jueves, 21 de marzo de 2013

Estación de Nieblas

La Estación de Nieblas
La Estación de Nieblas no es otra que una visión menos "terrorífica" del Infierno.
Estamos acostumbrados a que el Infierno se nos plantea como un lugar horerendo, con ríos de sangre y miles de almas turturadas eternamente. La estación de nieblas es lo mismo, obvio, pero con un sentido diferente. Las cosas tienen un "porque", no son "sólo proque sí". Sigue siendo gobernada por un rey, que antes fue ángel, como la mayoría sabemos o leemos, más bien. Lucifer, la Estrella Matutina, sigue al "mando" del infierno. Pero es un Lucifer mucho más locuaz y pensativo, reflexivo y que constantemente se cuestiona su propio "trabajo". No es un demonio común y corriente, de esos ya abundan en su reino por miles. Es el Señor de su Reino, y lo es no por ser el ex líder de una revolución celestial, sino porque se ha ganado el derecho de ser el amo de tantos seres y criaturas.
Al menos esto es lo que nos plantea el creador Neil Gaiman, dentro de lo que sería el arco argumental Estación de Nieblas, dentro de la aclamada y excelente serie de cómics The Sandman, a la cual ya me he referido en otras ocaciones aunque no de una manera completa como espero hacerlo un día.
Lucifer a éstas alturas de la serie ya se comporta en aquella manera particular en que lo describe Gaiman, un ser inteligente, con carácter, y con ideas y cuestionamientos sobre el universo, Dios y si mismo, y su misión y lo vivido cuando fue ángel. Tuvo un encuentro con Morpheus en los primeros números de la serie, en un enfrentamiento épico tipo "juego de rol", donde salió mal parado, y terminó siendo humillado por Morpheus en su propio reino, algo que hizo que pensara aún más sobre si mismo y el mundo a su cargo.
Por acontecimientos del arco argumental, el Infierno pasa a manos de Dios, pero obviamente nod e forma directa, sino que es regido por dos ángeles bajo las órdenes directas del creador. La Estación de Nieblas se convierte en un lugar de redención, no en una tortura barata y sin sentido, ya no se acastiga sólo porque sí, porque hay que hacerlo, sino porque de debe conseguir mejorar a las almas tortuiradas, para que sean mejore "personas". Esto obviamente no le causa ninguna gracia a las almas allí presentes, ya que consideran que ésta visión más "civilizada" del Infierno no les sirve, no es lo que buscaban, ni lo que esperaban, ni mucho menos lo que debía ser, un lugar de castigo para los que hacían el mal, en aquella idea absurda de que si haces mal debes ser castigado por ello en el infierno, como justificando todo con eso.
Y el Diablo, qué decía de ello? Nada, poco le importaba. Prefería estar en una playa australiana contemplando la puesta de sol, o en un bar tocando el piano.
Antes de todo aquello, cuando Morpheus se preparaba para ir al Infierno (algo a lo que me referí en otra entrada hace poco), debe organizar algunas cosas en su propio reino, especialmente si aquel encuentro con Lucifer terminaba de mala manera, algo absolutamente esperable dado el último encuentro. Uno de aquellos preparativos, fue visitar a un amigo (uno de los pocos que se permitía), Hob Gadling, a quien le llevó de regalo una botella de vino de más de 100 años, y con la cual hicieron un brindos.
Un brindis interesantísimo, que siempre me ha gustado, y que lo transcribo acá, para que tomen el peso de lo que dice, y lo que dice entre líneas. Y para aquellos quienes leyeron la serie, sabrán muy bien qué significa.
Les dejo el brindis, apréndanselo, medítenlo, y pónganlo en práctica.

"Por los amigos ausentes,
los amores perdidos,
los viejos dioses
y la Estación de Nieblas.
Y porque cada uno de nosotros
de al Diablo su merecido..."


REK.

No hay comentarios: