viernes, 29 de abril de 2011

Pesadilla Antes de Navidad... (Parte III)


TERCERA PARTE
De cómo prosiguen los hechos, y la esquina donde convergen el pasado y el futuro.

Caía el sol por las montañas del horizonte. La temperatura aún era agradable. Había sido un día caluroso, en aquel verano. Rebelde se dirigía a su casa, luego de haber estado en la tarde en el centro de la ciudad. Había estado en otro lado anteriormente, con otro grupo de amigos que eran ex compañeros del colegio, con quienes se juntaba a veces también en el portal, en la parte oriente de la ciudad. Había estado con uno de esos compañeros, quien le había presentado a su polola, una chica llamada Leal. Simpática, agradable, seguidora de cómics y animes y series, algo un poco extraño en chicas de su edad, ya que esos gustos eran reservados más que nada a menos edad, al menos en esos tiempos.
Con el correr del tiempo, Leal y Rebelde se hicieron bastante buenos amigos, hasta el punto incluso de llegar casi a gustarse (posiblemente se gustaran, pero nunca lo dijeron ni a ellos mismos). El hecho es que se conocieron bastante, y muchas veces salían solos, a conversar y compartir. De fruto de esa amistad especial, salieron muchas conversaciones, idas a juntas, salidas a ver series, quedadas a ver animé, o compartir ideas del mundillo del noveno arte, y ella fue capaz incluso de regalarle a Rebelde un gran dibujo de uno de sus cómics favoritos. Ese dibujo aún lo conserva Rebelde, en memoria de aquella amistad.
Muchos años antes, Rebelde había comprendido la importancia de la amistad. Siempre o casi siempre solitario, por idealismos y doctrinas de sus padres, nunca compartió mucho con otros niños de su edad. Luego su familia se cambió de casa, y allí con el pasar de los meses fue conociendo a sus vecinos, un poco menores que él, pero que cambiaron la perspectiva que Rebelde tenía del mundo y de la amistad, de salir a jugar, de ensuciarse, de pasarlo bien. En ese tiempo, se forjaron las principales amistades que Rebelde al final tendría durante toda su vida, aunque en ese tiempo no lo sabía, ni menos lo sospechaba. Empezó en aquel tiempo a conocer lo que era echar de menos a amigos, a amigas, a personas al fin y al cabo. Toda una etapa que desde más niño, Rebelde se había perdido, y que ahora estaba descubriendo. Aunque cuando fue más viejo, comprendió que sólo era el tiempo justo para ello. Que cada cosa, cada situación, cada persona, llega a nuestras vidas en momentos precisos y específicos, por razones también precisas y específicas, sólo que debemos pasar por más cosas para entenderlo de esa manera.
Muchos años después, Abstracta estaba inquieta en la pieza de su casa. Pensaba sobre cosas que la verdad no le gustaba mucho recordar. Algo le incomodaba de esos recuerdos, pero algo la hacía seguir pensando en aquello. Su mente se remontaba a tiempos atrás, donde compartió con alguien, donde vivió experiencias de amistad con alguien que ella sabía que le entrego mucho, y que ahora con el paso del tiempo, sentía que había actuado mal con esa persona. Después de mucho analizar y recordar, decidió que quizás era tiempo de arreglar en algo las cosas. Con un poco de temor por un rechazo abrupto, y unas ansias también por saber de aquella persona, Abstracta tomó las llaves de su casa y salió a la calle. A los minutos de caminar, llegó a la casa de Rebelde. Estaba nerviosa, pero también ansiosa, y llamó. Rebelde al abrir la puerta verla, interiormente se emocionó, pero exteriormente sólo mostró un rostro frío y distante. Se saludaron, algo formal, sin una muestra de aquel cariño que antes se habían tenido. Abstracta le pidió una conversación a solas, a lo que Rebelde accedió.
Ambos aclararon algunos puntos, se dijeron algunas cosas (algunas no muy agradables), pero finalmente conversaron. De su vidas, de lo que hacían, de lo que había pasado, y lo que no había pasado. Fue un intercambio de ideas sano, aunque quizás debió darse mucho tiempo atrás, pero al menos se había dado. Después de la conversación, cuando ya Abstracta debía volver a su casa, se despidieron en una esquina en medio del camino hacia las casas de ambos, y quedaron en verse de nuevo prontamente, aunque sin compromiso alguno. Quizás para comenzar de nuevo, o quizás para seguir lo que se había truncado. Ni ellos mismos los tenían claro, pero ni siquiera necesitaban claridad. Sólo necesitaban la voluntad y las ganas de conversar de nuevo. Y eso ya había empezado.
Por aquella misma esquina, mucho después, Rebelde pasó para ir a su casa a llamar a una amiga. Había estado haciendo planes, buscando ideas, quitando, añadiendo. Hasta que al final había conseguido una idea más o menos clara de el procedimiento que iba a hacer, y de cómo hacerlo. Sin embargo, no podía solo. Necesitaba un favor, y sólo una persona sabía que lo iba a ayudar: Leal.

