miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cuando Chico Yo Veía... (Parte IV)

Robotech

Hay una serie de monos animados que dieron hace muchos años, pero que no hace mucho vi un capítulo en YouTube. Un capítulo épico y clásico, con una canción épica también.
La humanidad se aprestaba a su más potente y mortífera batalla, frente a un enemigo superior en número y tecnología. Sólo un puñado de hombres y mujeres, además de unos cuantos enemigos que se habían vuelto al bando de los humanos, se enfrentarían a ésta amenaza definitiva. Como estrategia de combate, pidieron a la artista de moda que sirviera de musa inspiradora para sus filas y cantara una de sus canciones. Además, la canción y un beso posterior, servirían para confundir al enemigo. Entonces se arma un improvisado escenario en el puente de mando del SDF-1 y Lynn Minmay sube a cantar We Will Win, al tiempo que la flota terrestre avanza para enfrentarse a la flota completa de Zentraedis al mando del comandante Dolza en persona.
Me refiero, obviamente, a Robotech.
Robotech es una especie rara dentro de los monos animados. La historia original es Super Dimensional Fortress Macross, una animación japonesa que cuenta la historia de una invasión extraterrestre a La Tierra, y de cómo Hikaru Ichijo logra salvarla gracias a las demencias y pescados mutantes de Misa Hayase y la canción que interpreta Lynn Minmai gracias a la Computadora Invid que encuentran. Los creadores de Robotech toman ésta historia de 32 episodios y la reconvierten como Robotech: The Macross Saga. Sin embargo, en USA se les exigía a las series diarias un mínimo de 65 capítulos, por lo que Macek solucionó el número de episodios, añadiendo 2 series más a la original, pero que tenían historias completamente diferentes, para terminar completando 85 episodios. En resumen, la animación de Robotech que todos vimos desde 1985, se compone de tres series japonesas que nada tenían que ver una con la otra, y que para ser unificadas tuvieron que sufrir bastantes cambios, incluido el cambio de nombre de personajes al inglés, donde Hikaru Ichijo pasó a ser Rick Hunter, y Misa Hayase pasó a ser la comandante Lysa Hayes, por ejemplo. Las otras dos series añadidas y pegoteadas a la historia fueron Super Dimensional Cavalry Southern Cross, y Genesis Climber Mospeada, que darían origen a la segunda y tercera generación Robotech, respectivamente (siendo Macross Saga la primera, obviamente). Entre todas cuentan las 3 primeras Guerras Robotech, dentro de las historias escritas en los libracos gigantes que se hicieron para dar una coherencia y consistencia a las historias de Robotech.
The Macross Saga cuenta la Primera Guerra Robotech, que se desarrolla entre los años 1999 y 2014 (aunque muchos de los que vieron la serie no tenían idea y creen que fueron un "par de meses"). Se establece el fin de la guerra mundial que azotaba el planeta en ese entonces, para unificarse por la fuerza casi, debido a la existencia de la nave denominada SDF-1 (Super Dimensional Fortress-1, o Fortaleza Super Dimensional 1), que era de origen extraterrestre, lo que suponía una pronta invasión a la Tierra. Y no estaban equivocados, puesto que pronto se darían a conocer los Zentraedis, una raza alienígena dedicados exclusivamente a la guerra y a la conquista, y que estaban empecinados en encontrar la Nave de Zor (El SDF-1). Se enfrascan en una lucha que los lleva a recorrer todo el sistema solar, donde descubren como transformar al SDF-1 en forma de robot, tal cual sus aviones podían transformarse en Battloids de combate, unos robots gigantes, para hacer frente a los Zentraedis que eran bastante grandes. Hay que añadir que durante un accidente en el inicio de la serie, el SDF-1 se lleva toda la Isla y Ciudad Macross consigo al espacio, lo que supone la pérdida de 70 mil vidas civiles. Sn embargo, los habitantes y la ciudad completa fueron reinsertados en el SDF-1 el cual pasó a ser su nuevo hogar, construyendo dentro de la nave toda una ciudad completamente funcional.
