jueves, 23 de febrero de 2012

En los Pantanos de la Realidad


IV
Reencuentro

Había vuelto a casa con las compras, y ordenaba las cosas en las estanterías dedicadas a ellas, escuchando algo de música mientras esperaba el regreso de ella.
Sin embargo, mucho antes de lo que esperaba sonó la puerta de la calle. Le extrañó, no era momento en que regresara ella aún, asi que teniendo claro que era otra persona, se decidió a mirar primero por la orilla de la ventana, tratando de no ser descubierto. Afuera habían dos hombres bastante arreglados, con cara de pocos amigos, pero vio en sus chaquetas los emblemas de la Policía Civil, lo que al menos de momento lo alivió, pero también lo preocupó en otro sentido. Qué iba a hacer? Técnicamente era un indocumentado que no podría ni siquiera justificar su existencia, cómo explicar a la policía tal cosa? Debatió unos segundos consigo mismo, y prefirió no salir a ver qué pasaba. Los policías insistieron reiteradas veces, y al no obtener respuesta se marcharon en un vehículo negro con balizas de colores azul y roja. Se quedó meditando varios minutos sobre el propósito que había llevado a la policía hasta la casa de ella. Sabrían que él estaba allí, sabiendo que en realidad él estaba bajo tierra? Y si... Y sí le había pasado algo a ella? En ese momento se sobresaltó, y se arrepintió de no haber salido a abrir la puerta, pero en realidad hubiese tenido que dar explicaciones imposibles de entender. Entonces cómo saber que ella estaba bien? Sólo quedaba ir al lugar donde ella iba a encontrarse con su amigo, a ver si estaba bien. Cogió una gabardina negra y cerró la puerta, corriendo raudo por las mojadas veredas, mientras se ponía la gabardina bajo la lluvia.
Corrió lo más rápido que pudo, a ver si podía llegar antes de que se fueran a otro lado, ya que había pasado bastante rato desde que ella había salido. De pronto llegando a una de las esquinas vio un pequeño grupo de gente, y las luces de las balizas indicaban la presencia policial o de los vehículos de emergencia. Se le hizo un nudo en la boca del estómago, pero trató de conservar la calma y se acercó a la poca gente que había. Sea lo que sea que había pasado, ya era noticia vieja, pues sólo estaban los policías tomando medidas y anotando cosas, aunque claramente todo había sido muy reciente. Vio un vehículo estrellado en un árbol y al fin respiró más tranquilo. Sólo se trataba de eso, nada que ver con ella en realidad. Lamentó de igual forma el accidente, por la persona que iba conduciendo que fuera quien fuera ojalá se encontrara bien. Se apartó de la gente para seguir su camino cuando escuchó un comentario de una de las tantas viejas copuchentas allí apostadas aún mirando:

- Pobre chica, ojalá esté bien, pero iba tan mal, fíjate.
- Sí, yo vi cuando pasó, estaba esperando la luz. Fue terrible, no quiero ni recordarlo – respondió otra.

En ese momento volvió el pánico a su mente y a su estómago. Se acercó y preguntó qué había pasado. Lo que le dijeron lo dejó estupefacto, y peor cuando pidió que le describieran a la joven. Era ella, sin duda, y había tenido un grave accidente. Evitó a la policía con preguntas, y siguió rápidamente hacia el centro médico de donde era el vehículo de emergencia. Por el camino pensó miles de cosas, y se le vinieron a la mente todos los recuerdos de las cosas que hasta ahora había vivido con ella.
Ni bien llegó al centro médico, entró inmediatamente a preguntar por ella, y aunque le preguntaron muchas veces el tipo de parentesco y lo evitó siempre, al final le dijeron la verdad sólo en vista de las insistencias. Fue como si una bomba le explotara en el pecho, una angustia extrema se apoderó de su ser, y las lágrimas le salieron casi sin quererlo. Qué tipo de broma macabra estaba jugando el destino con él? Por qué moría la única persona con la cual podía vivir aquella miserable vida en otro mundo u otra realidad o lo que mierda fuera? Sin ser familiar o sin poder comprobar quién era, le fue imposible entrar siquiera a verla ni nada, por lo que se tuvo que alejar llorando bajo la lluvia con un sentimiento de pena y odio por la injusticia que el mundo había hecho. Su pena sólo era comparable al gran vacío que sentía en su corazón y en su alma, el que claramente no podía ser llenado con nada y menos en aquellos momentos donde una inmensa y pesada soledad se le estaba poniendo encima de los hombros. La mujer que amaba ya no estaba, no existía, y ahora qué iba a ser de él? Su realidad y su vida tampoco existían, y ciertamente la vida con ella ya tampoco existía, y aunque le apenaba y se garabateaba solo por pensar esas cosas en aquel momento de dolor, tenía claro que ni siquiera podría seguir en aquella casa que era de ella, y que su vida en ese mundo miserable y dañino, no podría ser nunca igual.
Por la noche hizo una simbólica cena para dos, con la mesa con mantel negro y velas del mismo color, y comió en soledad en una especie de homenaje a aquella maravillosa mujer que lo apoyó y amó sin preguntar más de lo debido y sin reparar en el hecho de que él no era él, si aquello podía entenderse. Silenciosamente alzó su copa al cielo, y diciendo “te amo”, bebió de aquel vino que pese a ser de una buena cepa, sólo sabía a amargura. Sería su última noche en aquella casa, no podía quedarse más, e incluso el quedarse esa noche era un riesgo que estaba corriendo. Pero no le importaba nada, sólo disfrutar aquella última noche con sus recuerdos y con las cosas que eran de ella, la casa que los acogió durante mucho tiempo, y donde él aprendió a amarla y a conocerla, y también acostumbrarse a su nueva vida. Ordenó las cosas luego de comer, guardó todo y se fue a dormir solo por primera vez desde hacía meses, y aquella soledad sólo le traía recuerdos que ahora eran dolorosos por no tener a su lado a quien amaba.
A la mañana siguiente sacó las pocas cosas que tenía en aquella casa, y se fue rápidamente de ahí, temiendo que llegara alguien de los familiares de ella o de sus amistades. Se fue a un hotel, dónde se quedaría por mientras encontraba un sitio donde arrendar para después buscar trabajo. Después salió de allí e hizo unas averiguaciones tratando de no dar muchos datos, para no levantar sospechas. Consiguió el nombre de quien había sido el responsable de la muerte de su amor, de su compañía, literalmente de su todo, y sabía en qué centro hospitalario estaba, y pretendía hacerle una visita, ya que sabía que las lesiones de aquel no habían sido como las heridas mortales de ella, y se recuperaba satisfactoriamente.
Permaneció en aquel hotel hasta el día del funeral de ella, información que se consiguió haciéndolas de espía nuevamente, y siguiendo secretamente a gente que podría tener los datos, especialmente familiares de ella. Así obtuvo el día y la hora, y el lugar. Sintió algo extraño cuando supo que ella quedaría junto a su tumba, es decir la de él.
El día del funeral fue un día lluvioso y bastante frío. Después de las emociones y de las palabras, la gente se retiró y él se acercó a decir unas últimas palabras, luego de lo cual abandonó el lugar llorando bajo la copiosa lluvia de aquel horrible invierno. Por la noche llegó al hotel y se acostó, cansado y apesadumbrado. Se durmió con los ojos con lágrimas, con recuerdos en su mente, pero sintiendo de pronto una quietud que no sentía ya no recordaba desde cuando.
Por la mañana despertó tarde, el sol entraba por la ventana a raudales, y sintió incluso algo de calor. No alcanzó a abrir ni los ojos cuando una voz femenina le gritó desde la puerta:

- Y a qué hora piensa levantarse el rey de los flojos?

Aquella voz no la escuchaba hacía mucho, mucho tiempo, incluso apenas la reconoció. Abrió los ojos refregándolos aún de sueño, y su impacto fue mayúsculo al ver la delgada figura de su madre en la puerta de su pieza, sí, SU pieza!