Continuará.

REK.

lunes, 18 de abril de 2011

Pesadilla Antes de Navidad ... (Parte II)


SEGUNDA PARTE
De cómo vivimos el futuro, y lo que ideamos en el pasado.

El sol calentaba el suelo y el aire de la ciudad, en aquella calurosa primavera. Las personas recorrían la ciudad aquel viernes con sus diferentes fines y destinos, muy probablemente sin preocuparse de los demás. La ciudad en aquellos tiempos estaba llena de gente que caminaba apresuradamente para todos lados, estresados, llenos de problemas y deudas, y con poco tiempo como para siquiera mirar alrededor.
Rebelde y Vital caminaban por un sendero de gravilla en un parque de la ciudad, tomados de la mano, luego de haber tenido una conversación a la sombra de los añosos árboles y en medio del fresco viento primaveral. Llevaban un buen tiempo de relación, y habían pasado bastantes cosas en ese periodo. Algunas veces incluso estuvieron a punto de terminar, pero algo más fuerte que las discusiones del cada día, los hacía validarse como personas y como pareja, y seguir juntos. Su relación se había estabilizado en el tiempo, y siempre que estaban juntos eran felices, se divertían, lo pasaban bien. Rara vez peleaban, aunque a veces discutían pero suavemente.
Aquel parque los cobijó muchas veces en sus regaloneos, en sus conversaciones, en sus silencios. Era habitual que pasaran por él, por sus caminos sombreados por frondosos árboles. Se dirigían hacia la ciudad, la parte más convulsionada, y aunque técnicamente el parque estaba dentro de la ciudad, era como un oasis de tranquilidad dentro de la bulliciosa ciudad.
Llegaron a una esquina, doblaron hacia la izquierda, y siguieron caminando por la vereda, ya no por el parque, sino por la ciudad, rodeados de vehículos, de personas, de ruido, de "vida". Era el momento menos esperado, ya que pronto debían separarse al menos por un tiempo, sin verse, sin besarse. Llegaron a una estación del ferrocarril subterráneo, pero sólo se quedaron en la entrada conversando otro poco más.
De pronto desde la escalera que subía a la superficie, Rebelde vio algo, más bien a alguien, y se quedó mirando en silencio. Ese alguien terminó de subir la escalera, y salió hacia la calle, en dirección poniente. Rebelde miró un rato, hasta que se perdió de vista entre el gentío. Vital notó ésto, pero no dijo nada. Sólo miró a Rebelde, con la esperanza de que él le aclarara lo que había pasado. Él no tuvo problemas, sólo se limitó a decir una referencia de quien era el "alguien" que vio. Vital asintió con la cabeza y con una sonrisa, y se despidieron efusivamente. Rebelde vio como su pareja bajaba por las mismas escaleras hacia la estación, hasta que ya no pudo verla más. Entonces respiró hondo (los recuerdos ya lo estaban inundando interiormente), y enfiló hacia la misma dirección que ese "alguien" había tomado, pero pausado y con mucha calma, sin apurarse en su caminar.
Muchos años antes, cuando el mundo era más simple, y las personas también eran más simples y entregadas a otro valores, Rebelde caminó por aquella misma calle, con otras ideas en la mente, con otras prioridades, pero con la misma determinación de siempre. Iba a un portal, un lugar donde habían muchas tiendas de diferentes cosas, y que servía generalmente para zonas de reuniones entres jóvenes seguidores de diferentes tendencias ya sea musicales, culturales o sociales. Tenía amigos ahí, se juntaban y lo pasaban bien, conversando y compartiendo sus cosas, sus gustos y sus ideas. Sin embargo, Rebelde tenía otras ideas en la cabeza, unas no muy normales, por decir algo.
