martes, 19 de marzo de 2013

La Cinta Negra

La Historia de la Cinta Negra se remonta a muchos, muchos años atrás. Años que a veces recuerdo más de lo que quisiera, especialmente en éstas páginas.
Después de sucesos que ya he comentado y descrito, y que demarcaron el futuro, un futuro por aquel momento incierto, decidí llevar una especie de "luto" por lo ocurrido, algo que me dijera a mi mismo lo que había pasado, y por qué había pasado. Y también, por qué no, para que el resto lo notara, aún sin saber detalles.
Qué podía ser? Ropa negra? Por lo general ya usaba, aunque no tanto como hoy. Gorro negro? También ya usaba por esos tiempos. Entonces qué? Debía ser algún tipo de símbolo, algo que no se notara tanto, pero que se viera; algo que no llamara demasiado la atención, pero que se supiera que existía. En casa busqué qué podría servirme, y después de mucho rastrojar, por diferentes partes y en diferentes cosas, al fin lo encontré. Una cinta de terciopelo negro, que mi mamá usaba para sus cosas de costura y esas vainas. La miré y sonreí, pensando que aquello era justamente lo que buscaba, e incluso cómo iba a usarla. Corté lo que pensé iba a necesitar, y la contemplé un rato, como diciéndole que de ahí en adelante dejaría de ser una cinta común y corriente, y se convertiría en un símbolo, un emblema de tiempos tristes y sin esperanza, para justamente forjar un futuro un poco más iluminado que aquellos días oscuros. Sin pensarlo mucho, hice una vuelta en mi antebrazo con ella, y le hice un nudo simple, dejando las dos tiras sobrantes colgando. Era visible, la verdad, y supongo que llamaba la atención, más de lo que yo quería, pero justamente era una cinta como esa el símbolo que buscaba. Y no iba a dejarlo por ese detalle.
Aún quedaba mucho tiempo de sol por delante en aquellos meses, por lo que al usar poleras o camisas manga corta, la cinta luciría más. A veces, cuando no la quería con las puntas largas, las enroscaba en lo que ya estaba atado a mi brazo, y la dejaba como una cinta circular y ya, sin puntas al viento. Con algo manga larga igual la usaba, pero enroscada como lo acabo de describir, aunque no se viera debajo de la ropa. Pero la llevaba conmigo igual.
Ok, sí, entiendan, era más chico, con pensamiento menos desarrollado que hoy en día, aunque igualmente más potente que muchos, pero era un cabro chico en ciertos aspectos, y asumí que debía hacer lo de la cinta, que me enseñaría a no cometer el mismo error otra vez. Desde cierto punto de vista funcionó, no lo he cometido de nuevo, pero al final cometes errores parecidos o con aristas diferentes; con diferentes personas me he equivocado igual o la he cagado igual, especialmente con las mujeres. Pero eso es otro cuento.
Desde que puse aquella cinta en mi brazo, las cosas empezaron a caminar diferente en mi vida. Probablemente porque pese a ser un símbolo de "luto", era algo que mi mente asimilaba como superación, no sólo de etapas, sino de mi "yo" interior, de mi mismo al fin de cuentas. No es que la cinta hiciera milagros, o tuviera poderes especiales, simplemente era la actitud y el pensamiento, diferentes a como eran antes de la decisión de usar un símbolo, los que hacían la diferencia.
Sin embargo, tarde o temprano aquel símbolo comenzó a llamar la atención. Primero de mi familia, que me tildaron de enfermo de la cabeza por usar una cinta negra en un brazo "como si estuviera de luto", decían. Después los amigos... Aunque en ese plano no había tanto problema, no poseía amigos. Pero algunos cercanos personajes sí lo notaron y probablemente también me tildaron de enfermo o con algún trastorno mental. Y un día, claro, se enteró aquella persona, la causante de todo el barullo emocional y amistoso que vivía por aquellos años, y que también era la indirecta, quizás, responsable de la Cinta Negra en mi brazo.