Entre las peleas se desarrollan los clásicos romances y los obvios triángulos amorosos entre personajes, pero es muy interesante el tratamiento que se le da a las sensaciones y sentimientos humanos, ya que los zentraedis al ser espécimenes sólo volcados a la violencia, se sienten demasiado extrañados de todo lo que la sociedad humana tiene, especialmente los mencionados sentimientos. Esto lleva a que con el tiempo, y en especial gracias a los encantos de Minmay, muchos zentraedis se niegan a pelear en contra de los humanos, para no dañar a tan fragil criatura que estaba abordo de la nave. Al final muchos zentraedis, los mismos que antes apabullaran a los humanos, terminan siendo sus más fieles aliados, y se enfrentan, como lo relataba en un principio, contra toda la flota zentraedi del comandante Dolza, en aquel épico capítulo llamado La Fuerza de las Armas, claramente el mejor de toda la serie. Al final la Tierra queda hecha mierda con el ataque, pero en una acción inteligente aunque arriesgada del SDF-1, los humanos y sus aliados zentraedis, ganan la primera guerra Robotech, no sin dejar miles de problemas con los zentraedis que quedaron viviendo en la Tierra y que poco a poco volvían a tener sus clásicas acciones violentas de antaño. Eso trajo las deserciones y el crecimiento del ejército enemigo, que al final se enfrentó con una nave crucero al magullado SDF-1, terminando por destruir casi por completo la nave, y destruyendo la suya propia. Terminado éste epílogo e la Primera Guerra Robotech, Rick decide enfrentarse a los siguientes enemigos en su propio planeta y no en la Tierra, que ya estaba cagada de antes, por lo que junto a Lysa Hayes y varios más, se unen en la reformada REF (Robotech Expediotionary Force), y se van a las estrellas, dejando a Minmay sola ya que por tarada se perdió a Rick, quien se quedó con Lysa la comadreja parlanchina del SDF-1. Entre la serie se ha muerto Roy Focker, el amigo y mentor de Rick, Ben Dixon, un piloto de Rick que está a su cargo, se casaron Max y Miriya (primera unión humano-zentraedi) y tuvieron su hija, Minmay se había puesto a andar con su primo Lynn Kyle, y Rick con Lysa, y al final termina siendo una especie de SQP el asunto.
La segunda generación Robotech cuenta la historia del Ejército de la Cruz Del Sur, que es quien se encarga de velar por la seguridad de la Tierra mientras la REF anda de gira por el espacio, y su enfrentamiento en contra de los Maestros de la Robotechnia, en la llamada Segunda Guerra Robotech, que abarca desde el 2029 al 2030.
Todo gira en torno a Dana (hija de Max y Miriya), y su 15º Escuadrón, quienes por su rebeldía siempre se destacaban en comparación a los demás. Los Maestros de la Robotechnia llegan a la Tierra con el mismo propósito de los zentraedis: recuperar la nave de Zor, o SDF-1. SIn embargo ésta nave está en ruinas desde el ataque de Kyron en el final de la primera saga. La verdad la historia de la segunda generación es bastante latera y fomeque. Nunca fue ni será ni de mis preferidas ni nada, con suerte creo haberla visto una vez completa. La verdad a mi punto de vista poco aporta a la historia general que intenta contar Robotech, o será que a mi simplemente me parece la más débil de las tres y por eso no la pesco mucho.
Todo se enreda con la aparición de lo que al parecer es un clon de Zor, el dueño original del SDF-1 y que posee la sabiduría de la tan nombrada Protocultura, una especie de magia-ciencia que podría significar la derrota o la victoria de unas razas sobre otras. Zor o este clon de Zor se termina volviendo medio chalado, seguramente debido a la influencia de los Amos Robotech, y los sentimientos que desarrolla por Dana. También está la lista del obituario de ésta saga, y también una lista de los romances y peleas entre todos y entre razas. Se descubre, gracias a los miedos de los Amos Robotech, que hay otra raza milenaria interesada en esta Protocultura, que es la escencia de la Flor de la Vida. Esta raza son los Invid, y se sabe que ya andan en busca de esta Flor, que nos enteramos que está en los restos del SDF-1, el que al estar en estado natural y abandonado, se convirtió en un invernadero para la flor. Todo termina con la estupidez de Dana (como no), que destruyendo algunas flores atormentada por sueños y alucinaciones, libera las esporas que se reparten por el universo, indicando a los Invid la ubicación exacta de la Flor de la Vida y la Matriz de Protocultura. Resumiendo: humanos, prepárense para la Tercera Guerra Robotech.
A estas alturas ya nos comenzamos a cuestionar la decisión de Rick de irse al espacio a enfrentarse a los enemigos, porque claramente los enemigos han llegado todos a la Tierra y Hunter y demases han brillado por su ausencia. Sin embargo tendremos que esperar mucho, y salirnos ya de la serie de Robotech, para entender qué mierda pasaba con la REF.