- Mamá?? – fue lo único que le salió de la boca, sin siquiera haberlo pensado o analizado.
- Quién más? Un muerto, un fantasma? - replicó ella entre sonrisas
- Qué pasó? Qué hago aquí?
- Acá vives hace mucho, o ya lo olvidaste? Seguro te fuiste de farra anoche con Hee y tus amigos y has olvidado hasta quien eres, mira la hora que es! – y diciendo esto cerró la puerta y se fue a otro lado de la casa.

Aún medio dormido, no paraba de estar emocionado pero a la vez extrañado. Realmente estaba en su casa? Al parecer sí, y aquella claramente había sido su madre despertándolo a gritos como casi todos los fines de semana que dormía hasta tarde. Miró a su alrededor y en efecto aquella pieza lucía como la suya, como su tan añorada cama con su cuerpo marcado en el colchón, con su cojín con diseño de automóvil, sus paredes tapizadas con imágenes de diversa índole, sus muebles y sus adornos, incluso los vehículos de colección a escala encima de su escritorio. Qué había pasado? Había vuelto a su mundo, a su vida? Era aquello siquiera posible? Pero si había estado viviendo una vida diferente, era perfectamente posible que volviera, de alguna forma misteriosa tal como se fue, a su vida normal. Excepto de que todo se tratara de un mal sueño y simplemente despertó de él. Cómo diferenciar entonces ahora las cosas? Le era imposible, y se quedó varios minutos intentando buscar una respuesta a aquel enigma. Revisó su reloj que estaba encima de su escritorio, era domingo, más de las 11 de la mañana. Hizo memoria y su última noche donde recuerda que estuvo en su casa, había sido el sábado, por ende cuadraba todo, lo que le daba la idea de que había sido solamente un mal sueño, aunque extrañamente demasiado real. Terminó por decidirse y se levantó, transitó por su casa antes de ir a ducharse, vio a su familia, y aunque no les dijo nada, su emoción fue muy grande, y antes de soltar unas lágrimas acusadoras, se fue al baño para ducharse. Después de ordenarse y abrazar a su familia, lo que descolocó a cada uno de los miembros y asumieron que estaba ebrio o loco, salió raudo para encontrar a la única persona que quería ver en aquel momento, y que por aquel extraño sueño (estaba asumiendo que era un sueño), extrañaba como a nadie más en la vida.
Ella se había levantado temprano, y estaba afuera de su casa ordenando un poco las flores del jardín en aquel soleado día primaveral. Estaba afanada en ello cuando a lo lejos por entre las plantas y la reja vio la silueta de él, y le extrañó que viniera en aquella mañana de domingo, pues sabía que los domingos él se dedicaba a otras cosas y no a hacerle visitas a ella. Se puso de pie, limpió un poco sus ropas que tenían ramitas y hojas encima, y fue a abrir la puerta de la reja que aún permanecía con llave. Al hacerlo, esperó con una sonrisa a que él llegara, y le hizo señas con la mano saludándolo a la distancia. Él echó a correr y llegó donde ella, y la abrazó de una forma muy inusual, pero su sorpresa fue mayor cuando él la tomó de la cintura y la besó en los labios. Ella quedó petrificada, sin saber qué hacer, no tanto por la sorpresa del hecho, sino porque parte de ella no quería que aquello terminara.

- Hee, mi amor!! – Exclamó él.
- Y... Yll, qué te pasa? – dijo ella aun perpleja.
- Lo siento, no me alejaré más de ti, te lo prometo.
- De qué hablas, Yll? Ya me estás asustando.
- Disculpa – dijo él separándose de ella-, me dejé llevar por un impulso loco... No debí.
- No, tranquilo. Sólo que no entiendo a qué vino todo eso.
- Después te lo explicaré, ahora vamos, quiero salir de acá – dijo él, tomándola de la mano.
- Bien, pero deja cerrar la casa. Espérame acá – dijo ella.

Ella se fue a cerrar las puertas y ventanas de su casa, extrañada por la actitud de su amigo. Sin embargo, en su interior estaba comenzando un debate entre sus propios sentimientos y su razón, ya que no le desagradaba el tema del beso, y de hecho sentía cosas por él desde hacía mucho tiempo, pero la realidad es que hasta ahora nunca habían sido más que amigos, y no entendía el porqué de aquella reacción. Pero le agradaba la idea de salir, en especial un domingo en la mañana con él, pero mayoritariamente para ver qué iba a explicarle él por lo que había hecho. Terminó de cerrar y salió a la reja, donde él ,a esperaba claramente impaciente. Cerró la puerta y comenzaron a caminar en silencio.
Él sólo sentía alegría de estar con ella, y mientras caminaban le tomó cariñosamente la mano. Ella lo miró y sonrió, y no le apartó la mano. No conversaron mucho por el camino, pero qué más daba? Ya habría tiempo de conversar. Además él debía primero ordenar las cosas en su cabeza, como para contar aquel sueño, o aventura increíble en sueños, que no se iba de su mente. Sin embargo, estaba disfrutando de su compañía, de la compañía de quien amaba o soñó amar, y eso bastaba.
Se alejaron caminando tomados de las manos, por aquella calle de frondosos árboles que proporcionaban sombra y frescura a aquel ya caluroso domingo de primavera, hacia un incierto pero diferente futuro.

Epílogo

Dos hombres estaban en un bar restaurant en una noche cualquiera, sentados frente a frente. Uno de ellos, llevándose el vaso a la boca antes de beber dijo:

- Y por qué me has contado todas éstas cosas? Qué tengo yo que ver? Y por cierto, por qué me buscaste?
- Tienes mucho que ver, aunque de forma indirecta. Te lo conté porque necesitaba que entendieras – respondió el otro, agitando un poco su vaso revolviendo su contenido.
- Entender qué? Sólo he escuchado una historia estúpida de un tipo que soñó no se qué mierdas.
- No pusiste atención.
- Claro, puse bastante atención. Aparte de mirarle el culo a la camarera, escuché tu falsa historia de un tipo que probablemente se drogó y soñó que tenía una mujer y que esa mujer moría en un accidente y que...
- Tú conducías – interrumpió el otro.
- Qué? Yo qué?... Por favor, que tu o tu historia sean cosas dignas de un psicólogo no significa que me metas a mi en esto.
- Tú conducías, tú la mataste. Tus datos de dónde crees que los saqué para ubicarte?
- Estás demente! – dijo y se puso de pie para retirarse.
- Tranquilo, siéntate. Siendo honesto, te busqué para de alguna forma ajusticiarte, no sé. Pero mientras te contaba la historia, me daba cuenta de lo estúpida que era la idea, pues técnicamente no has hecho nada. Aunque en algún lugar de mi ser siento odio por ti.
- Realmente estás loco, hazte ver.
- Ve en paz, sólo quería que supieras una historia, y el motivo por el cual aunque quisiera anteriormente, no hice nada en tu contra. Y una cosas más, maneja con cuidado bajo la lluvia.
- Ni se quién eres, no me des consejos, estás enfermo! – dijo el hombre y se puso de pie, retirándose del local.

El otro personaje se quedó en silencio unos momentos, y se bebió lo que quedaba de su vaso con tranquilidad. Pagó la cuenta y se puso de pie para salir. De pronto miró hacia un extremo de aquel local, y se encontró con la mirada de una chica de negras vestimentas y alborotado cabello negro, de piel algo pálida, en una de las mesas. Extrañamente le pareció familiar, como si antes la hubiese visto, pero estaba seguro que no la conocía. Ella le hizo un guiño con el ojo, como si aprobara lo que había hecho, más que si le estuviera coqueteando, al tiempo que bebía del contenido de su taza. Él sólo le correspondió la sonrisa y abandonó aquel lugar, sientiendo un tremendo alivio en su interior.

FIN.