Según los archivos, se extrañó de aquello (también pensó que yo estaba mal de la cabeza, eso seguro). También se le debe haber producido una cierta dualidad de emociones, porque se halagaba de ser la causante de que alguien hiciera algo "en honor" o "en consecuencia" de algo hecho por ella, pero también estaba la posición de que lo que había hecho estaba rotundamente mal y por algo aquellas consecuencias. Lo habrá pensado así? Habrá sido cierto que lo analizó de esa forma como dijo? Quién sabe, y ya no importa a estas alturas, si fue así o no.
Cuando nos vimos en persona, frente a frente (como nos decíamos en cartas), me consultó sobre la cinta, luego de tocarla y acariciarla levemente, como tratando de extraer información de ella en vez de mi, como si aquella cinta fuese a traicionarme y decirle muchas verdades que yo no iba a decir. Le conté a grandes rasgos la idea, omitiendo algunos pensamientos muy personales, y que no iba a revelarle como dije, menos a ella justamente. Mi miró, miró la cinta, y puso cara de que no lo podía creer. Intentó persuadirme que no la usara más, que no iba a ser necesario, pero sonriendo le rebatí que la usaría por mucho tiempo más. Sonrió y no dijo nada más. Eso según los archivos, mi memoria es frágil en ciertos puntos, he de reconocerlo aunque no lo crean.
El tiempo siguió su curso, y la Cinta Negra siguió en mi brazo. No iba a cambiar sólo porque había pasado el tiempo. Ya la gente se había acostumbrado a ver aquella cinta en mi brazo. Incluso yo mismo ya me había habituado a ella, y me gustaba tenerla ahí en el brazo.
Llegó el día en que decidí hacer algo que me habían solicitado. Ella me había vuelto a pedir que me quitara la cinta, y yo volví a decir que no. Entonces fue cuando, en vista de mi negativa, me pidió que le regalara un trozo de aquella cinta. Qué significaba eso? Que ella quería también una parte de MI símbolo? Para qué? Por qué? Qué esperaba de ello? Sólo se limitó a decirme que quería ser parte de la cinta, o que yo compartiera los motivos con ella, ya que ella sabía que era la responsable, directa o indirecta, de la misma en mi brazo. Me tomó por sorpresa, lo reconozco; no esperaba algo así, menos de ella. Y le dije que lo pensaría, al menos. Y lo hice.
Por alguna razón volvimos a utilizar el medio de cartas para comunicarnos, en una especie de reminiscencia absurda de otros tiempos, mejores, más luminosos. Y dentro de eso, accedí a su petición. Corté un trozo de mi Cinta Negra, la puse dentro de un sobre con la carta, y se la entregué. Una parte de mi símbolo, de mis motivos, de mi historia, de mi existencia, ahora era parte de ella de forma física, tangible, ya no sólo en forma de recuerdo. Nunca entendí muy bien sus motivos, supongo que era efectivamente tener una porción de historia, de toda aquella historia absurda, que pudiera tocar de verdad, y ya no sólo evocar como recuerdo. Para qué? No lo se. Pero se la di, asumiendo y esperando que le daría un buen uso, o al menos no uno malo.
Se que la cinta duró en su poder un tiempo, después no supe nada más, ni de ella ni de la cinta. La tendrá aún? Recordará lo que significó? No creo. Las mujeres no piensan como uno, claro.
Y yo? La cinta está, guardada, en un lugar que ni siquiera yo mismo hoy puedo recordar donde, y probablemente mejor que así sea. Es un objeto que adquirió cierto poder, y no quiero desatar ese poder ni esas consecuencias. Mejor que el mundo, el universo, se mantenga como está.

REK.

2 comentarios:

Sol dijo...

Desde hace mucho tiempo que leo tu blogger... tus pensamientos... sentimientos... fantasias... sucesos que viviste en un tiempo...jamás he dejado de leerte pese a la distancia que ahora existe entre tú y yo...Para mi eres un hombre especial... extraordinario en algunos aspectos... y este es uno de ellos... tienes ese talento de poder plasmar en letras toda esa escencia que circula en tú cabeza...me gusta leerte siempre ha sido asi... espero seguir haciendolo tbn...sobre cada uno de tus escritos... cada uno de ellos me ha dejado algo...tbn me a provocado muchos sentimientos...solo pase a felicitarte a decirte que tienes un gran talento... que escribes genial...y espero sigas y sigas haciendolo... y para mostrarte que aún te leo... como siempre lo he hecho...TKM Raz cuidate... un beso y un gran abrazo a la distancia.

Unknown dijo...

Realmente muy exquisito leerte