Sí, me gustan los cómics. No se si muchos lo sabrán o no, pero me gustan. Y desde hace muchos años. No puedo decir que desde niño, porque cuando lo era no leía cómics. Creo que leía esas cosas de Tío Rico, o Pato Donald, pero son más consideradas historietas infantiles que cómic propiamente tal. También recuerdo que existía una editorial que sacaba números de Iron Man, o Hulk, creo. Editorial Pincel, algo así. Pero no era afisionado.
Mi interés por los cómics partió por el año 95, o algo así. Estaba yo estudiando, pero no en el liceo, y se realizó un evento conocido normalmente como la Semana de Aniversario, y se desarrollaban muchas actividades, como partidos de baby-football, campeonatos de juegos típicos, disfraces, etc. Allí un compañero mío, el infaltable “Feña”, andaba con un cómic de Batman, y de puro sapo se lo pedí prestado para echarle una ojeada. La verdad que Batman es un personaje que siempre me interesó, asi que empecé a leer la historia. Y claro, para quien domina éste tema, si digo que el cómic era Batman: The Killing Joke (o La Broma Asesina, como se llamó acá), entenderá por qué considero que mi “ingreso” al mundillo de los cómics no podía partir de mejor forma. Un relato espeluznante de cómo (posiblemente, pues ni él mismo lo recuerda bien), el Joker (el Guasón en versiones latinas) se convierte en lo que es. Y trata de demostrar a Batman, su eterno rival, que la única diferencia entre un tipo cuerdo y uno loco, es un mal día (algo que, si lo miramos fríamente, no está tan lejos de la realidad). Me impresionó la trama, y más me impresionaron los dibujos. Dibujazos, más bien. El guión corre por cuenta del genial escritor inglés Alan Moore, y los lápices a cargo del maestro Brian Bolland. Nota aparte merece el chiste que The Joker le cuenta a Batman al final, y la reacción del propio encapotado frente a ello.
Volviendo a mi lectura del cómic, llegó el momento en que el Feña me pidió devuelta el cómic, pues debía irse, o qué se yo. El problema es que aún no terminaba de leerlo, y quedé con la historia a medias. Pasaron los días, y mi compadre Feña nunca me trajo la revista para seguir leyéndola. Entonces, hice algo que marcó un antes y un después, y decidido partí al centro y compré en un kiosco el cómic de Batman, para terminar de leerlo. Como dije, la historia es terrorífica pero excelente (claro, es un guión de Moore) y cuando terminé de leerla, me dejó con un “sabor” extraño. Sólo quería saber más, leer más, y aprender más de Batman, pues consideré que era (es) un personaje demasiado interesante como para pasar por alto algún detalle de su historia. Entonces empecé a buscar otros cómics de Batman, para entender mejor su historia, y sobre todo las historias de sus enemigos.
De ahí en adelante no pude parar de buscar y consumir cómics. La verdad es que cuando empiezas a leer un personaje, tarde o temprano te das cuenta de que se cruza con otros personajes, y entiendes que de ese otro personaje no sabes mucho, por ende, tienes que aprender del otro personaje, tanto su historia, como su actualidad en los cómics. Eso te lleva a meterte más y más en este mundillo, y terminas dominando muchos héroes y villanos, y muchas historias, que te son necesarias para entender otras historias, y así sucesivamente.
Por la época que compré The Killing Joke, estaba también apareciendo la ya mítica Muerte de Superman. Un golpe por donde se le mire, tanto monetario, como de publicidad, y que hizo que muchos ojos voltearan a ver los cómics como un producto interesante además de rentable.
Pero a ver, dejaré algo en claro. Nunca me gustó Superman. Es interesante el fenómeno que se produce con éstos dos íconos del comic-art mundial, Batman y Superman. Quienes gustan de Superman, posiblemente también les guste Batman. Pero quienes gustan de Batman, siempre terminan odiando a Superman. Por qué? Las razones pueden ser muy diversas. Pero al menos mi caso (y supongo el de muchos), es que Superman siempre mantuvo, durante series animadas de los 60 y 70, y las películas (que nunca ví, por las razones “lógicas”), una actitud de un cuasi dios sobre la Tierra, donde los humanos y demás seres, somos inferiores a él. En cambio Batman, es un tipo normal, que decide convertirse en un vigilante para ayudar a otros a que no pasen lo que él pasó. Como muy bien se describe en un cómic llamado Kingdom Come, uno es un ser que vino de otro planeta con poderes muy superiores, los poderes que todos quisiéramos tener, y el otro es el ícono de la búsqueda y la perfección humana en su máximo grado. Pero no siempre las mentes grandes piensan del mismo modo. Así mismo, entre ellos hay una relación un poco tirante, pues Batman, al no poseer poderes, no puede darse el lujo de usar mallas colorinches, puesto que las balas no rebotan en su pecho, sino que lo atraviesan. Pero Batman es tan astuto, que el mismo Superman le teme en ese aspecto.