REK.

lunes, 20 de febrero de 2012

En los Pantanos de la Realidad

III
Reestructuración

Por algún tiempo las cosas estuvieron tranquilas entre ambos. Sin embargo, su auto impuesto alejamiento de contacto humano externo comenzó a poner los ánimos un poco irritables. No bastaba con quererse o amarse y sólo compartir con la persona que quieres, sino que de una u otra forma también había que convivir con el resto de la humanidad.
Eran los finales del otoño, la estación preferida de ambos, donde salían a caminar pisoteando las hojas secas que habían caído de aquellos añosos árboles gigantescos de los parques, y aunque los parques los esperaban, no salían mucho como quisieran. Eso la tenía bastante inquieta a ella, sobretodo por ser una persona muy sociable y extrañaba a sus amigos, a quienes rara vez veía y siempre en tiempos cortos, y con el peso de esconderlo a él, ya que nadie debía saber que existía, si es que esa era la palabra. Él por su parte, aunque amaba los momentos junto a ella, en su fuero interno extrañaba también compartir con sus amigos, pero los de su mundo, no los que ahora existían, y también su familia que en éste mundo eran unos completos extraños, y a quienes no iba a asustar apareciendo de la nada como si su hijo hubiese vuelto a la vida milagrosamente.
Estaban cenando una noche de aquel otoño, cuando ella rompió el silencio mirándolo a los ojos:

- Necesitamos relacionarnos, Yll. Soy feliz contigo, no lo dudes, pero esta soledad me está matando. Se que veo a mi familia cuando voy a casa, que a veces veo a mis amigos, pero siempre debo hacerlo sola, me entiendes?

Él guardó silencio unos segundos, comprendía lo que ella decía, pero no quería responder cosas a la rápida.

- Sí, te comprendo, Hee. Y de hecho yo también quisiera compartir con más gente, no porque no quiera estar contigo, sino porque es verdad que somos individuos de una sociedad y cuesta mucho aislarse de ella. Hemos hecho a un lado realidades o verdades por estar juntos, y aunque me encanta tu compañía y lo que tenemos juntos, esas verdades nos afectan interiormente, supongo que más a mi que a ti, ya que si tu extrañas a tus amigos, puedes imaginar como yo extraño a mi familia.

Ella lo entendía perfectamente, pero no quiso responder para que él no lo tomara como reproche o como inicio de una discusión. Comió un poco más, bebió jugo, y entonces respondió.

- Lo se, Yll. Comprendo lo que me dices. Pero qué hacemos? No podemos volver las cosas a su normalidad, y francamente es algo que no quiero que pase.
- Quizás ya no pasó, quizás ésta es la realidad que debemos vivir, que yo debo vivir, y punto.
- Ojalá fuera así.
- Ahora es así, hoy es así.
- Tienes razón, disculpa mis tonteras.
- No son tonteras - dijo él tomándole la mano -. Comprendo tu preocupación, pero ten en cuenta que eres tu misma la que ha evitado encuentros, porque habría que dar explicaciones que ni siquiera tenemos.
- Sí, lo se. Y aún creo que así es mejor. Lo siento...
- Tranquila, no te angusties. Comamos, y saldremos un rato, te parece?

Ella asintió con una sonrisa, y siguieron comiendo, aunque seguía pensando en que aquella "soledad" tarde o temprano iba a pasarles la cuenta.
Por la noche salieron a caminar como lo habían acordado. Corría algo de viento, lo que ayudaba a que el clima fuera agradable y a que más hojas cayeran de los árboles, llenando los caminos de los parques de aquellas hojas color marrón, convirtiéndolas en improvisados caminos alfombrados y sonoros a las pisadas. Iban silenciosos, no tenían muchos ánimos de conversar, aunque hubieran miles de temas para hacerlo. Caminaron lentamente tomados de la mano como gesto de cariño y también de comunicación en aquella noche silenciosa, hasta que volvieron a casa, para dormir abrazados sin decirse nada excepto el buenas noches. Pese a no conversar, el silencio y el viento los hicieron sentirse mucho mejor, analizando las cosas cada uno en su cabeza, y sintiendo también la compañía del otro, que apaciguaba siempre cualquier problema.
Un día, decidieron confiar en alguien y revelar el secreto. Ella había siempre contado que tenía pareja, que incluso vivía con él, pero nunca lo presentó a nadie, ni dejó que alguien fuera a su casa desde que él estaba allí. Sus amigos, especialmente sus amigas, como buenas mujeres, querían conocerlo, ver qué tal era, incluso dar su opinión sobre aquel misterioso hombre que le había devuelto la sonrisa perdida hacía muchos años.
No sería un proceso fácil, y debían seleccionar con mucho cuidado a la persona digna de aquel secreto. Él propuso que sólo fuera una persona amiga de ella, no de él antes de su muerte, a lo que ella estaba de acuerdo, puesto que habría mucho más que explicar aún. Ella decidió contárselo a un hombre, pues las mujeres por su naturaleza son más propensas a contarlo todo y están imposibilitadas mentalmente de guardar un secreto. Además había un hombre a quien había conocido hacía unos dos años, mucho después de la muerte de él, hacía cinco. Preparó el camino por semanas, intentando tener todos los detalles de las posibles reacciones que pudiera llegar a tener, puesto que pese a ser amigo relativamente nuevo, todos conocían que su tristeza estaba íntimamente ligada a aquel hombre bajo tierra. Él la ayudó a buscar la mejor estrategia y la mejor opción, ya que tampoco quería provocar un colapso universal intentando explicar algo que no podía, no sólo a una, sino quizás a muchas personas, y que probablemente nunca le iban a creer nada.
Finalmente se decidieron por éste amigo de ella, quien sería el receptor de un secreto que guardaron por mucho tiempo, y que ellos mismos muchas veces ni siquiera recordaban, o preferían pasar por alto. Esperaban que la estrategia funcionara, y al menos por un tiempo siguiera siendo algo privado, ya que posteriormente, especialmente después de los resultados de ésta especie de experimento, pensaban extenderlo a más gente, para por fin terminar de relacionarse con más gente.
Corrían las primeras semanas del invierno, el frío se apoderaba de la ciudad y la gente se incomodaba con tanta ropa encima, cuando decidieron poner en marcha su plan. Ella iba a juntarse con éste amigo en particular, mientras él iba a comprar algunas cosas al negocio cercano. Comenzó a chispear cuando ella salió, y mientras él la miraba alejarse por la calle en dirección contraria, tuvo una sensación extraña en su interior, pero no supo definirla ni explicarla, pero prefirió olvidarla y proseguir caminando a comprar. Ella miró al cielo encapotado e hizo un mohín de desaprobación. La lluvia que se avecinaba no era una buena señal como para el delicado y complicado paso que estaban dando. Apresuró el paso y se perdió entre las calles y la gente que por aquellas horas andaba por allí.
Él pese a estar de acuerdo con la idea que iban a llevar a cabo, la verdad en su interior no le preocupaba mucho. Su mundo y su vida no los podría recuperar, no los tenía en ese momento, por lo que ahora hoy por hoy era una especie de vida prestada, entonces no le importaba conocer o compartir con más personas, excepto con ella. En su vida real, si así podía llamarla, su relación con ella había sido más ambigua, nunca se había convertido en una relación de pareja quizás por falta de tiempo o por falta de decisión. Los sentimientos estaban, eso lo sabía, pero nunca pasaron más allá. Eso nunca se lo había dicho a ella, la ella actual, y tampoco nunca le había preguntado si con él, él de éste mundo, había pasado algo más. Sabía que ella siempre recordaba con gran cariño lo que habían vivido, que durante cinco años lo recordó y lloró su muerte, pero nunca preguntó si era como amigos o como algo más. Ahora vivía en un mundo extraño en el cual se estaba acostumbrando, y sin duda su mayor ancla y su mayor apoyo, especialmente para su mente perturbada por los recuerdos de una vida lejana y sin existencia real en este momento, era ella.
Ella por su parte deseaba seguir con él, seguir esa relación truncada hacía cinco años, pero también quería recuperar la vida que llevaba antes de que él apareciera y volviera a brillar en su vida. Extrañaba las fiestas con sus amigas, compartir con los amigos, y también la soledad de una noche de luna, o la compañía placentera de su familia, como cuando era niña. Amaba su vida junto a él, pero quería recuperar también en parte su vida de soltera, y no por querer estar sola, sino más bien por compartir con el resto del mundo. Ella sabía que su vida actual era un milagro inexplicable, un sueño del que en cualquier mañana podría despertar y ya no tenerlo, cuando él recuperara su vida normal, y ella volviera a llorarlo por segunda vez. Pero prefería eso, prefería tenerlo al menos ahora, que no tenerlo nunca más. Y mientras ese milagro siguiera, quería que fuera lo más normal dentro de lo que se podía. Por eso se había decidido a poner en ejecución el primer paso del plan, y por ello se dirigía por las calles caminando con prisa, evitando mojarse con el chispeo incesante que anunciaba que la lluvia se dejaría caer con fuerza en unos minutos más.
Faltaban pocas cuadras para llegar al lugar del encuentro, la lluvia comenzaba a caer más fuerte, e incluso corría algo de viento. Llegó a una esquina, y esperó el turno para cruzar la mojada calle. Los vehículos pasaban raudos dejando estelas de agua que llegaban a las orillas de las veredas, incluso algunos pasaban cerca de las aceras levantando agua de las posas que se formaban, mojando a más de algún transeúnte desprevenido. Llegó el momento de cruzar la calle, y ella avanzó unos pasos, pero en ese instante todo cambió para siempre. Sólo sintió el chirrido de los neumáticos arrastrándose por el pavimento mojado, sin tener agarre para frenar, y miró hacia su derecha cuando el vehículo ya estaba casi encima sin posibilidades de esquivarlo de ninguna manera. El golpe fue brutal y tremendo, debido a la velocidad con la que venía el vehículo y con la imposibilidad de frenar con la calle mojada. Ella fue lanzada a varios metros del lugar del impacto, cayendo secamente al duro pavimento, quedando en extremo mal herida. Sólo el impacto con el vehículo le había roto varios huesos, y la caída a la calle sólo agravó el problema dándose de lleno en la cabeza, y rompiendo uno de sus brazos con una terrible fractura expuesta. El vehículo siguió su loca travesía y sin control terminó estrellándose en uno de los árboles cercanos, destrozando todo el frente del motor, y dejando a su inexperto conductor enterrado en el volante, con varias lesiones. Las personas que caminaban por allí soltaron gritos de angustia y de asombro, y unos pocos corrieron a ver a la joven que yacía en el suelo, sangrando y con claras muestras de contusiones externas e internas. Otros tantos fueron a ver al conductor aún encerrado en su vehículo. Se llamaron a los servicios de emergencia, mientras se acumulaba la muchedumbre a ver qué había pasado. Uno de los cercanos la cubrió a ella con su chaqueta, hablándole de vez en cuando para que reaccionara, pero no había respuesta. Temiendo lo peor, se decidió a acercar su oído al pecho de la joven, sintiendo aún unos leves latidos y una dificultosa respiración entrecortada. Se asombró, estaba aún con vida!
Llegaron los servicios de rescate y emergencias, y después de mucho examinar y de conversar, subieron delicadamente a la joven al vehículo de emergencia para trasladarla a un centro médico cercano. Estaba viva, pero probablemente no duraría mucho en esas condiciones, pues realmente estaba muy mal herida. Otros asistentes habían sacado al conductor del vehículo accidentado, y también lo llevaron a un centro asistencial, aunque iba en muchas mejores condiciones que ella.
Por el camino al centro médico, ella cobró la conciencia unos minutos, y preguntó qué pasaba en un balbuceo que sólo los médicos son capaces de entender. Le respondieron que tuvo un accidente, pero que ya se dirigía para ser atendida, más de lo que ya era en el vehículo de emergencia.