La Nueva Generación, la tercera historia de ésta serie reconfigurada, cuenta los hechos ocurridos en la Tercera Guerra Robotech, desde el 2031 al 2044. La Tierra se recuperaba de las últimas batallas, aunque ya casi sin ejércitos ni fuerzas de combate, cuando llegó la Invasión Invid. Los invasores se la llevaron fácil, y rápidamente se instalaron como los nuevos gobernantes del planeta. Se perdieron muchas fuerzas que habían sido enviadas desde las bases lunares o de Marte, de donde viene el prota de ésta generación, el comandante Scott Bernard, quien perdió a su novia en un intento por combatir a los invid, y que terminó en una aplastante derrota terrestre. Scott termina uniéndose a un grupo de rebeldes de la resistencia, quienes se suman a su causa de llegar al Punto Reflex, el lugar correspondiente a la base principal de los invid en la Tierra.
El viaje del grupo de Scott no es lo más placentero que digamos, teniendo que enfrentarse y esconderse de los invid en cada episodio, al tiempo que nuevos miembros se van uniendo al pequeño grupo, incluída la cantante de moda de la época, Yellow Dancer, quien en realidad es un agente encubierto y es hombre (clásico maricón de los monos japoneses). En el camino encuentran a una muchacha sin recuerdos, que se une a ellos, sin saber que es una espía de los invid que falló en su misión y la olvidó por completo. Los invid realizaban experimentos genéticos con animales y humanos de la Tierra, y con ellos mismos, tratando de buscar la forma perfecta para subsistir en este nuevo hogar que tenían.
Al final todos llegan al Punto Reflex, a sabiendas ya de que la muchacha, a quien Scott llamó Marlene, es una invid, y con un Lancer (el verdadero nombre, por decirlo así, de Yellow Dancer) cuasi enamorado de la princesa invid Sera (quien también sufrió los embates de los sentimientos humanos y nunca pudo matar a Lancer), y todos esperando a que llegara la Flota del Almirante Hunter, que venía con la REF para recuperar la Tierra, además de unos nuevos cazas de combate invisibles a los detectores invid, los llamados Guerreros Sombra.
Se desató la pelea final, donde la Regis invid termina por abandonar el planeta con todos sus hijos, ya que considera que los humanos están contaminados con la sombra que los había derrotado a ellos (después sabemos que esa "sombra" se refiere a los Haydonitas, en la Cuarta Guerra Robotech, aunque esperamos muchos años para saberlo), los humanos ganan por rendición y recuperan su planeta después de años, aunque la flota del Almirante Hunter nunca llegó (eso en la serie, después sabemos que si y qué le pasó). Todo termina con un concierto de Yellow Dancer revelando su identidad como hombre, y con Scott abandonando la Tierra en solitario para reencontrarse con la REF y tratar de olvidar a su amor, y el amor que sentía por Marlene, quien quedó en la Tierra como una invid-humana, mientras que la princesa Sera se queda con Lancer.
Así terminan los 85 capítulos de ésta magnífica serie de aviones, robots, romances y tragedias. Una serie épica donde se conjugan y se ponen de manifiesto los sentimientos humanos, más valederos que nunca, especialmente ante razas que no lo comprenden y que no los han experimentado nunca. Terminamos con Wi Will Will, aquel himno que Minmay nos canta y que nos dice que no podemos perder, no podemos flaquear, siempre debemos luchar porque podremos asi ganar. Las canciones de ésta serie son bastante conocidas, y tiene un soundtrack bien nutrido, llegando a tener un compilado con 2 CD de canciones y músicas de fondo. El que no se sabe We Will Win, no tuvo infancia.
Yo? La tuve y me alegra haberla tenido para disfrutar ésta serie de los 80, que la volvimos a ver en los 90, en los 2000 y ahora en éstos tiempos a través de los DVD que hay, y siempre terminar gustándonos en vez de aburrirnos. Aunque tuviera que ser una mescolanza de historias sin hilo entre ellas, termina siendo una serie de culto. Y eso sin contar con el enorme merchandising que tiene, incluyendo los Varitechs y demás robots y aviones de la serie.
Una gran serie de monos animados, inolvidable y con gran placer de verla cada vez que se puede.
Y el eterno debate... Lysa Hayes, o Lynn Minmay?