Rebelde siguió caminando, y llegó al portal, donde encontró al grupito de amigos y amigas que había hecho allí. Rápidamente comenzaron a conversar a reír, pero él siempre tenía algo en mente, ESO en mente... Le daba vueltas en la cabeza, pero no podía encontrar una solución.
Pasaron mucho días, y Rebelde a veces salía a juntarse con sus amigos del barrio, esos que nunca lo abandonaron, pero que él abandonó un tiempo, aunque todo eso ya estaba conversado y sin problemas. Otras veces volvía al portal, para reír con su otro grupo de amigos, mucho más diverso en edades, costumbres y personalidades.
Abstracta estaba en su casa, junto a su madre en la mesa conversando sobre un tema doméstico, cuando sonó el teléfono. Se puso de pie y fue a contestar; era Nadie. Hablaron un rato, y quedaron de juntarse en unas horas más, para ir a comprar unas cosas que Nadie necesitaba. Colgó, y volvió a sentarse con su madre.
Retraído conversaba con su hermano Reservado. Nunca habían sido grandes hermanos, pero siempre se apoyaban como tal. Peleaban, discutían, pero también se unían y tenían muchas cosas en común, y el tiempo se encargaría de demostrarles que tenían muchas cosas s en común de lo que ellos pensaban. Su conversación era banal, sin importancia alguna, menos para el futuro. O el pasado.
Abstracta salió de su casa, para ir a buscar a Nadie como habían acordado. Se saludaron, y emprendieron el camino a tomar la locomoción colectiva, hablando animadamente.
Rebelde como era una de sus costumbres, llegó donde sus amigos de aquel portal, con la mente despejada, aunque si con mucho calor. Sus amigos lo recibieron, pero él se dirigió a conversar con una de las chicas que era la que más le interesaba o le llamaba la atención. Era menor que él, y en ciertos aspectos se notaba. Pero siempre conversaban, y en buena lid. Estaban intercambiando historias, de sus vidas, de sus quizás aún cortas vidas, nada importante tal vez, pero si interesante. De pronto, ella empezó a contarle una historia, de ella y una amiga, cuando a Rebelde se le repercutieron esas palabras en su mente: "una amiga", y sonrío con una sonrisa que no se le veía hacía muchos meses. Su amiga intrigada preguntó el por qué de aquella sonrisa casi irónica o malévola, pero él sólo se limitó a responder que no era nada importante, y siguió conversando con su amiga, quien no creyó mucho en la respuesta que recibió.
Abstracta y Nadie caminaban por el centro de la ciudad, esa bulliciosa ciudad.
Retraído estaba en la puerta del jardín de su casa, mirando como jugaban unos niños en la calle.
Y Rebelde, caminando por una calle de pavimento gris, y sonriendo como lo hizo con su amiga, murmuró: "Una amiga. Eso es. Ahora.... Ahora se cómo hacerlo". Y siguió caminando hacia su casa, con su mente trabajando hasta hacer saltar las sinápsis ideando algo.

REK.

martes, 12 de abril de 2011

Pesadilla Antes de Navidad... (Parte I)

PRIMERA PARTE
De como recorremos la ciudad, y las decisiones que tomamos.

