SÉPTIMA PARTE
De cómo vamos a una fiesta, y las sorpresas de ella.
Ya era de noche, cuando Rebelde pasó a buscar a su amigo Audaz, con quien quedó de ir al cumpleaños de Abstracta. Él le había consultado a ella, quien no puso problemas. Además, durante un corto tiempo ya habían compartido un par de juntas, así que en realidad no había motivos para que Audaz no asistiera. Rebelde lo había invitado pro dos razones; una para no ir ni estar solo, y la otra se la reservó para después. Audaz salió de su casa, y ambos enfilaron rumbo a la casa de Abstracta, a un par de cuadras de las casas de ellos.
Nadie llegó temprano a la casa de Abstracta, con el pretexto de ayudarla a ordenar algunas cosas, aunque su motivo era otro; estar de los primeros en la casa, para así ir viendo a todos los que llegaban, y para tener una visión del 100% de la fiesta, para no perderse ningún detalle desde el principio al fin. Abstracta lo sospechaba, pero ya conocía a su amigo, y mal que mal, de verdad la ayudaba. Estaban haciendo los últimos preparativos y arreglos. Abstracta no quería que nada saliera mal esa noche, ya que no sólo estaban sus amigos (que de por si ya eso era un problema), sino amigos y amigas de otros lados, y también su propia familia. Llevaba tiempo programando su fiesta, y aunque sabía que se cruzaban caminos que se habían separado, y que eso podría ser peligroso, aún así quería que todo saliera bien.
Retraído estaba en el jardín de su casa, esperando a su hermano para ambos ir también al cumpleaños. Cuando de pronto vio pasar a Rebelde más arreglado de lo normal, con uno amigo. Sería posible que iría al cumpleaños de Abstracta? Por boca de Nadie, sabía que Abstracta había conversado con Rebelde hacía un tiempo, pero de ahí a que ella lo invitara a su fiesta, era muy diferente. Por unos minutos, mientras su hermano aún no salía, se cuestionó si ir o no. No porque tuviera miedo o algo por el estilo a Rebelde, sino porque no había tenido tiempo de analizar las cosas, como para saber qué hacer. Tampoco pudo ver el tema con Nadie, para saber qué iba a hacer él, aunque sabía que él sí iría. Finalmente su hermano salió a la puerta, y ambos salieron a la calle, caminando lentamente, para dar tiempo a que Rebelde llegara con bastante
anticipación.
Ya había bastante gente cuando Rebelde llegó. Así lo había planeado. Llegar más tarde de lo que la cita decía, para no sentirse tan solo y para no toparse con Nadie cuando hubiese poca gente. Llegaron, saludaron a Abstracta, y pasaron a servirse algo. Audaz miró a Rebelde
inquisidoramente, y éste le devolvió una sonrisa, diciendo que sería una noche inolvidable para mucha gente. Se sirvieron un trago, y se fueron a un lugar más apartado. Rebelde escudriñó a los invitados que habían hasta ese momento, reconociendo a algunas amigas del colegio de Abstracta, un par de familiares, y otros amigos que no conocía. Vio a Nadie, en la esquina opuesta del patio, mirándolo de reojo, conversaba con otro amigo de antes. Rebelde sonrió, y tomó un sorbo de trago. Abstracta miraba desde la puerta que da al patio, tranquila por el momento de que Nadie y Rebelde se mantuvieran distantes.
Nadie miraba de vez en vez a Rebelde, tratando de que no se diera cuenta. Y aunque sus planes en la noche de la fiesta eran otros, no podía dejar de sentirse incómodo o invadido en su terreno. Nunca estuvo de acuerdo con que Abstracta lo invitara, y pronto tendría la razón.
La fiesta seguía su curso normal, sin sobresaltos, y con una Abstracta dedicada a atender y mantener contentos a sus invitados. También llegó más gente, lo que provocaba que las posibles rencillas entre algunos, se fueran minimizando. Ella lo estaba pasando bien, estaba disfrutando de su fiesta, y sentía que los demás también lo hacían, por lo que más se alegraba. Retraído y Reservado estaban con Nadie y más personas, comentando de todo y de nada. Nadie de pronto miró la hora, y pidió excusas ya que debía ir a buscar a alguien que iba a llegar a esa hora. Los demás quedaron extrañados, en especial Abstracta, quien no sabía nada de la persona que Nadie iba a buscar.
Pasaron unos minutos en que la fiesta siguió como correspondía, pero que para unos pocos invitados comenzó a tornarse diferente, ya que de un modo u otro, estaban pendientes del movimiento de Nadie, especialmente a quién traería. Rebelde aprovechó el interludio, para ir adentro de la casa de Abstracta, entró al baño aunque no lo necesitaba, pues sólo entró a mojarse el pelo. Salió y fue a la cocina, donde estaba Abstracta. Le consultó cómo estaba, y ella respondió extrañada, ya que encontraba un lugar y ocasión poco ortodoxos para preguntar aquello.
Satisfecho con su respuesta y con lo que vio, Rebelde volvió al patio, y buscó el rincón más alejado pero con mejor ángulo visual hacia la puerta que daba hacia el patio. Audaz estaba a su lado con un vaso en la mano. Retraído estaba junto al grupo de amigos, comentando y observando. Abstracta salió al patio a llevar más canapés y líquidos a los invitados. Los demás estaban conversando diferentes cosas, en diferentes lugares. La mamá de Abstracta, en la cocina preparando cosas.