Continuará...

REK.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Cuando Chico Yo Veía... (Parte III)

Espartaco Y El Sol Bajo El Mar

Aunque la mayoría de las series animadas de los 80 llegaban desde Japón, hubieron muchas que llegaron desde el continente europeo, principalmente de Francia, y que calaron hondo en los niños y jóvenes de la época.
Erase Una Vez El Hombre fue sin duda un excelente acierto de su productora y su creador, ya que no sólo podíamos ver monos por diversión, sino también para aprender. Erase... era una serie con un didáctico contenido histórico, donde se aprendían muchas cosas que quizás en la escuela nadie pescaba, o servía para reforzar de forma divertida lo aprendido en las tediosas clases de historia con la clásica vieja que parecía biblioteca tanto por sus conocimientos añejos como por su contextura física. También recuerdo aquel reloj que salía en la serie, que servía también para indicar el momento histórico en el que se encontraban los personajes en un determinado capítulo, más que sólo indicar la hora. Y todos en la escuela en vez de poner solamente la fecha en los cuadernos, dibujaban ese reloj con manos y ojos. Muy freak, pero todos lo hicimos.
El éxito de la serie trajo la producción de otras series de corte educativo, pero con otras ideas para enseñar, como Erase Una Vez La Vida, o Erase Una Vez Las Américas, donde aprendíamos el funcionamiento de nuestro cuerpo, y de cómo fue poblada y fundada la sociedad de América, respectivamente. Se mantenían los personajes, los malos siempre eran malos, y los buenos siempre eran los buenos, y siempre iguales. Hasta el viejo de barba blanca salía siempre como el guía y "jefe" de todos los demás monos. Un tipo cubierto por pelo y barba blanca, con antenas y que nunca se supo quién o qué era.
Pero sin duda, la serie más destacada que los franceses nos hicieron llegar, es Les Mondes Engloutis (algo así como Los Mundos Engullidos, o Tragados), más conocida por nosotros como Espartaco Y El Sol Bajo El Mar.
Una serie de apenas 52 capítulos (cortísima, si tomamos en cuenta que Robotech son 86 y Dragon Ball Z son más de 200), que narraba las historias de Matt y Rebeca, dos niños de nuestro mundo que descubren que existe un mundo completo bajo nosotros. En ese mundo se creía que sólo ellos habían sobrevivido al Gran Cataclismo, y seguían viviendo gracias a un sol artificial al que llaman Thera. Éste sol está perdiendo energía, y su pueblo (y todos los demás pueblos del "mundo de abajo"), corre serio peligro. Estos dos niños se sumergen en un viaje de búsquedas y de conocimiento, junto a Espartaco, un noble guerrero que después toma un papel más importante; Arkana, una mujer creada por los niños de Arcadia (el mundo de abajo), la última esperanza de todos; Tehrig, una nave y transporte consciente que los lleva a través de Los Estratos de su mundo. También están en el equipo unos extraños personajes amarillos llamados Bic y Bac, que pasaban bailando el Flashbic. Sus enemigos eran los Piratas de los Mares, que salían acompañados de su propia canción, La Danza de los Piratas, un tema muy pegajoso.
Para salvar a Thera, los niños crean a Arkana, saltándose todas las reglas impuestas por los adultos, puesto que se infiltraron en archivos viejos y descubrieron que aún había esperanza de hacer algo por salvar a su sol. Después de establecerse el grupo en los primeros capítulos, comienzan su nueva misión. En el principio se dedican a la búsqueda de la oracita, una especie de mineral con propiedades mágicas y físicas, que serviría, según la leyenda, para salvar a Thera. Sin embargo, su búsqueda se complica bastante por obra tanto de los Piratas, como de otros enemigos que van encontrando por los estratos. Finalmente por allá por la mitad de la serie, encuentran la tan mentada oracita, y vuelven a Arcadia, donde al fin salvan al sol sumergido. Sin embargo, ésta "sanación" es temporal, y Thera al cabo de un tiempo vuelve a tener problemas, dando a entender que algo fracasó en el proceso, algo había salido mal. Las esperanzas nuevamente estaban en el suelo, pero se enteran que existe una segunda oracita, y se van de viaje nuevamente. Aunque si se demoraron media serie en encontrar una, las esperanzas de éxito eran bien bajas. Y razón tenían, ya que después y casi llegando al final de la serie, regresan a Arcadia con las manos vacías.
Después de ésto, por una jugada de Espartaco con los prisioneros arcadianos, se entera que su propio brazalete (algo así como los brazaletes de Wonder Woman, que repelen ataques, y sirven para golpear), es la llave que puede liberar a éstos antiguos habitantes de Arcadia, y no sólo eso, sino que al final descubren todos los arcadianos en general, componian la "segunda oracita".
Cuento corto, los arcadianos se sacrifican convirtiéndose en los salvadores de Thera, Espartaco y Arkana devuelven a Matt y Rebeca al "mundo de arriba", donde se dan cuenta que todo lo que ellos vivieron en 52 capítulos de aventuras de años ya, para la gente del mundo de la superficie sólo pasaron un par de horas, y Matt y Rebeca llegan justo a la hora de comer y nadie los extrañó (que conveniente explicación).
Un final donde se sabía que ganarían los buenos, pero me gustó la jugada de los presos y de los arcadianos, que no se la llevaron pelada y tuvieron que poner de si mismos para salvar su mundo. Y es el mensaje que yo creo que finalmente transmite ésta serie, ser capaces de superar los problemas, y resolverlos sacrificándonos nosotros mismos, en vez de esperar que otros lo hagan por uno.
La verdad es que muchos y muchas recuerdan ésta serie, aunque no todos recordarán su final, pero su mayor legado, aparte de las ideas y las enseñanzas, es su tema de introducción en español latino, que incluso ha tenido hasta covers por ahí. Todos la cantan, todos se la saben, es una canción icono de nuestra infancia, y que marca mucho de lo que somos hoy en día. La verdad, el que no se sabe ese tema, no tuvo infancia (lo mismo que We Will Win, de Minmei).
Es una canción que evoca muchos sentimientos para quienes vimos la serie, ya que nos recuerda todo lo que tuvieron que pasar Espartaco y sus amigos, para poder complir con éxito el desafío. Además, nos habla claramente del Gran Cataclismo que derrumbó a los arcadianos hacia los estratos de la Tierra, quizás enseñándonos que nosotros podemos vivir una situación similar si no nos cuidamos y no cuidamos entre todos este planeta.
La verdad es que la interpretación original que salió en español latino en los 80 nadie sabe de quién es, pero ahora hace unos años, el gran Capitán Memo sacó su versión de ésta canción. Y si la encuentran completa (la versión extendida de la que salía como opening en la serie de los 80), mucho mejor!
Muchos recuerdos, y mucha nostalgia, representados fielmente por aquella canción en su versión latina. Ojalá existieran monos como aquellos ahora...

Continuará...

REK.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Cuando Chico Yo Veía... (Parte II)

