lo confirmé. Y no estaba equivocado. Después de una relación larguísima, después de una relación donde había puesto todos los huevos en la canasta de las apuestas de la vida, donde soñaba, pensaba, esperaba y quería un futuro juntos. Sin embargo, me enteré de la peor manera de que todo eso no ocurriría jamás. Hice algo que jamás había hecho, algo que había siempre predicado en no hacer. Y lo hice, y las consecuencias fueron devastadoras. Sin embargo, al hacerlo supe la verdad, y eso siempre da cierta tranquilidad. Tranquilidad de que hiciste las cosas bien. Que no eres tu el culpable de nada. Que puedes caminar por la calle tranquilo, sin que nadie nunca pueda apuntarte con el dedo y sacarte algo en cara. Ella claramente no puede decir lo mismo. Y tu, lamentablemente, tampoco.
Mi antiguo proyecto de vida se derrumbó frente a mis ojos en la pantalla de un computador. Fue mi manera de saber que nada de lo que soñé existiría, nada de lo que pensé seria realidad, y sin embargo, no me importaba ella, si no yo. Era mi futuro el que se desmoronaba frente a mis ojos, no el de ella. El de ella claramente me importaba un rábano, a esas alturas, claramente yo no iba a formar parte de el, por ende no me tenía que importar. Ni tampoco doler. Pero mentiría si  dijera que lo esperé, o que pensé que ese sería el final. 
Hoy es distinto. Asumí hace tiempo que era cosa de, justamente, tiempo, de que supiera la verdad, Pero nuevamente pierdo esperanzas, nuevamente pierdo los sueños, y hoy, más viejo, ya no me queda tiempo. Tiempo perdido, es lo único que me queda en todos estos años de vida. Tiempo perdido con personas que quizás en su momento pudieron valer la pena, pero que al final en la raya para la suma sólo fueron nada. 
Aquella vez anterior fue un proceso rápido, cosa de días, me enteré de la verdad una fecha donde todos celebran sus amores, mientras yo maldecía el mío. No lloré, me prometí no hacerlo, y no quería tampoco. El proceso fue rápido en todo sentido. Y no porque no amara, no porque fueran mentira mis sentimientos, sino que con la rapidez que supe todo, me sirvió para arrancar de cuajo todo lo que tenía en mi magullado corazón.  No digo que fuera fácil, o sencillo, sólo fue rápido, y con mucho menos dolor del que debía. La rabia ayudó? Probablemente. Nunca más supe de ella, ni a lo largo de los años me la he encontrado otra vez como para siquiera poder esquivarle la mirada, o para negarle el saludo, o para lo que fuera. Es mejor así, supongo.
Ahora es distinto. Ha sido un proceso largo donde me han mantenido drogado con mentiras, con falsedades, con una relación que no existe hace dos años, una relación que sé que no existe, pero que me negaba a creer o a asumir, y seguía pensando en que sí sería realidad, que sí serían realidad mis sueños, supuestamente nuestros sueños. Ahora, frente a los hechos, comprendo muchas cosas, o más bien me da la razón en lo que siempre pensaba y siempre callé, o evité decir, o nunca pensé en decir. Algunas veces lo insinué, pedí honestidad, pero me daban aspirinas, yo lo sabía, pero mantenía mi sueño. Como dije, era una droga. Y por experiencia, se que las drogas del corazón hacen daño en el futuro.
Por qué mantener la mentira por tanto tiempo? Todas esas veces que dijiste que me amabas, y no era cierto, qué sentías en realidad? A veces me pregunto estas cosas, pero se que jamás obtendré respuesta, y si la hubiera, no tengo certeza de que quisiera escucharlas. Ciertamente ya no tendrían ningún sentido, no?
Siempre he pensado, y lamentablemente la vida me lo ha demostrado, que las personas que más huevean a sus parejas de que los están engañando, que "quién es esa persona que te habla", que "esto y lo otro", que "porqué no te acuestas temprano", que "con quién estás", lo hacen no porque sea verdad, o porque haya algo realmente malo, sino que porque ellos mismos son capaces de hacer eso, y lo hacen, y por ello intentan culpar a la otra persona. Cuántas veces me dijiste cosas así, mientras estabas con el otro? Muchas, me imagino. Pero siempre lo niegan, claro está. Sin embargo, como dije, el tiempo me ha dado la razón. Y ahora, tú me la vuelves a dar, y quizás eso sera lo único que en realidad me diste de razón.