- Yll... Yll... Dígan.. Díganle que lo amo... Que me .... perdone..
- No hable, señorita – le replicó uno de los asistentes.
- Lo.. Lo siento...

Pese a las infructuosos intentos de mantenerla con vida, los médicos no pudieron conseguir que se mantuviera consciente durante el trayecto, y al mencionar a su amor, se le extinguió la vida como se extingue una flama bajo aquella lluvia.
Días después, en el mismo cementerio donde él estaba enterrado, fue el funeral de ella. Una ceremonia triste y silenciosa, con una copiosa lluvia cayendo desde el cielo, como lágrimas eternas por aquella injusta muerte. Su familia había hecho todos los trámites para que su última morada quedara junto a la de la persona que ella tanto amó y tanto extrañó, por lo que al lado del foso donde se realizaba el funeral, estaba la lápida de aquel hombre, como muda testigo de las tristes circunstancias de la vida.
La gente ya se retiraba, cabizbaja y en silencio, cuando él se acercó al lugar donde ella había sido dejada para su descanso eterno. Se había mantenido aislado de los demás, nadie lo conocía, y no iba a aparecerse justo en aquel momento con frases que no tendrían sentido para los demás. Prefirió hacerlo en solitario, y en silencio lloró a la persona que lo había ayudado tanto, con quien había tenido una vida, dentro de lo falsa que era esta vida que ahora tenía. Sentía mucho dolor, y un inmenso vacío. Miró al lado y vio la tumba con su nombre, y al menos le reconfortó que ella estuviera junto a quien siempre amó, aunque fuera en la muerte.
Se alejó del lugar, cayéndole la lluvia por el pelo y el rostro, confundiéndose las gotas con sus lágrimas, y emprendió el regreso a la casa de ella, sin saber bien qué iba a hacer de ahora en adelante. Aunque en su corazón, aparte de dolor, había odio y resentimiento, por aquel individuo irresponsable que había causado tal pérdida, pero se guardaba ese odio para después, porque como había sobrevivido al accidente, iba posteriormente a buscarlo y ajustar cuentas él mismo si era necesario.
Saliendo del camino donde estaba su tumba, y ahora su amada, miró por última vez a lo lejos aquel sector, y entre la lluvia y la bruma le pareció ver a alguien, una delgada figura sombría, pero seguramente se trataba de alguien del campo sepulcral que iba a realizar detalles posteriores para el cierre del foso y la instalación de la lápida. Se volteó y caminó bajo la lluvia, hundido en sus recuerdos y culpando al destino de tan cruel jugada.

REK.

jueves, 16 de febrero de 2012

En los Pantanos de la Realidad

II
Reconexión

Durante el regreso a casa de ella, ninguno de los dos habló nada. Ella se sentía triste porque no sabía cómo ayudarlo, y él se sentía apesadumbrado por lo que había visto. Fueron a aquella plaza a tomar un descanso, mientras él ordenaba sus ideas en la cabeza.
Estuvieron así por mucho rato, ella ya comenzaba a inquietarse al verlo mirar hacia un punto fijo aunque realmente no viera nada en específico. Tenía tantas preguntas, tantas cosas que quería saber, pero comprendía que el silencio quizás era la mejor ayuda para él.
Él mientras tanto, se daba cuenta de que era imposible obtener ayuda de ella, ya que técnicamente y literalmente no era la misma "ella" que conoció y compartió, ya que por aquella jugada casi macabra del destino o el tiempo o vaya a saber quién, no era su mismo mundo ni nada era igual.
Era compleja la situación, aparte de extraña sin duda, por lo que requería tiempo y paciencia, algo que justamente ambos estaban a punto de terminar, ya que ansiaban entender bien las cosas y los porqués.
Finalmente cuando ya había pasado casi una hora, ella sonrió y lo tomó de la mano y le dijo que lo invitaba un helado, a lo que él respondió sonriendo que si. Caminaron hasta la gelatería cercana a la plaza, y pidieron sus helados y comenzaron a caminar lentamente por el rededor de la plaza, mientras conversaban.

- Ordené los hechos tal cual me ocurrieron, pero no logro obtener ningún indicio de lo que pasa.
- Quizás falte un detalle - dijo ella
- Hee, pese a que claramente no eres la misma Hee que yo conocí, agradezco tu ayuda, y agradezco que de la nada me recibas en tu casa.
- Oh vamos, Yll. No digas esas bobadas. No seré yo la misma para ti, pero para mi es un sueño hermoso el poder compartir con alguien que enterré hace 5 años atrás.
- Ese "alguien" sigue enterrado en esa tumba - dijo él, con pesar.
- Sí, lo sé. Lo acabamos de ver. Pero también te veo a ti, caminando a mi lado, compartiendo un helado, y me dice que los milagros si existen - dijo sonriendo.