Eso me lleva a recordar uno de los íconos del comic-art mundial, un cómic que cambió una época, y marcó una diferencia tan sustantiva, que de ahí en adelante nacio toda una gama de creaciones de similares características. Una historia donde Batman y Superman se enfrentan mano a mano, con devastadoras consecuencias. Un comic-book altamente recomendable, que recomiendo leer tanto a quienes gustan del cómic, como para quienes gusten de leer libros. Se titula Batman: The Dark Knight Returns (en algunas ocasiones sólo se denomina The Dark Knight , El Señor de la Noche, o simplemente DK). Escrita y dibujada por Frank Miller, y coloreada por su mujer, Lynn Varley, DK nos relata la historia “ficticia” de un Bruce Wayne ya retirado, cincuentón, pero que debe, por diversas razones relatadas, volver a vestir el Manto del Murciélago, pero se da cuenta que ya es viejo, que tiene más grasa que músculos, y debe empezar un entrenamiento y luchar contra sus propios años, para volver a ser Batman. Interesante desde el punto de vista social y político, pues lo hace enfrentarse a su viejo amigo/enemigo Superman, en una lucha sin cuartel, y con un Superman que sige joven, pero vendido al sistema y ahora convertido en la principal arma de ataque y defensa del gobierno de los Estados Unidos.
Así, de esa manera, y con cómics de esa categoría, entré en el mundo de las viñetas y los trazos. Donde no sólo debes aprender y conocer las historias de los villanos y de los héroes, sino sus ideas, sus intenciones, historias de lugares, y de situaciones. Pero también debes aprender sobre dibujantes, entintadores, coloreadotes y guionistas. Porque no es lo mismo un dibujo de Bolland, que un dibujo de Miller. Pueden ser grandes dibujantes, reconocidos, pero sus trazos son diferentes. Y claramente no es lo mismo el entinte de Manley, o Jones III, que el de Janson (que es un asco). Con el tiempo aprendes a leer historias no sólo por su personaje, sino también por quién la escribe. E incluso por quien la dibuja. Y me refiero a todo tipo de cómics. Pues, como era esperable, no existe solo el género superheroico, sino una amplia gama de historias que contar y dibujar. No todo es golpes, garras de adamantium, anillos esmeraldas, supervelocistas, super-mujeres (en todo sentido!), o desquiciados mentales.
Existen diversos cómics que tocan otros temas, que tienen otros personajes, y que son tan o más, interesantes que los que el común de la gente conoce. La editorial americana DC Comics, tiene una línea editorial completa para los cómics diferentes, y clasificados netamente para adultos. No porque contengan material de tres equis, sino por el contenido más extraño, menos digerible en primera instancia, o más adulto que poseen. No es lo mismo leer a Superman, que leer a Hellblazer. Por ahí va la cosa. DC sacó varias series grandiosas, que claramente eran diferentes al género superheroico, y que debían ser agrupadas en una línea editorial aparte. Series como Swamp Thing, Hellblazer, Doom Patrol o The Sandman, fueron los primeros títulos que ingresaron a la nueva Línea Vertigo, de la DC, dando paso a innumerables series y cómics, con un contenido diferente, y hechos por guionistas que hicieron cambiar la mirada que el mundo tenía de las viñetas. Tipos como Grant Morrison, Neil Gaiman, Alan Moore o Jamie Delano, son tipos que marcaron un antes y un después en el cómic popular.
Los cómics nos cuentan historias fantásticas e increíbles, de seres poderosos y de luchas intergalácticas, y otras veces nos relatan hechos verídicos y partes de la historia de nuestro planeta. Pero lo que más nos cuentan, son los sueños de sus creadores, y los sueños de los mismos personajes que salen escritos y relatados en ellas. Y ya sabemos que los sueños, no mueren. Sólo se duermen sobre sus propios sueños. Y un ser que no sueña, no es nada.
Un mundo onírico, donde nos involucramos con nuestros propios pensamientos...
Un mundo de Fábulas. Un mundo de Reflejos.
lunes, 21 de julio de 2008
Las Cosas Que Me Gustan.... Cómics
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