El Festival de los Robots


Siguiendo el tema de aquellos monos animados que vimos cuando chicos, recuerdo que con el tiempo te dabas cuenta que habían otros monos también, y éstos eran orientados más a los hombres, los que en Japón se llaman shonen. Aunque también hubieron muchas mujeres que vieron éstos monos, porque también salían personajes femeninos que ellas juraban ser (como la Princesa Aurora, de El Galáctico), aunque nunca podrían serlo ni con la ayuda del Doctor Vidal.
El principal impulsor de ésta nueva ola de series, es el recordado Festival de los Robots, que contemplaba no una, sino cuatro series diferentes con la temática de los robots gigantes y las luchas espaciuales por salvar a Tierra de los malvados invasores extraterrestres de turno. El Vengador, El Galáctico, El Gladiador y el Súper Magnetrón componían las filas de ésta serie de Mechas, cuyo fuerte dependía de los gustos de cada cual, aunque siempre el Súper Magnetrón fue el menos preferido (seguramente porque era compuesto de un hombre y una mujer, a diferencia de los otros donde sólo estaba el hombre al mando).
Esta serie tuvo, y tiene, el grupo de canciones más conocidas de los monos de nuestra infancia. Todas las canciones son grandes éxitos entre los de nuestra época, y además la canción principal de la serie, es un himno que todos se saben y cantan. Como dije en el post anterior, los apartados musicales son importantes para el recuerdo de las series añejas, y gracias a la canción principal, El Festival de los Robots no es la excepción. Ahora en éstos tiempos, no hay tipo que no cante esa canción cuando la escucha, o que no la recuerde cuando se habla de series o monos de antaño.
El Galáctico era un tipo rebelde que fue designado para acompañar a la Princesa Aurora, en su peligroso viaje al Gran Planeta, donde debía restaurar la energía del universo, que se había llenado de monstruos despiadados surgidos de seres y plantas que antes eran buenos y nobles. Su nave es la Nave Flamígera, y es el cyborg más poderoso, aunque su temperamento a veces lo hace perder la razón, por lo que la Princesa Aurora debe controlarlo a través de un cintillo que puede atacar con ondas telepáticas, aunque ella prefiere no hacerlo ya que eso causa gran dolor en Galáctico (tan tierna ella). En su misión son acompañados posteriormente por Giorgio, un flacuchento hombre de un mundo de agua en su Nave Acuífera, que todo lo pensaba y calculaba antes de hacerlo, para lo cual se valía de una extraña calculadora que veía las probabilidades de las situaciones. Más tarde se les une Glotín con su nave, el Toro Estelar. Este era un gordito simpático pero a veces mal humorado que lo estropeaba todo y era molestado por los otros por su debilidad por la comida. Todos ellos de alguna manera amaban a la Princesa Aurora, e incluso tenían una canción muy divertida que cantaban juntos o en sus naves; especialmente recuerdo una vez que estaban medios borrachos y la cantaron casi llorando por la Princesa. Supongo que su misión tuvo éxito, ya que nunca vi el final. Esta era la única serie (según recuerdo), que tenía una continuidad más elaborada y rígida, donde lo sucedido en un capítulo era parte de los demás posteriores, y no solo eventos aislados.
El Vengador era un robot súper poderoso controlado por Febo, el prota de la historia. Febo fue transformado en un ser con poderes inusuales debido a que estuvo a punto de morir tras un accidente. Al juntar los nudillos en un grito de guerra que decía "Vengador a mi", podía transformarse en un ser cibernético-humano, que se transformaba en la cabeza del Vengador. Las demás partes eran lanzadas desde una nave espacial por Mirna, la mina del prota. Las partes se ensamblaban a la cabeza y surgía el poderoso Vengador, que luchaba contra las fuerzas de la emperatriz Medusa, en su afán de conquistar a todo el mundo. El grito de "Vengador a mi!" cuando Febo saltaba de su moto con alas (si, alas), y juntaba sus nudillos para transformarse, debo asumir que yo y otros miles lo hicimos saltando de la bicicleta. Era un grito de guerra, electrizante. El vengador muchas veces se vio en aprietos, pero al final vencía al monstruo (o monstruos) de turno enviados por Medusa o alguno de sus secuaces. Tampoco recuerdo que tuviera un final, pues su continuidad no era rígida tampoco.
El Gladiador era otro robot súper pulento, que salvaba la Tierra de la invasión del gobernante del planeta Zela, Diario El Grande. El cuerpo del robot estaba conformado por los brazos, piernas y el torso y cabeza, siento estas últimas partes la cabeza de la nave principal de comando, llamada El Gran Dragón Del Espacio. Quien pilotaba este robot era Brando, un joven terrícola destinado a la grandeza. Lo ayudaban otros personajes, tripulantes del Gran Dragón que se especializaban en misiones concretas y eran parte del puente de mando, y el Doctor Diamond, el creador de todos los artilugios mecánicos. El Gladiador luchaba contra los malos de turno, siempre ganando aunque muchas veces estuvo en las últimas, al final salía ganando. Si bien no contaba con una continuidad como la de El Galáctico, sufrió del mismo mal de la mayoría de los monos de la época, ya que no recuerdo el final de esta serie, aunque pueden haberla dado y no la vi.
El más débil de todos en cuando a favoritismo y popularidad (según lo que recuerdo, y también en mi gusto personal), era el Súper Magnetrón. Un robot gigante diseñado para ser manejado por dos individuos de cargas eléctricas opuestas (positivo y negativo). Para hacer aún más notoria la diferencia entre cargas, los individuos eran un hombre y una mujer. Waldo, el joven karateka con ganas de ganarle a medio mundo, encarnaba al Magnetrón Positivo, mientras que Lisa, la joven hija del clásico "doctor crea-todo", aspirante a dueña de casa y lavaculos de bebés, era - cómo no - el Magnetrón Negativo. Ambos se unen para formar la hebilla del cinturón del robot conocido como Súper Magnetrón, que con sus poderes magnéticos intentará salvar a la Tierra de la raza extraterrestre que la quiere conquistar, llamados Isaritas.
La verdad no recuerdo haber visto el final de ninguna de éstas series, salvo El Galáctico que estuvo a punto de llagar al Gran Planeta, pero cuando debían dar el capítulo, empezaba desde cero (una costumbre muy común en Chile, no se si en otros países será así). Todos tenían historias autoconclusivas y bien independientes, excepto El Galáctico, que como ya he dicho que tenia una trama más definida y continuada en los capítulos.
Respecto al impacto de éstas series, creo que fue abismante para muchos de nosotros. Todos quisimos la moto con alas de Febo, o la Lanza Triónica de El Galáctico, incluso la calculadora de Giogio. Aunque supiéramos que no existían en la realidad, todos comentábamos y soñábamos cosas asi, y da igual que asi fuera, porque era parte de la infancia de aquellas épocas.
Las mujeres la tenían más simple, porque ya dije que se creían la princesa Aurora, pero en el efecto real pueden amar a dos o más tipos igual que Candy, terminar viviendo con un abuelo como Heidi, o incluso podando flores en los jardines como la Angel. El detalle de las minases que siguen esperando por su príncipe de la colina, y no asumen que no existe y nunca existirá.

Continuará...

REK.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Cuando Chico Yo Veía... (Parte I)

Marco, de Los Apeninos a Los Andes

Hace unos días, viendo algunos videos en YouTube, recordaba con una amiga aquellos monos animados de nuestra infancia. Ella es un poco menor que yo, por lo que muchos monos quizá no recordaba o nunca vio, así como también es cierto que muchos yo tampoco vi, y no sabía de su existencia, porque tampoco es cosa de que pasara pegado a la tele todo el día. Sin embargo, esa charla y esas imágenes me hizo traer a la mente muchas de las vivencias, mucha de la nostalgia de aquella infancia especial de los tiempos en donde yo fui cabro chico. Una infancia con otras ideas, con otras realidades, y con otra mente. No sólo en lo de los monos animados, sino en forma completa, la sociedad misma no es ni piensa igual que antes.
Ibas a las escuela, compartías con tus compañeros, tus partners, y comentabas sobre alguno de éstos monos o series, algunos se creían algún personaje, otros alguna historia, pero todos conversaban el mismo idioma. Después llegabas a casa y veías aquellos personajes en la tele viviendo sus dramas y sus historias, deambulando por mundos subterráneos, caminando por prados o por bosques, combatiendo al mal que acechaba la Tierra, buscando flores de colores, soñando con ser pilotos de carreras, o simplemente ser un hijo que busca a su madre.
Los monos de antaño eran diferentes también a los de ahora. Aunque la cultura japonesa ha estado siempre más adelantada que nosotros, y hay muchas series y dibujos que aún hoy podrían ser considerados controversiales, los que llegaron primero por esos tiempos de mi recuerdo, son los que caben dentro de lo que en la cultura japonesa se denominan shojos, que son los mangas o animés orientados al llanto y al sufrimiento, principalmente historias para minas. Series como Marco, Remi, Heidi o Candy, cual de todas más llorona pero que todos vimos igual (tampoco es que hubiese mucho donde elegir). Mucha gente incluso tuvo problemas de excesivo llanto, debido a éstos monos llorones. Se consideró que era demasiado sufrimiento como para que un niño como los de acá lo soportara. Hasta a algunas les prohibieron ver Candy! Aún así, eran otros monos, otros tiempos, otras mentalidades, y también éramos mucho más felices que lo que quizás hoy son los niños. Porque pueden tener más tecnología, poeden tener muchas ventajas sobre nosotros y nuestros tiempos, pero nosotros tenemos ese plus de la amistad, de la calle, de éstos monos con otras ideas y otras enseñanzas.
Marco viene de un libro de Edmundo de Amicis, y recuerdo aquellas tardes después de la escuela (ni idea qué curso sería, siempre he comentado que tengo pésima memoria infantil), y empezar a ver aquel mono sufrido al máximo porque la mamá lo dejó botado en Italia y se fue a maraquear trabajar a Argentina. Marco después de dos años donde no dio más señales de vida, decide ir a buscarla y se va de polizón en un barco al infinito y más allá. Hizo mil show para llegar a Argentina, y allí hizo otros más recorriendo el país en burro o a pie, para que después de pasar las de quico y caco, encuentre a la vieja casi al final de la serie, enferma y en cama (seguramente con alguna enfermedad venérea), y la vieja de mierda no quería operarse. Pero con la llegada de su hijo que la venía buscando hace casi 50 capítulos, decide operarse y se salva. Se van de vuelta a Buenos Aires, donde Marco se encuentra con su amiguita Fiorina de quien tiene que despedirse pero con la promesa de regresar y darse verse y de ahí a Génova, donde el papá y el hermano de Marco los reciben y quedan todos felices.
