sábado, 27 de febrero de 2016

NO-Verso Nº 5

NO-VERSO Nº 5

La Ausencia de las Herramientas

Un joven estaba sentado sobre un banco de cemento y ladrillos, en una pequeña plaza, donde habían juegos infantiles, adyacente a una carretera. Era un caluroso día de verano, y la alta temperatura no había dado tregua a los habitantes de la ciudad.
Los autos pasaban raudos por aquella carretera, mientras algunos niños jugaban entre los fierros de aquellos juegos infantiles, los que estaban a la sombra de los añosos árboles, claro. Los que quedaban al sol, no los ocupaba nadie. El joven no prestaba atención a lo que sucedía a su alrededor. Estaba bajo la sombra de uno de los grandes árboles, en aquel banco de material duro, pero que le pareció cómodo como cualquier otro. La verdad, el lugar era lo menos importante para él. Lo realmente importante estaba en su mente, y en su corazón.
No lo estaba pasando bien, eso estaba claro. Estaba sumergido en sus pensamientos, con la mirada perdida, sin ver nada, ningún punto, ningún árbol, ningún niño jugando, absolutamente nada. Nadie le prestaba atención tampoco. Los niños estaban preocupados de sus juegos, y las mamás de los niños estaban preocupados por sus hijos. Nadie miraba a aquel joven cabizbajo.
Ropa negra y gris, polera blanca, pelo un poco largo, con algunas canas, un papal en la mano, y un tatuaje en una de sus manos. Nada del otro mundo, probablemente como existan miles como él.
De vez en cuando alzaba la mirada, pero sin mirar algo, pero como mirando un punto fijo, como que si en su mente viera algo. Serían sus recuerdos? Serían sus vivencias las que recordaba mirando así? Nadie se fijaba en él, como para preguntárselo, y si alguien se hubiese fijado, probablemente no le hubiese importado en lo más mínimo. Quién podría preocuparse por el? Sólo él, quizás.... o no?
Pasó el tiempo. Cuánto? No supo. Pudieron ser minutos, o pudieron ser horas. La verdad no lo sabía. Sólo notó el paso del tiempo cuando el calor disminuyó un poco, cuando las sombras se alargaron en el suelo caliente de la plaza, y cuando los niños abandonaros sus juegos, ante los llamados de sus madres que los llamaban a distintos menesteres y debían volver a sus hogares. Se quedó solo, pues, aunque eso en realidad no le importaba. El mundo exterior le importaba poco siendo honestos.
Estaba tan sumergido en su mundo abstracto creado por sus recuerdos, que no se dio cuenta cuando alguien se le acercó y lo saludó.

- Hola!... Hola?...
- Eh?... Hola...

Aquel saludo no fue ni remotamente amigable, ni mucho menos cordial. Su interlocutora así lo notó, pero no le dio importancia y siguió con su sonrisa en el rostro, de lo más jovial.

- Cómo estás?
- Quiero estás solo...
- Eso se nota, sabes? Pero aún así, podrías ser amable y responderme. No cuesta nada, ser amable. - sonrió la mujer al decirlo.
- Ahm... Tienes razón, disculpa - dijo el joven, quien recién enderezó la vista para ver quién le hablaba y se quedó sorprendido de ver que se trataba de una mujer joven, con cabellos alborotados, algo pálida, vestida de negro y con una polera de algún grupo de rock.
- Terminó la inspección? - coqueteó la muchacha.
- EH?? No, no... Nada que ver, lo siento. Hola! Qué tal estás?
- Ves? No cuesta nada ser amable. De hecho, cuesta lo mismo que ser desagradable, pero tiene mejores beneficios... Y sí, estoy. Gracias.

 El joven se volvió a sentar, aunque ya lo habían sacado de sus pensamientos, tampoco es que desconociera lo simpática de la joven que se encontraba con él. Y aunque su mundo ahora era otro, al menos, quizás, le serviría distraerse un poco con una conversación llena de absurdos y sin intenciones.

- Eso espero, aunque igual no conseguirías nada - dijo la joven, sonriendo, mientras el joven la miraba boquiabierto - Oh, me descubriste. Sí, leo la mente... No, mentira, bobo!
- Já... Ya me parecía... Aunque...
- Nada de aunque. Qué haces?
- Pienso.
- Más bien recuerdas.
- Lo mismo.
- No.
- No?
- No.
- Ok.

Guardaron silencio los dos. Hasta que la joven caminó unos pasos por aquel caminito de grava. Entonces él dijo:

- Te vas?
- Claro, qué quieres que me quede? tengo cosas que hacer, y si no me vas a tomar en cuenta, pues prefiero seguir con ello, no crees?
- Te vuelvo a pedir disculpas, estoy en otro mundo la verdad. Siento no haberte prestado atención. Aunque es raro, nunca pasan estas cosas.
- Claro que no.
- Entonces?
- Si pasaran sabrías como comportarte y como prestar atención.
- Tienes razón- respondió el joven, mientras sonreía.
- Ey, te saqué una sonrisa... Es algo, no?
- Sí, gracias.