Él se quedó parado, mirando como ella caminaba casi saltando. Y si ella tenía razón? Y si de verdad el milagro era ese, ser la oportunidad de ser él mismo, en un mundo donde debía estar muerto, para darle alegría a ella? Si llegaba a ser así, sólo importaba eso y nada más. Aún así, quería entender qué pasaba, y quizás también recuperar su vida.
Pasaron los días, y ambos ya tomaban con cierta naturalidad las cosas, sin complicarse tanto y sin quebrarse la cabeza buscando pistas o soluciones. Incluso habían días donde ni siquiera se acordaban del problema, y convivían diariamente como si así lo hubiesen hecho toda la vida. Sin embargo, estaban siempre solos, nunca se hacían acompañar, ya que tendrían que dar muchas explicaciones a quienes quizás recordaran cómo era él y cómo podría ser hoy en día. Y lo peor, es que eran explicaciones que no tenían, por lo que decidieron vivir aquellos días en solitario, dándose compañía y compartiendo. Por las noches, cada uno en una habitación abrazando a la soledad, volvían los recuerdos, las memorias, las vivencias, no sólo de las vidas "pasadas", sino de la actual, en la compañía del otro. Esto los reconfortaba y los alegraba, sin duda, pero aunque le restaran importancia, siempre estaba la incertidumbre de parte de ambos, con un sentimiento de vivir vidas prestadas por un corto tiempo, y que quizás a la mañana siguiente despertarían cada cual en su casa después de un sueño extraño pero con un gran matiz de felicidad.
Una mañana, él despertó sobresaltado. Había tenido un sueño diferente a los de siempre, un sueño que lo había sentido muy real, aunque siguiera siendo un sueño. Se enderezó en la cama tratando de agarrar de su memoria los máximos detalles de aquel sueño, pero con el sobresalto con que despertó, se le iban rápidamente los recuerdos a la tierra de los sueños olvidados. Ella lo había sentido despertar abruptamente desde su habitación, y fue a ver qué le pasaba, pese a que él no emitió ningún grito ni nada parecido, sino que era como que su subconsciente le indicó que algo pasaba. Llegó a la habitación contigua, y allí lo encontró sentado en la cama con las manos en la cabeza, con actitud pensativa.

- Qué pasa, Yll? Pesadillas?
- Eh? No - respondió él, sorprendido de verla ahí, ya que ni siquiera la sintió entrar.
- Entonces? Te sientes mal?
- No. No fue una pesadilla. Fue un sueño, nada más. Pero tenía algo diferente.
- Diferente? - preguntó ella
- Si, Hee. Real, se sentía real. Sé que era un sueño, lo tengo claro, estoy despierto. Pero no puedo recordar qué era.
- Bueno, sólo fue un sueño, no te preocupes.
- Había algo importante en aquel sueño, Hee. Pero no puedo recordar qué.
- Uhm, quizás lo recuerdes con el día. No tortures más tu mente. No más de lo que ya lo haces siempre, al menos - le dijo sonriendo un poco.
- "Los símbolos tienen poder. Es lo más importante de todo el universo"
- Qué?
- Eso recuerdo. Lo único que he podido recordar.
- Era un sueño, Yll. Vamos - dijo poniéndose de pie. - Vamos a desayunar, luego te bañas y despejas tu mente, olvídate de tu sueño por ahora.
- Pero y si es algo importante? - replicó él.
- Lo sabrás después, no ahora. Menos sin comer.

Ella se puso de pie y fue a la cocina a preparar algo para desayunar. Él se quedó un rato pensando, y luego tomó un lápiz y un papel y escribió aquellas palabras que había recordado, antes que el correr del día se las llevara de su mente. Se puso más ropa, y fue a la cocina a ayudarla con el desayuno, aún dando vueltas a aquellas palabras. "Los símbolos tienen poder. Es lo más importante de todo el universo", qué podía significar eso? Sabía que habían más palabras en ese sueño, más hechos, más cosas, pero sólo pudo recordar esas, y no le daban muchas espectativas de entender qué significaban.
Mientras desayunaban, intentó pensar en otra cosa, más por ella que por él, ya que no quería que se preocupara de más. Además estaba pensando en que ella quizás no quería que él descubriera nada importante, quizás con la idea de no terminar ésta "vida" que estaban llevando juntos. Mal que mal, "él" había estado muerto por 5 años, y ella ya había declarado como un milagro que pudiera estar junto a él, aunque no fuera él en realidad. Pensó en preguntarle mientras comían, pero prefirió no hacerlo. Total, era mejor disfrutar las cosas como estaban, no?
Por la tarde salieron a pasear a un jardín botánico que estaba cerca de donde vivían. Un lugar donde se respiraba tranquilidad y el silencio sólo era roto por el silbido de las aves que lo visitaban y que vivían ahí, y el leve murmullo de las personas que caminaban por sus sinuosos senderos de gravilla. Las piedrecillas crujían bajo sus pisadas, y el sol iluminaba y calentaba sus rostros juveniles. Conversaban de sus historias, de sus vidas, de lo que habían hecho, de lo que no hicieron, de sus nuevas historias en aquellos días que llevaban juntos, de lo que compartían, etc. Llegaron a una laguna dentro del jardín, con puentecitos de madera que la comunicaban con otros extremos del jardín. Ella se acercó a la orilla y se recostó en el pasto mirando hacia el cielo. Él se quedó de pie, mirando el agua moverse suavemente por el efecto del viento. Ella lo miró y le hizo señas con la mano de que se recostara junto a ella, a lo que él accedió sonriendo y juntó su cuerpo con el de ella mirando hacia el cielo. Se quedaron en silencio bastante rato, disfrutando de aquellos sonidos de los pájaros, del susurro del viento, y de la sensación de estar solos en el universo.

- No quiero que se termine - dijo ella de pronto.
- Mmm? - se limitó a murmurar él, tomado por sorpresa y fingiendo no saber a qué se refería.
- Yll, hemos vivido días maravillosos. Sé que no eres "él", pese a que si lo eres. Hemos obviado esas cosas, yo misma he pasado por alto el gran detalle de que sé las cosas como son, para que tengamos éstos días maravillosos, porque así lo he querido, y por ende no quiero que terminen. Te dije que para mi es un milagro poder compartir contigo, es como una segunda oportunidad que la vida nunca da, y fui tan afortunada en recibirlo, que aunque me pregunte "por qué yo?", prefiero no saberlo con la condición de seguir contigo.

Él se quedó callado, la verdad no sabía qué decir. Aunque lo hubiera pensado así en estos días, no tuvo las palabras para interrumpirla en algo o para decirle algo específico. Prefirió entonces guardar silencio por un rato, hasta que por fin habló.

- Hee, no voy a dejarte. La situación sabemos que es extraña, nos hemos hecho los tontos es cierto, pero sabemos que no es "natural" y que quizás en cualquier momento se revierta. Aún así, estoy feliz de compartir contigo, de tu apoyo y de tu ayuda.
- No es un favor.
- No lo tomo como tal, sólo hacía el alcance. Dije que estaba feliz de estar contigo.
- Me besas?