Candy era la pecosa huérfana que llegaba al orfanato conocido como Hogar de Pony, y que pasaba enamorada de un tipo gay que vio vestido como escocés en una colina y que cuidaba rosas (siempre las minas amando a los gays, hasta en los monos), que sería como Justin Bieber de la actualidad, o como Ricky Martin para las de esa edad ahora. También amaba a otro, el clásico machista rudo que les pega (y que todas aman pero para el público dicen odiar), llamado Terry. También pasaba las duras y las maduras, con unos hermanastros (luego de su adopción), como el forro, en un colegio de mierda onda religioso, que parece era del cura Karadima, y una vida llena de atados y dramas. Y así pasaba su vida, amando a dos hombres y en un colegio que no le gustaba, pera terminar de enfermera y sola, porque Anthony se había muerto hace rato (por quien lloró muchos capítulos y eso que no le dio ni un agarrón), y Terry ya cachaba que era maraca media suelta y le dio el filo y se casó con una coja. Al final se quedó con Albert, el tipo que había perdido la memoria y que la recuperó y se hizo el gil, que después sabemos había sido el Abuelo Williams que la había adoptado, y además era el verdadero "príncipe de la colina" de su infancia. O sea, aparte de maraca facilita era hueona tonta.
Remi ni qué decir. El Sólo título lo dice todo: Remi El Niño de Nadie. A ese todos los capítulos se le moría alguien. El abuelo, un perro, el mono, la corneta trompeta... También termina buscando a su madre (a la verdadera, porque la que lo crió no era, para peor), y la encuentra en Suiza. Al final queda solo no más, siendo abogado (por último se quedara como músico, pero ni eso). Pobre tipo, ese si que se las lloró.
Heidi era la hija de una tipa que se murió, criada por la tía y que por irse a trabajar a la cuidad ya no la quería y se la fue a dejar a la casucha que el abuelo, un viejo pensionado, tenía en los Alpes suizos, donde vivía un perro san bernardo y un par de cabras (animales... caprinos, ahí si se nota la diferencia), y unos pollos, más uno que otro personaje raro, como Pedro que arreaba las cabritas, y otros más. Después vivía en casa de Clarita que andaba en silla de ruedas, y que se iban de paseo a los Alpes... En silla de ruedas en los Alpes!!! Esa tipa era campeona de los deportes extremos o qué? La cosa es que Heidi tiene que aprender a vivir con aquel viejo de mierda ermitaño que no pesca a nadie, y más encima hacer las cosas de la casa, y hasta tener tiempo de sacar a cagar al perro. Sin contar con llevar las cabras a la punta del cerro (literalmente), donde se juntaba con Pedro y jugaba con su pájaro Pichi... Termina en la cuidad para ir a la escuela y echando de menos al viejo de mierda (que ya era más viejo, pero menos mierda).
Uno ahora de viejo, se da cuenta de que todas aquellas historias eran más turbias que Infieles de CHV, pero como la infancia nuestra fue mucho más inocente, no te dabas cuenta de las cosas como ahora, ni de las incongruencias y mucho menos de las promiscuidades que allí salían, y simplemente te dedicabas a disfrutar la historia.
Eran los tiempos en que había una sola tele en la casa, tener dos era de ricos, y donde no habían consolas de juego ni celulares touch, por lo que nuestras vidas se imponían de la escuela, los amigos, la calle y la tele. Los recuerdos de aquellos tiempos llegan siempre con nostalgia porque no volverán, y en especial cuando por alguna típica razón se toca el tema de los monos animados en alguna tertulia, junta o reunión de amigos por acá y por allá. Todos terminan aportando muchos nombres de series y de personajes, porque aunque fueran de distintas épocas, aún se comparte aquella infancia donde se veía la tele casi en familia, y no encerrados cada uno en su pieza como hoy.
Cabe destacar los apartados musicales que muchas series trajeron consigo, terminando muchas canciones de los openings o endings casi como himnos e iconos de aquel tiempo. Recuerdo cuando las niñas jugaban a esos juegos con las manos, al cantar de la canción del opening de Candy, o como se comentaba la alegre canción de Remi, contrarrestando el tono llorón de la serie. Otras series también hicieron lo propio en dejarnos legados musicales, pero de aquellas series me referiré en su tiempo. Ahora basta con tener la claridad de que con éstas primeras series de monos animados, que miles de nosotros vimos y recordamos, pasamos mucho del tiempo junto a nuestras familias, comenzamos nuestro desarrollo canturriento con las canciones, y nos fomentaron la imaginación al vivir capítulo a capítulo, lo que nuestros personajes pasaban en sus historias.
Algunos, incluso, terminaron escribiendo historias por ahí...