En ese momento volvió Nadie, acompañado por una joven de cabellos negros. Su grupo de amigos quedó mirándolo extrañado. Abstracta notó que él tenía tomada la mano de ella, y quedó con cara de asombro. Rebelde sólo bebió otro sorbo de su trago. Nadie se sentía triunfal, y sonrió con un rostro de quien realiza bien una labor y es reconocido frente a todos, como una misión cumplida. Su acompañante sólo miraba tímidamente, sonriendo nerviosa. Fueron sólo unas fracciones de segundo, pero que eran muy
decidoras y decisivas también. Todos los conocidos de Nadie, no pudieron disimular sus rostros de asombro o extrañeza, de verlo acompañado de alguien del sexo femenino (alguien que no fuera Abstracta, de hecho), y encima tomados de la mano. Nadie avanzó hasta su grupo de amigos, quienes esperaban ávidos de curiosidad para que aquella chica les fuera presentada, especialmente se les dijera el tipo de relación que tenían. Abstracta se mantuvo al margen de aquella escena, ya que estaba en otro lado del patio
compartiendo con invitados, pero siempre con un ojo encima de Nadie, más bien encima de la joven que estaba a su lado.
Nadie presentó a la joven a sus amigos, la presentó como su pareja, Linda, lo que produjo asombro mayúsculo primero, y después una algarabía entre los presentes en aquel grupo. Todos reían y gritaban y molestaban a Nadie y a su pareja, quien seguía silenciosa y sólo sonriendo tímidamente.
Abstracta desde su lugar, comprendió que tal espectáculo de su también grupo, sólo podía significar lo que se estaba temiendo y lo que ya era obvio respecto a Nadie y su amiga. Con el ojo analista que tienen las mujeres, la analizó entonces. Cabello negro, ondeado levemente, largo
cayéndole por los hombros y la espalda. De tez blanca, rostro agradable, incluso linda. Contextura normal, sin sobresalir por exuberancia, e incluso un poco baja de estatura. Frunció el ceño, como indicando desaprobación, y esperó el momento en que Nadie se la presentara.
Los demás asistentes, seguían cada cual en lo suyo, disfrutando de una fiesta tranquila, con buena música y con diferentes grupos de
conversación.
Rebelde sólo bebía de vez en cuando de su vaso, mirando a todos los grupos de los demás asistentes, todos apegados a las murallas o las mesas ubicadas en el patio, salvo cerca de la puerta que daba a la casa y la pasada que daba al jardín y el frente, a un costado de la casa, donde no había nadie, para dejar libre el paso. Audaz, como su amigo, sólo bebía, pero miraba a la joven que tanto revuelo causaba, quizás sin quererlo.
Abstracta se fue a parar cerca de la entrada a la casa desde el patio, y se quedó allí mirando a Nadie, como indicándole que quería que le presentaran a la joven, además que ella era la
cumpleañera, así que tenía todo el derecho, e incluso debió ser primera, a los pensamientos de Abstracta. El grupo de amigos hizo notar a Nadie de éste hecho, por lo que él y su acompañante se dirigieron hacia aquel sector más despejado, a encontrarse con Abstracta. Rebelde dejó su vaso en una mesa, y se movió unos pasos, diciendo a su amigo Audaz que se quedara ahí.
Nadie llegó con Linda a saludar a Abstracta. Se la presentó también,
orgullosamente, como su pareja. Abstracta la saludó de forma seca, pero cordial. Linda sin embargo, la saludó sonriendo. Abstracta sonrió y le dijo a Nadie que se dieran un beso como para creer, aunque lo dijo en tono de broma. Rebelde caminó lentamente otros pasos, pero aún manteniéndose alejado de la escena. Nadie volteó hacia Linda para besarla, pero en ese instante todo cambió.
Hay momentos en nuestras vidas donde nos damos cuenta de que las cosas cambian, que el tiempo se puede medir en "antes y después" de tal o cual cosa. A veces nos damos cuenta con el tiempo de éstos puntos de inflexión, aunque hay algunas veces en que lo sabemos de inmediato.
Para Nadie, fue cosa del momento. Comprendió que algo no andaba bien, y era cosa de segundos para que supiera qué y por qué.
Linda cuando sintió que Nadie iba a besarla frente a su amiga, en vez de acercarse y corresponder aquel beso, retrocedió un paso atrás, agachando un poco la cabeza. Levantó la vista, con una mirada muy diferente a la que él conocía, y sonrió de forma irónica.
Abstracta quedó mirando sorprendida, no sabía que pasaba.
Los demás integrantes de aquella fiesta, no se percataron de nada, siguiendo su rutina. Pero un par sí lo notó, y quedaron mirando extrañados también.
Rebelde se acercó por el flanco izquierdo a la escena, pero manteniendo aún una distancia. Abstracta notó la presencia del joven, y se extrañó de ello. Nadie ni siquiera lo notó, sólo miraba extrañado a Linda.
Linda sonrió más, y miró fijamente a Nadie, aún sonriendo con esa malvada sonrisa que sólo la ironía es capaz de producir.
Todo esto ocurrió en fracciones de segundos. Eternos para unos, desapercibidos para otros.
En ese momento, Linda dio media vuelta, y se encontró con la mirada de Rebelde. Le sonrió, y él le correspondió.
Continuará.
REK.