Y sin pensarlo, él la besó.
Se abrazaron tiernamente ahí en el pasto, y se tomaron de las manos y siguieron viendo al cielo, sin decir más palabras. Al rato se levantaron y siguieron caminando y conversando por aquel jardín, tomados de las manos alegremente.
En la noche, luego de haber comido algo y de haber visto televisión, se dispusieron a ir a dormir. Él se dirigió a su habitación como todas las noches, pero ella lo interrumpió. Lo miró a los ojos, y le susurró que la acompañara, que después de tanto tiempo, no quería dormir sola. Y no lo hizo, ya que él la besó y fue a dormir con ella. Y después de hacer el amor por primera vez, se durmieron abrazados como nunca lo habían hecho, reconfortándose uno al otro hasta la mañana siguiente, sin importarles ninguna historia de fantasía ni de ciencia ficción ni religiosa.
La mañana siguiente él despertó primero. Se sobresaltó y miró a su lado, y respiró tranquilo por primera vez en mucho tiempo. Ella aún estaba ahí a su lado. No se había acabado el "sueño" o "milagro" que lo había llevado a ese instante sublime. Le besó tiernamente la espalda, a lo que ella correspondió una coqueta sonrisa, luego la abrazó y siguieron así un buen rato durante aquella brillante mañana.
Los días siguieron pasado rápidamente, y su relación se fue consolidando con ellos. Y aunque ambos hacían la vista gorda de la realidad (aunque quebrantada), intentaban ser felices con lo que la vida les daba. Disfrutaban de las mañanas silenciosas, de las tardes bulliciosas, salían a caminar por los parques, iban al cine a ver películas, compartían un helado o un café, o simplemente se paraban en el jardín de la casa de ella a contemplar el cielo, o las estrellas cuando era de noche. Si su vida era esa, por qué preocuparse de una que ya no era?
A pesar de todo, él extrañaba su vida real (difícil le era llamarla así, ya que su actual condición era bastante real también), pero no se lo decía a ella ni lo hacía notar. De vez en cuando, especialmente en los pocos momentos de soledad que se permitía, recordaba su familia, sus amigos, hasta al viejo cascarrabias del negocio de la esquina. Nunca fue muy apegado a la familia, pero de igual forma extrañaba un poco eso, la compañía de más personas que no fueran solamente ella, y se sentía mal por pensar así, ya que hoy por hoy, ella lo era todo para él, y de una forma bastante literal.
A veces, en aquellos minutos en que observaba las estrellas por la noche, recordaba aquellas palabras que siempre traía en sus documentos, aquel papel que escribió luego de ese sueño tan real, y pensaba tratando de sacarles algún significado, pero nunca lo lograba. No necesitaba el papel, su cerebro ya las había memorizado: "Los símbolos tienen poder. Es lo más importante de todo el universo".

REK.

lunes, 13 de febrero de 2012

En los Pantanos de la Realidad


I
Reinicio


Y allí estaba, siendo una prueba inequívoca de que lo que él había escuchado era verdad, de que lo que le habían dicho era cierto. Pero cómo era posible? Estaba de pie frente a su tumba, lo sabía porque su nombre estaba ahí escrito en aquella añosa lápida gris. La fecha de nacimiento concordaba con la suya, y la fecha de su muerte estaba datada en 5 años atrás. Incluso habían restos de flores secas en los bordes, lo que significaba que era real, no era un truco hecho ahora último, era verídico que alguien en un pasado cercano había ido a su última morada a dejar flores y a decir unas palabras o pensarlas, quizás. Entonces qué significaba todo aquello? La verdad no tenía la más remota idea, y su mente estaba tan confusa que poco y nada cuerdo podía sacar en limpio en aquellos momentos.
Llegaron a una plaza, la plaza en la que jugó desde niño, la que conocía tan bien, la que fue testigo de sus conversaciones con amigos, y con amigas, e incluso de su primer beso con la primera mujer que amó de verdad. Sin embargo, la sentía totalmente ajena, desconocida, no era SU plaza. Aún así, les sirvió para descansar, para tomar un respiro, ambos habían tenido un día muy movido. Hacía un calor de los mil demonios, algo que por lo general le desagradaba, pero en aquellos momentos poco le importaba. Se ubicó a la sombra, para observar mejor su entorno, olvidando unos instantes a su acompañante para distraerse un poco y así quizás encontrar una chispa que lo llevara a entender lo que pasaba. Quien lo acompañaba, sólo se limitó a seguirlo y sentarse junto a él. Él miraba su alrededor, inquieto, los ojos se le movían de un lado a otro, y su mente vagaba por insondables dimensiones del pensamiento. Pero primero que todo, tenía que ordenar las cosas en forma cronológica, para ver dónde estaba lo extraño de toda ésta historia.
Hacía 3 días se había ido a su cama como todas las noches, después de un día tranquilo, algo fome en verdad, pero con esa tranquilidad que sólo un fin de semana podía entregar. Ni bien puso la cabeza en la almohada se durmió tan profundamente que no recordó ni siquiera lo que soñó en aquella noche. Y quizás era algo importante, o interesante del punto de vista científico, especialmente después de lo acaecido durante la mañana siguiente, y los próximos días.
A la mañana siguiente, 2 días atrás, se despertó normalmente pasadas las 10 de la mañana. El sol ya estaba entrando por las ventanas de la pieza, pese a las cortinas un tanto oscuras, iluminando su despertar. No fue un despertar muy diferente a como eran los demás de todos los días anteriores, no sintió nada extraño, no le dolía la cabeza, no sentía nada extraño en la nariz, o el resto del cuerpo. Sin embargo, todo cambió cuando se enderezó en la cama para levantarse. Aquella no era su pieza, no era siquiera su cama (aunque se había sentido bastante cómoda en el despertar), ni siquiera eran sus cortinas ni su ventana. Se incorporó rápidamente, se vistió con ropas que no eran las suyas, pero que extrañamente le quedaban bien, y salió raudo de aquella casa, dándose cuenta de que ya ni siquiera era su casa, aunque era similar, o casi igual, sólo cambiando algunos detalles. Recorrió las calles, que aunque eran las mismas calles de siempre, las encontraba un tanto diferentes. Y si estaba soñando aún? Era lo más lógico, pero sentía el sol quemando su piel, y según recordaba, nunca le había pasado eso en sueños, ni siquiera en los más reales que algún día tuvo. Fue a sentarse a la orilla del río, aquel río era lo único que encontró igual y lo hizo su refugio. Qué estaba pasando? La tarde de aquel día no fue diferente. No se atrevió a volver a su casa, ya que aún encontraba diferencias en las calles y avenidas, que le indicaban que aquella ilusión, si es que era eso, aún continuaba, y su casa no iba a ser realmente su casa. Así pasaron las horas, y sin querer más, se durmió acurrucándose en uno de los árboles que habían en la rivera de aquel río. Un sitio incómodo sin duda, pero que le pareció mucho mejor que cualquier otro en aquel momento.
Al siguiente día, hacía un día, todo siguió igual. Pensó que despertaría en su cama, como todas las mañanas, y olvidando incluso aquel sueño extraño. Pero no fue así, y se encontró donde mismo estaba la noche anterior, en aquel árbol a la orilla del río. Era temprano aún y un pájaro con sus silbidos lo había despertado, más que la luz de la mañana. Sintió frío. Sus ropas, que no eran suyas en realidad, consistían en un pantalón gris y una polera negra, extrañamente como vestía casi siempre, y por ello sintió frío en los brazos. Se incorporó y caminó hasta una pequeña placita que había cerca del río, atravesando una calle, donde se encontraba un hombre regando las plantas del lugar. Le pidió la manguera un poco, se mojó el pelo y la cara, y luego de darle las gracias a aquel hombre, se fue caminando sin un rumbo fijo por las calles. Recorrió bastante, encontrando muchas cosas iguales a las que recordaba de su "mundo", y otras tantas con leves diferencias. La verdad quería despertar de aquella horrible pesadilla, quitarse esa sensación de no saber qué pasa, pero no podía, y ya estaba más que claro en que no se trataba de un sueño, sino que algo había "cambiado la realidad", si es que aquello era posible. Así estuvo bastantes horas, caminando sin rumbo, intentando reconocer y comparar lugares. Incluso vio a personas que creyó reconocer, pero nadie lo miró a él. Al fin, especialmente porque ya tenía hambre, decidió ir a casa de alguno de sus amigos, quizás ellos pudieran ayudarlo o sacarlo de aquel estado idiota de su mente. A pesar de todo, no encontró a ninguno, y quedó aún peor mentalmente, cuando en algunas casas le respondieron que si acaso estaba loco, que Fulano no vivía ahí, o que Mengano nadie lo conocía. Qué le pasaba al mundo, a SU mundo? Se estaba destripando la realidad y él se estaba convirtiendo en un ser que no encajaba en este mundo y que, quizás, iba a ser eliminado, como al parecer lo habían sido algunos amigos? Pero más mal quedó, cuando en algunas casas con sólo verlo, las mamás o hermanas de sus amigos abrieron desmesuradamente los ojos, como si hubiesen visto un muerto, y sin darle ninguna respuesta cerraban la puerta, y aunque él insistiese en llamar, nadie más salía. Muerto de hambre, y sin esperanzas ni de comer ni de entender qué pasaba, se fue a otra de las pequeñas plazas de juegos y recreación que habían por allí cerca, cuando en eso la vio entre la gente que había allí. Su corazón latió rápido, su respiración se contuvo, y se le secó la garganta. Al fin una persona que conocía y que estaba ahí, era real, y nadie le había puesto cara de espanto para encontrarla. Se acercó de a poco, no quería llevarse otra sorpresa ni tampoco darla. Ella lo vio y abrió los ojos tal cual le había pasado antes con otra gente, como si vieran un fantasma. La llamó por su nombre, y ella se sorprendió aún más. Qué diablos estaba pasando? Se mantuvo a distancia, sin decir más, mientras ella se dirigía a las personas que la acompañaban y se despedía rápidamente de ellas. Entonces ella dirigió su mirada hacia él, observando desde lejos, llevándose las manos a la boca en actitud de asombro. Por qué tanto, si hacía apenas dos días habían compartido hasta la madrugada en aquellas conversaciones interminables de todo y de nada? Se decidió y se fue acercando a ella, decidido pero con calma. Ella no se movió. Al fin, después de segundos infinitos se encontraron frente a frente, pero en vez de ser una buena noticia para él, fue un balde de agua fría lo que recibió de ella.