Continuará...

REK.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Estrellas y Columpios


Me costó dar con ella.
Sabía ocultarse bien. Pero soy persistente, y tuve que tener paciencia, un don que ya no existe casi en mi. Pero la encontré. Se sorprendió de verme, aunque desconozco por qué, si debería haberme estado esperando. Pero, no es lo mismo esperar lo que pasa, que esperar a alguien, verdad? O sea, no es lo mismo tener certeza de que un día encontrarás a alguien, que encontrarlo. Las reacciones son diferentes, creo.
Como sea, la encontré.

- Vas a matarme? - me preguntó.
- Sí - respondí, con sinceridad (por si se le ocurría mirar mis ojos y ver otra cosa)
- Y puedo saber por qué?
- Me mataste.
- Y esa es una buena razón para matar a alguien?
- Hay otra mejor?

No me respondió. Quizás pensó sus palabras, o quizás analizaba rápidamente la situación, buscando la forma de huir. No importaba, no podría huir. Yo tenía todo planeado. Tal como ella lo tuvo planeado antes.
Era una despejada noche, llena de estrellas en el firmamento. Corría una leve brisa nocturna, apaciguando un poco el calor del verano. No había luna (mejor para mi, la luna es cosa de mujeres), pero la noche estaba iluminada lo suficiente como para verse las caras, los ojos..
Guardé silencio, atento a todas sus reacciones. Movía ligeramente los dedos de una mano, mientras empuñaba la otra. La pillé de sorpresa, lo sé. Y sabía que yo decía la verdad. Pero siempre debió saberlo. Al fin, quizás pensando que tenía su mejor argumento, me dijo:

- Pero estás acá. No estás muerto.
- Lo estuve, gracias a ti.
- Tonterías. No puedes matarme porque te maté, ya que estás vivo.
- Tonterías? Llamas tonterías a matar a quien amas?
- No. Esa fue una idiotez. Nunca lo conversamos, la verdad...
- Y tampoco lo haremos - me apresuré a interrumpirla.
- Aún así, estás acá. No se cómo.
- Viva nunca lo sabrás...
- Muerta si?
- Lo dudo, pero quizás.

Se quedó pensando de nuevo. Me quedé inmóvil, sólo mirándola. Miró al cielo y dijo:

- Has visto las estrellas esta noche? Están hermosas.
- Hace mucho no las veo.
- Me dan la sensación de infinidad, de vastedad.
- Aprendí de la peor manera, que las cosas no son infinitas.
- No son eternas.
- Tampoco.

Se dio la vuelta y lentamente fue a sentarse en uno de los columpios que habían en aquella pequeña plaza con juegos y plantas. Se meció lentamente, con la cabeza hurgueteando el suelo. Sus pies rozaban la arena del suelo, no era una niña como cuando la conocí. Tanto tiempo había pasado, que ya no éramos los mismos. Enderezó la cabeza y me miró.

- Pelearé, lo sabes - me dijo.
- Lo se.
- Bien.

Siguió meciéndose en aquel columpio.
Durante mucho tiempo, mientras la buscaba, sólo tenía acceso en mi mente a ciertos recuerdos, de dolor, de muerte. Ahora que estaba frente a ella después de tanto tiempo, mi mente se abría como un libro al viento, llenándola de otros recuerdos. Recuerdos agradables, recuerdos bonitos, de otros tiempos más felices. Estaba tratando de evitar su destino, meciéndose inocentemente en ese columpio? Con sólo tenerme pensando esas cosas, ya estaba haciendo un efecto en mi. Es astuta, no hay duda.

- No lograrás evitarlo - le advertí secamente.
- Se que no. Pero no puedes mentirme o negarme que no fueron buenos momentos.
- Fueron.
- Sí.

Dejó de mecerse y se puso de pie. Sus ojos encontraron los míos, pero su mirada era ahora diferente. Eran los ojos de a quien había ido a matar, no de la mujer que había amado y que me había matado. Por fin, con su mirada, alejé los pensamientos que tuve en aquellos momentos, y volví a tener los que correspondía tener, los que necesitaba tener para cumplir mi cometido.
Peleamos. Ella se movió primero, como lo supuse. Era fuerte, era rápida. Pero yo lo era más, no por nada estuve muerto. Y estando muerto, aprendes uno que otro truco. Espero que ella no aprenda el más importante de todos.
Peleamos. Fue duro, e incluso doloroso, debo admitir. Sus golpes mejoraron, y su astucia se dejaba notar en el combate. Quien la entrenó, lo hizo bien, pero mi maestro, mis maestros, son mucho mejores. Si quieres ser el mejor, debes aprender de todo, cierto? Sólo una cosa nunca me gustó.
Y en medio de la contienda, usó su magia, como lo esperaba. No me importó, no me asusté como cuando me mató. Ella esperaba quizás que sí, lo que la descolocó.

- Aprendiste muchas cosas - me dijo, tomando unos segundos de respiro.
- Te sorprenderías si supieras cuántas.
- Pero no aprendiste que la venganza no es el mejor camino.
- Eso deberías decírtelo a ti misma.
- Matarte me enseñó que la venganza es el peor de los caminos.
- Me dirás ahora que te arrepientes?
- No creas que no lloré tu muerte. Eras mi amor. Pero...
- Me mataste.
- Sí...
- Pelea - la desafié.
- Ya peleamos. Hemos peleado por mucho tiempo, más de lo que hoy hemos peleado. Quizás sea tiempo de dejar las peleas y buscar otros caminos - se notaba sincera, sus ojos ya no flameaban.
- Tu sabes el camino que seguirás - dije, sin mostrar sentimientos.
- Eso no lo decides tú.
- Sí, yo - y sin que siquiera pudiera reaccionar, acabé con ella.

Ahora me pregunto, si en ese momento terminó de aceptar su destino, el destino que fijé para ella, el que ella misma se fijó al acabar con mi vida. No opuso resistencia (y se que hubiese podido de haber querido). Dejó que hiciera lo que le dije que haría.
En sus últimos momentos, sus palabras entre quejidos y pausas de dolor, fueron las más sinceras que nunca antes le escuché.

- Tenías razón... Se... Se siente feo... que el que amas, termine... con tu vida... La venganza no es...el mejor... camino... Un día lo entenderás... amor mío

Me fui de ahí, no volví más.
Sólo espero que donde sea que está, no aprenda los trucos que aprendí yo estando muerto. Si lo hace, mi vida corre peligro... otra vez.