Recuerdas cuando te decía que eras mi mundo, que eras mi proyecto a futuro? No es que ahora crea que te importara, claramente no, pero lo recuerdas? Pues de mi parte era verdad. Pero claro, quién va a querer compartir el futuro con un tipo feo, con algunas canas en el pelo, que incluso ya se nota que esta quedando medio pelado? Nadie, si le sumamos lo "gruñón"... Pero, pese a todo, los sentimientos eran de verdad. Eran. Ya no. Gracias a ti ya no existen, o pronto dejarán de existir. Sólo quería que recordaras las muchas veces que te dije esas cosas, y las mismas veces que tu me respondías que sí, que todo sería así. Já!. Mentiras, como siempre. Mentiras que no entiendo para qué. Cuál es la razón de mantener un tipo ilusionado por dos años? Por gusto? Porque podías? Porque simplemente no te importaba? Quién sabe. 
Cuando nos conocimos, tú sabías la historia que había vivido anteriormente, donde me habían abandonado sin explicaciones, donde me engañaron siempre, pues siempre fui sólo un segundo plato, yo sin saberlo, aunque muchos lo decían y a veces me lo decían.  Y aún sabiendo ésto, haces lo mismo, las dos veces. Qué piensas de ello? Probablemente no pienses nada, pues debes estar feliz, en tus vacaciones, unas vacaciones que nunca me dijiste que existían, pero que ahora entiendo por qué no lo hiciste. Qué pensarás al leer esto? Nada tampoco, ni siquiera quiero una respuesta. Las verdades ya las sé. Sé que me fallaste, se que me decepcionaste, sé que me engañaste, que me mentiste. Quien va a querer saber nada más así? Yo al menos no. Ya mucho te rogué, te busqué, por un mundo que no existía, y que ahora me doy cuenta de eso. De la peor manera, de una manera triste, he de decirlo, pero mejor saberlo, aunque hubiese sido mejor saberlo de ti. Pero no te dio la valentía...
Recuerdas cuando me decías, injustamente, que no creías que yo fuera capaz de amar, por las cosas que habías leído de mis propios textos? Me decías que yo no creía en el amor, por ende no podía amar. Lo recuerdas? Recuerdas que yo te respondía que aquello era injusto, pues eran textos, no una forma real de sentimiento? Qué pasa ahora? Cómo voy a creer en el amor, en tú amor, después de lo que me has demostrado? Lamentablemente, hoy o mañana, el Destino siempre nos termina dando la razón. Y las cosas comienzan a conjugarse y a entenderse.
Ahora es cuando las cosas cuadran, cuando las cosas calzan como se deben. Por eso no venías, por eso evitabas las cosas que hacías antes, por eso siempre evitabas el tema. Porque simplemente no podías, pero mantenías la farsa. Cómo explicarle a la otra persona que venías? No podías. Por eso no me agregaste en la red, porque no podías arriesgarte a que yo viera cosas, o que escribiera algo incomodo y ese "alguien" se enterara de una realidad que le es negada, la desconoce.  Por eso ahora desapareciste, porque era lo más fácil, arrancar, disfrutar tu descanso no conmigo, sino con otra persona porque no podías estar dándole explicaciones, y a mi me las negaste...
Pero no seguiré en ello... No tiene sentido... La verdad siempre sale a la luz, aunque uno tenga que buscarla dentro de la oscuridad. Ahora qué espero? Nada... Sólo relajarme, y como dijo Lucifer, quizás me siente en la arena de una playa a ver la puesta del sol, a contemplar lo maravillosas que son, quizás toque el piano en un pub, o quizás simplemente me ponga a escribir, y a olvidar...


- Jajajaja - rió de buena gana la más joven- aunque me da pena, me da un poquitito de risa, no?... No??
- Su corazón debería estar desgarrado, debería ser mío... Pero no.
- No es de ninguna de ustedes, queridas -  una voz ácida se escuchó de pronto tras las hermanas que contemplaban a aquel hombre de la ventanita
- Hermana/o, saludos -  dijo la mayor de las otras dos, con el ceño fruncido.
- Saludos, hermana gemela. Saludos, niña - dijo dirigiéndose a la más joven, y esta rehuyó la mirada - Pasó por todos los estados... Desesperación, locura, amor, desamor... Pero ya no pertenece a ninguna.
- Y entonces? - inquirió la menor.
- Con el Pródigo...
- Con "él"? - preguntó la mediana, con los ojos muy abiertos, asombrada.
- Y qué hace? - dijo la joven.
- Ahora? Simplemente destruye lo poco que le queda, para plantar cara al mañana...

Los tres personajes se quedaron en silencio, hasta que se apartaron de aquella ventanita mágica, y dejaron de observar a aquel hombre, quien se ponía de pié para iniciar su nuevo rumbo de vida...

REK.



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