- Quién eres? - dijo ella, asombrada.
- Qué? No lo sabes?
- No... O sea... No sé... - se notaba angustia en su voz y en su rostro.
- Yll
- No! Tu estás... - ella se apartó de él
- Hee, soy yo - dijo tomándola de las manos.
- No... - dijo ella comenzando a sollozar.
- Qué pasa, Hee?
- Yll... No puedes... Yll... Está muerto!

Aquellas palabras retumbaron en la cabeza de él, al momento que experimentó una puntada en su cerebro y un malestar como nunca los había sentido, aunque fue algo pasajero quizás producto de la impresión de escuchar aquellas palabras provenientes de alguien tan cercano como ella, y en especial alguien con quien había compartido gran parte de su vida. Retrocedió quizás para mirarla bien, o quizás para rechazar lo que había escuchado. Cómo iba a ser posible que estuviera muerto, si estaba ahí, podía ver, oler, sentir, tocar, pensar...? Imposible, o ella se había vuelto loca, o era el mundo completo el que estaba de cabeza. O si era él el problema? Eso explicaría las reacciones de la gente al verlo y la absurda incongruencia que había sentido de la realidad. Aún así, no podía aceptarlo. Se quedó en silencio sin saber qué hacer. Ella seguía mirándolo y sollozando, y por un impulso casi instintivo, él la abrazó y acarició sus cabellos celestes, mientras ella hundida en su pecho se largó a llorar con una fuerza terrible.
Pasado el estupor de aquel encuentro, decidieron ir a comer algo para calmar las penas y el hambre, y conversar con más calma. Durante aquella caminata, sin saberlo o sin querer saberlo, ambos estaban aceptando sus destinos, especialmente él, quien esperaba encontrar la senda que lo llevara a entender qué estaba pasando en realidad. Aquella comida fue muy especial para ambos en diferentes formas, y también en diferentes formas trataron de sacar el máximo provecho de ella. Ella estaba inquieta, intrigada, pero por sobretodo extrañada y con un sentimiento extraño, como de estar engañada o sentirse en un extraño sueño. Pero después de todo era normal, no todos los días te sentabas a comer con un muerto, no? Quiso saber la historia de él, pero poca respuesta obtuvo, ya que él tampoco tenía una respuesta clara, ni siquiera sabía qué significaba aquello de que "debería estar muerto". Le relató su vida, parte de ella, las últimas cosas que hizo, especialmente la última noche que había compartido con ella. Sin embargo, para ella eran como cuentos de fantasía, como que le leyeran un libro, pues nada de eso había pasado en realidad, ni siquiera en sueños.

- No entiendo nada, la verdad. Tengo la cabeza hecha mierda y sigo sin entender. Imagina, Hee. Sentado frente a ti, como miles de veces lo he estado, sintiendo el aroma de tu perfume que puedo decirte hasta dónde lo compras. Pero para ti todo ésto no debería estar pasando, ni siquiera me conoces en realidad, y para colmo, me dices que debería estar muerto...
- La verdad para mi tampoco es muy normal... O sea, comprende que he vivido años desde tu muerte, acostumbrada a mi vida, y aunque me relates miles de cosas, para mi nunca pasaron... Y además, estoy sentada frente a ti, no como eras, sino como hoy deberías ser, sólo que....
- Estoy muerto, o debería estarlo - concluyó él.
- Sí... Te creo, no se por qué, pero creo en tus palabras, y siento esa angustia dentro de ti, pero también la tengo ahora yo. Espero comprendas.
- Claro que sí... Sólo tú puedes ayudarme, Hee.
- Habrá que partir por lo básico. Hoy te quedarás en mi casa, mañana iremos a un lugar que quiero que veas.
- Te lo agradezco de corazón... Me siento solo, aparte de todas las mierdas que pueda sentir...

Ella le sonrió y continuaron la comida, quizás sintiéndose como siempre se habían sentido uno con el otro, pero al parecer en vidas totalmente diferentes y con personas diferentes aunque fueran las mismas.
Él se quedó en casa de ella, como habían planeado, pero se durmieron temprano, no indagaron más en los por qués ni en los cómos, quizás con el temor de despertar de aquel sueño absurdo y sin lógica.
Y al día siguiente, visitaron aquel lugar que ella quería que vieran, más especificamente que él viera.
Y allí estaba, siendo una prueba inequívoca de que lo que él había escuchado era verdad, de que lo que le habían dicho era cierto. Pero cómo era posible? Estaba de pie frente a su tumba.

REK.

jueves, 2 de febrero de 2012

Cuando Chico Yo Veía... (Parte Final)