Una vez alguien dijo que las venganzas no son justificadas en ninguna forma, que nada puede hacer que una venganza sea válida. Sin embargo, muchas personas de éste mundo piensan de otra forma.
Corrían los años 90, otros tiempos, otras ideas, otros pensamientos y sentimientos. Una época diferente a la que vivimos hoy en día. Ya habían pasado los fríos días de invierno, y la primavera ya comenzaba a hacerse presente, con el consecuente cambio de ánimo de la gente, que pululaba por la ciudad justificando sus vidas en ésta ciudad cada vez más convulsionada.
Alguien caminaba por un parque, solitario, hundido en sus pensamientos, en sus recuerdos quizás. Analizando tal vez hechos de su vida, o de los demás. Quizás deambulaba sólo por el gusto de hacerlo, sin una razón tal. Sin embargo, dentro de esa persona existía un corazón que no era como el de antaño. Y ese corazón, latía con sentimientos encontrados, desde hacía mucho, mucho tiempo. Ese corazón que alguna vez albergó muchos sentimientos, muchos ideales, mucho amor, amistad, fraternidad y hermandad, ahora destilaba rabia, y todos esos buenos sentimientos, estaban opacados bajo una protección casi impenetrable. Pero así debía ser, según los pensamientos de éste personaje.
Amaba las caminatas por los parques, pero ya no como antes. Era como que hubiese perdido un cierto sentido, un "algo", y ya no era igual. Las cosas hacía muchos años no eran igual para él, peor ya estaba habituado a su nuevo ser, le gustaba, le agradaba ser quien era. Aunque no renegaba de su pasado, claramente era lo que lo forjó, y así se sentía bien, aunque muchas cosas no le gustaran al 100%.
En otro punto de la ciudad, otra persona, de sexo femenino, caminaba en dirección a su casa. Pensaba sólo en que llegaría a descansar, luego de un día cansador. Su pasado no le preocupaba, vivía del presente. Era de las personas que puede olvidar rápido, y eso le reportaba muchos beneficios a corto y largo plazo. Llevaba en una bolsa unas cosas para la hora del té, que era un momento de máximo relajo que le encantaba disfrutar. Por un instante, quizás al ver una piedra, una esquina un árbol, tuvo un flash en su cabeza, un vago recuerdo de algo, pero algo que quitó de su mente de inmediato, no porque quisiera hacerlo, sino porque de cierta forma le convenía. Y por su forma de ser, no tuvo mayor problema en lograr alejar ese pensamiento tenue. Así llegó a su casa, siempre tranquila, siempre correcta, pero interiormente guardaba algo de esa sensación de recuerdo.
Un tercer personaje, masculino, disfrutaba en su casa de un programa de televisión. Su mayor preocupación, era el qué dirán los demás. Era especialmente poco astuto, y la verdad es que su vida giraba entorno a un mundo casi imaginario en su mente. Era inteligente, pero era muy despreocupado de la realidad, y de casi todo en general. Tenía sus principios claros, aunque muchas veces los quebrantaba por alguna razón específica o poderosa. Sin embargo, hacía tiempo que se sentía virtualmente solo. Tenía a su familia, su hermano, un par de amigos y amigas, pero igual sentía que le faltaba algo. Quizás lo había perdido? O quizás lo iba a perder? La verdad a veces pensaba eso, pero no le importaba demasiado.
El cuarto personaje de ésta historia, era un ser lleno de una maldad especial e el corazón. Podía joderse a quien quiera, y sentir el menor remordimiento, y podía recurrir a cualquier truco o artimaña para conseguir algo. Estaba en una esquina, cerca de su casa. Pensando? No. Sólo mirando pasar el mundo a su al rededor, porque así funcionaba su mente, todo era en torno a él, todo era de él, y así lo mantenía. Tenía amigos, y muchos, y siempre salía y lo pasaba bien, pero los años le enseñarían que ser a veces el malo, conlleva ciertas reacciones y ciertas repercusiones que siempre hay que tomar en cuenta.
En una silla, olvidado por todos, había un personaje diferente. Siempre silencioso, tenía un problema que siempre lo había hecho mantenerse un poco alejado de los demás. Pero el problema se lo hacía solo, nadie tenía problemas con él. Sin embargo, su timidez quizás, un día rendiría frutos. Era cosa de esperar.
Nuestro primer personaje, caminando por aquel parque, de pronto llegó a una esquina. Se detuvo y miró a su al rededor. Observó árboles, la gravilla bajo sus zapatillas negras, el viento que corría aún llegándole a la cara. Fijó la vista en un punto inexistente pero específico. Y de pronto pensó "Un día, lo haré". Y en ese momento, sin pensarlo más, así lo decidió. Y siguió caminando con una leve sonrisa en sus labios...

Continuará...

REK