sábado, 30 de marzo de 2013

El Fin de la Infancia

Entre tanta congestión de trafico, entre tanta conmoción mundial por una posible guerra nuclear, qué diablos hago yo escribiendo huevadas en un blog?
A veces me lo pregunto, y a veces quisiera escribir o referirme sobre esos temas, y muchos otros, del ámbito nacional e internacional. Pero al fin de cuentas creo que si yo quisiera leer algo, buscaría información en lugares indicados para ello, y si quisiera distraerme leería otras cosas. Así mismo también yo me pongo a escribir de otras cosas. No son para nada importantes, no son interesantes tampoco, a nadie le importan, y además nadie los lee.
Cuando niño eres un soñador sin límites. Sueñas con tu vida futura, con una casa con un lindo jardín, con un auto de los que te gustan, con una familia junto a ti, y que disfrutan de las cosas del mismo modo que tu lo haces, y que agradecen tu compañía tal cual tu agradeces las de ellos. Pero con los años te vas dando cuenta que el mundo no es un mundo de sueños, aunque los sueños le dan forma al mundo, como he dicho por ahí. Comprendes que la vida no es como la quisiste, y no es como la esperabas. Con el tiempo aprendes a querer esa vida, a agradecer la que tienes, la que llevas, la que vives, pero de alguna u otra forma aún sueñas y quisieras la que pensabas cuando niño, y que sabes que es muy complejo que así sea.
A veces incluso las vidas que llevamos de adultos, cambian aunque no queramos, y debemos acostumbrarnos a esos cambios, y como dije, aunque no queramos. Hay momentos en que sentimos que tenemos un rumbo, que tenemos algo en concreto, y al final terminamos dándonos cuenta de que no era así
Todo eso empieza a pasar cuando niños, cuando nos percatamos los cambios en nosotros, tanto físicos como mentales, y cuando empezamos a comprender que el mundo es mucho más grande de lo que pensábamos, y mucho peor de lo que esperábamos. Y eso hace que nuestras vidas cambien y no sean como las pensamos antes. Ahí es cuando dejas de ser niño, y empiezas, a la mala, a crecer. Comprendes que tus papás cometen errores, que tus amigos son importantes en la medida que tu los consideres así, y no en la forma en que ellos te consideran. Entiendes los cambios hormonales de las mujeres, que son los seres más hormonales del universo entero. Y comprendes que todo es diferente.
Cuando te das cuenta que el Amor no es el motor que mueve el universo, y que hay otras fuerzas mucho más poderosas que lo hacen, como la Ira o el Miedo, empiezas a cuestionar tu vida, tus enseñanzas, y las que te hicieron, y de que el mundo que quisieron poner ante tus ojos ni siquiera se compara al que en realidad existe ahí afuera. Entiendes que las cosas no duran, no son eternas, no son para siempre, que "siempre" no existe, y que todo tiene un tiempo establecido por fuerzas o entes que no podrás nunca llegar a comprender o conocer. Pero en vez de achacarte por ello, debes aprender que el final de las cosas es justamente lo que les da valor. O eso simplemente es un consuelo absurdo o de tontos, como se dice?

Es el fin de la infancia. Cuando comprendes que las cosas cambiaron, que ya no son iguales a como eran hasta hace poco. Y ahí es donde te das cuanta que de ahí en adelante, hagas lo que hagas, seas quien seas, estás y estarás solo, aunque haya gente que te acompañe por el camino.

REK.

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