Super Agente Cobra

Es una costumbre muy común entre los japoneses, usar palabras del inglés en su propio idioma. Sin embargo, el alfabeto japonés es tan limitado (pero tan complejo a la vez), que no les permite usar las palabras tal cual son. Éste es el caso del título de una de las series de animé del escritor y dibujante de manga Osamu Tezuka, Jetta Marusu (o Jet Mars en inglés), conocido por nosotros como Jet Marte. Ésta es la historia de un robot con pinta de niño, con un tremendo problema psicológico interno, ya que es creado por dos eminencias en la robótica del futuro año 2015, el Dr. Yamanoue que crea su cuerpo, diseñado y potenciado específicamente para el combate y el uso militar, y el Dr. Kawachi (acá conocido como el Dr. Sopa jajajaj), quien crea la Inteligencia Artificial, pero al contrario de su cuerpo, su mente está predestinada a los buenos sentimientos y a hacer el bien. Esta dualidad es bastante bien tratada por Tezuka en esta serie, y le da mayor énfasis al tema humano, ya que Jet Marte es criado como su fuera un niño humano, lo que siempre lo lleva a tener problemas con el control de sus tremendos poderes. La serie consta de 27 episodios de media hora cada uno, y fueron emitidos originalmente en Japón en 1978, y trataba justamente ésta dualidad en la personalidad de Jet Marte, así como también la lucha contra el mal en sus diversas formas. También hay momentos de humor, en especial con su "hermano" menor, Melchi, y el clásico chanchito envenado que salía cuando se enojaba y gritaba "macaruchi". El nombre lo obtiene inspirado en el dios romano de la guerra, Marte, debido a que la idea original de su creación era, como dije, el uso bélico. No tengo la más prostituta idea de cómo termina la serie, incluso hoy es difícil de encontrar y tener, y en aquellos años en que se emitió uno era chico, y aunque no recuerde tanto detalle, sí se recuerdan las ideas básicas. Un detalle no menor, es no confundir a Jet Marte con Astroboy, que pese a ser casi iguales, no son el mismo robot. Astroboy es un manga que data de 1952, y aunque también es creación de Osamu Tezuka, éste es un robot construido por el Dr. Tenma para reemplazar a su hijo que había muerto en un accidente, totalmente diferente a la historia Jet Marte. Pese a su similitud, se pueden diferenciar porque Jet Marte posee una especie de bufanda o cuello rojo, que posteriormente se expande y se convierte en su capa que le permite el vuelo. Astroboy no lo tiene, ya que de sus botas emanan cohetes propulsores que utiliza para volar.
Si hay un mono japonés que es muy recordado, y más allá que por la historia, por la controversia y la censura que se impuso, es el Super Agente Cobra (Kobura, en japonés). Cobra es un tipo ganador, un Fuck Yea. cualquiera, aunque bastante irresponsable y mal vividor, pues se mete con todas las minas de la serie. Antes era un conocido pirata del espacio, y tras muchos incidentes con las autoridades y con la mafia y los contrabandistas, termina huyendo y realizándose una cirugía para cambiar su apariencia, su voz y todo, para que nadie pueda ubicarlo. Así es como se realiza un borrado de memoria y ya sin siquiera recordar quién era, comienza a llevar la aburrida vida de un vendedor en una tienda. Sin embargo, con los años, y cansado de esa vida fome (aunque no sepa que antes tuvo uno más "divertida"), su memoria le juega una pasada y termina recordando quien era y lo que hacía. Decide volver a las andanzas como agente Cobra y combatir a la mafia que antes lo quiso muerto. En su búsqueda lo ayuda su más leal amiga robot, llamada Lady Armoroid, aunque su verdadero nombre es Esmeralda, y está enamorada hasta sus metálicas patas de Cobra. Pese a que Cobra es un mujeriego sin compasión ni salvación, ella siempre lo cuida y lo ayuda en todo lo que puede, ya que la historia que los tiene juntos va más allá de su cuerpo metálico. Y él pese a ser como es, siempre mantiene grandes sentimientos por ella, y agradece cuando le ayuda, además es su consejera y su estratega. Cobra posee en su brazo izquierdo la potente Psicoarma, un cañón que ha reemplazado su brazo (lo esconde con una prótesis), y que está conectado con su cerebro, ya que de él se obtiene la energía para el disparo. Esta es una ventaja muy grande sobre las armas convencionales, que requieren de segundos entre el pensamiento y la ejecución, y esto en Cobra no existe, es "piensa y dispara". Incluso Cobra puede controlar la dirección del disparo, llegando hasta a realizar complicadas trayectorias, con tal de dar en el blanco, lo que hace que para la mayoría de los enemigos sea imposible escapar de esta fabulosa arma. Pese a que se controla con la mente y del cerebro se obtiene la energía psíquica necesaria, se puede llegar a pensar de que Cobra en momentos de cansancio no podría dispararla, lo que no ocurre en la realidad ya que la puede seguir disparando aún en condiciones de cansancio mental. La primera controversia comenzó de inmediato con la saga de las hermanas con tatuajes de mariposas, que escondía un mapa de un lugar oculto de la antigua civilización en Marte. Allí comienza a verse de inmediato la sexualidad y la desnudez en esta serie, lo que la llevó a ser censurada en todos los canales donde la daban, y no solo en Chile, sino en casi toda latinoamérica. Eso, sumado a su alto grado de violencia, conspiraron para que Cobra fuera cortado de las transmisiones, lo que sin embargo, hizo que la serie fuera aún más solicitada, convirtiéndose en un animé de culto hasta nuestros días. Notables son las escenas de las hermanas con tatuajes de mariposa, y los capítulos donde Cobra se mezcla con unos jugadores de RockBall (baseball futurista a lo bestia), donde incluso estaba permitido matar al oponente. La verdad es que cobra tiene buenas cuotas de humor, en especial por la desfachatez del protagonista y su complejo de sentirse superior y burlarse de los enemigos, como cuotas de sangre, violencia y minas en pelota, lo que la convierte en una serie ideal para jóvenes (como en Japón). Sin embargo en los países occidentales siempre existe la premisa de que si es "mono animado" es para niños, lo que claramente es falso. Cobra era para pendejos más grandes, no para darlo a las 9 o 10 de la mañana después de la misa. Por lo mismo fue censurada, ya que no se comprende que la serie no es el problema, sino de quien la emite en horario con público más joven y no a quien está dirigido realmente. Aún así, con ello pudimos ver la serie y muchos terminamos buscándola por los diferentes canales y posteriormente por la red para disfrutar de las aventuras de éste singular personaje. La serie es creación de Buichi Teresawa, y el manga es de 1978, mientras que el animé es de 1982 contando con 31 capítulos, más una serie de OVAS y películas derivadas.
Retomando el tema de la televisión donde se dio esta serie, aprovecho el tema para antes de poner fin a éste ciclo de relatos para referirme a un canal y un programa donde se dieron la mayoría de los monos que vimos en nuestra infancia. Si bien muchos se dieron en los canales de la UCTV y TVN o incluso en Canal 11 (o RTU en algunos años), todos los que tuvimos la suerte de vivir en la zona central, pudimos disfrutar de aquel programa donde vimos estos monos, aparte de ver otras cosas como historias e incluso algo de tecnología. Sin duda, Pipiripao, es el programa infantil por excelencia en lo que a monos se refiere. Conducido por el gran Roberto Nicolini, asistido posteriormente por el Fantasma y por un robot llamado Tongas, Pipiripao marcó un hito en la historia nacional, ya que aunque siendo de una casa televisiva con historia pero con menos presupuesto que los canales de la capital, supieron dónde apuntar para tener una sintonía abrumadora a toda hora del día, en aquellos tiempos donde no existían ni el rating ni el people meter, que lo único que han hecho es cagar cada día más la mierda de televisión nacional que tenemos hoy en día. Pipiripao era divertido, sus personajes te hacían reír, y también te enseñaban, y aparte daban monos! Qué mejor? El programa duró toda la década del 80 y principios de la década del 90, donde fue cancelado por un poco visionario ejecutivo del canal del puerto, quien dijo que Roberto Nicolini ya estaba bastante viejo y pelado como para animar programas infantiles. Un error que se demoró más de una década en asumir, ya que el Tío Roberto desde hace años está nuevamente en UCV con Pipiripao City, donde ya adultos explotan la sátira y la parodia de programas nacionales, con fieles seguidores que antes fueron niños y ahora son adultos. Existe un gran cariño tanto por Roberto Nicolini, como por el recuerdo del programa Pipiripao, ya que muchos somos los que nos criamos viendo series y monos tanto japoneses como occidentales, y disfrutamos nuestros años de infancia en esa caja mágica, que algunos llaman (y convierten), en la caja de los idiotas.
Seguramente se me han quedado muchos, muchos monos de la infancia, inclusive aquellos que no vi siendo niño, sino ya adolescente y hasta joven o más "adulto joven", como dicen, pero he intentado hacer un viaje retrospectivo a mi propia infancia e intentando extenderla hasta los demás de mis épocas, o de otras incluso, que disfrutaron con algunos monos acá nombrados. También intenté obtener información real, no sólo describir mis vivencias y recuerdos, ya que las series y monos son reales y existen y tienen sus historias y sus años de existencia también, y claramente no todos recuerdan todo, o no dominan todo el tema referente a tal o cual serie.
Gracias a quienes leyeron este viaje imaginario al pasado, y a quienes compartieron sin saberlo quizás, la chispa que dio origen a éstos relatos que hoy terminan.

REK.