Entablaron una pequeña conversación, hablando del clima, de las fechas, de cosas que la verdad no tenían importancia. Sin embargo, se notaba a leguas que los pensamientos y recuerdos de él estaban muy fuertes en aquella tarde, por lo que ella se decidió a indagar sobre eso. Mal que mal, a eso había ido... Sin embargo él rehuía el tema, aludiendo a que era algo personal, que a ella ni siquiera la conocía como para estarle contando cosas.... Sin embargo, la chica se mostraba tan simpática, y en realidad desinteresada, que al final conversaron sobre lo que tenía al joven tan hundido en si mismo
Fue una conversación intensa, sincera, desde lo más profundo del alma del joven, aunque no esperaba que fuera así, la misma personalidad de la mujer lo envolvía y lo animaba a seguir hablando, de su vida, de su decepción, de su pena, de su rabia. De todo lo que le pasaba en aquellos momentos complicados. Ella lo escuchaba, de vez en cuando lo miraba a los ojos cuando relataba sus cosas, con una sinceridad inusitada. Sentía la tristeza y la ira de aquel ser, pero acaso ambos sentimientos no son lo mismo, expresados de diferente forma? Ella lo sabía, pero lo sabría él? Probablemente no.

- Qué piensas hacer?
- Hacer? Nada.
- No piensas luchar?
- No. Ya luché mucho. Y mira dónde me ha traído esa lucha.
- Si te rindes...
- No me rendí. Me cansé de las mentiras.
- Soy buena escuchando, sabes?
- Te conozco? - dijo el joven, como si recién le prestara real atención a la muchacha.
- En cierta forma sí. Yo los conozco a todos.
- Eres la...
- Ah- Ah- Ah-... No lo digas.
- Vienes por mi?
- Quieres dejar este mundo?
- No.
- Muy bien. Sabes? Siempre hay algo por lo que vale la pena vivir. Siempre el mundo nos ofrece una oportunidad de sorprendernos, de volver a sentir, de saber que por algo estamos en él, algo que vale la pena. A veces nos sentimos tan ínfimos en el vasto universo, pero también somos importantes, cada cual en su papel.
- Para ti es fácil decir eso...
- Para ti también debería serlo. Alguien ya lo dijo... "morir no es forma de ganarse la vida, muchacho"... Y por cierto. No venía por ti... Sólo pasaba por este parquecito, y te vi, y pensé que podrías necesitar contar cosas, y para ello necesitabas alguien que te escuchara. Y como te he dicho, soy muy buena escuchando.
- Gracias...
- Cómo sabías que yo....?
- Hay historias... Hay leyendas... Sólo algunos saben o les interesan, otros simplemente no les importa. Aunque no eres como la representan generalmente...
- Te refieres a la guadaña y la capucha cubriendo los huesos con piel? - rió de buenas ganas - He estado delgada, pero nunca tanto!! - El Ankh que ella llevaba colgado al cuello, brilló levemente.


Ella le preguntó más detalles sobre eso, y volvieron nuevamente a conversar.
Él estaba seguro que todo era un sueño. No podría ser de otra forma. Pero, presintiendo aquello, se dispuso a tratar de sacarle el máximo provecho a aquel sueño extraño, aunque muy real en su cabeza.
Conversaron de otras cosas, volvieron a tocar el tema de sus pensamientos actuales. Ella lo escuchaba. realmente era buena escuchando. Tenía las palabras precisas para todo. Tan sabia era? Era una muchacha apenas, ero claramente él sabía que en realidad era mucho más que eso. Aunque qué podría saber ella acerca de problemas cotidianos? Supuso que mucho, quizás no era los primeros problemas que escuchaba, ni serían los últimos. Sin embargo le intrigaba el motivo de por qué se había acercado a él, siendo quien era. Pero prefirió guardar sus preguntas para después. Por mientras, pensando que todo era un simple sueño, prefirió seguir las conversaciones.

- Qué le encuentras a este mundo? Crees que haya algo por lo que valga la pena vivir?
- Oh sí! Muchísimas cosas! Has probado los helados, por ejemplo? Son una delicia!
- Helados?? - preguntó extrañado.
- Sí, helados. Son una maravilla. Si no los has probado, deberías hacerlo, menso.
- Sé lo que es un helado. Los he probado. Pero son simples helados, no son ninguna maravilla. Helados, nada más.
- Es ahí donde te equivocas, ves? Por más simple que sea, un helado es algo para disfrutar, para compartir también, para saborear, para ver lo bueno de la vida en algo tan simple como un helado. Es algo que se olvida con facilidad, pero cuando por alguna razón no puedes tener eso, lo extrañas.
- De eso se trata justamente. Y no es con el helado.
- Es un ejemplo, bobo. Pero antes pensabas así. No puedes dejar de hacerlo por... digamos... "un problemita".

Ella tenía razón. Como en todo lo que le había dicho aquel atardecer en la plaza. No podía echar abajo su mundo, el que le quedaba al menos, sus ideales, sus pensamientos, sus convicciones, por un nuevo traspié en su vida. Debía intentar ser positivo dentro de su problema, tratar de ver algo bueno del mundo y aferrarse a eso para salir adelante, quizás. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero ella lo hacía parecer como si fuera así. Había que hacer algo, nada sacaba con estar pensando en algo, en una persona, en un mundo, en un universo, que ya no iba a existir. Para qué? Sólo torturarse. Mejor era enfocar las fuerzas en salir adelante, fuera como fuera. Pasar la tormenta y que saliera luego el sol. Mal que mal, siempre era así, no? Al menos, debía ser así. Era cosa de paciencia, era cosa de tiempo, era cosa de seguir viviendo. Era cosa de vivir.
Conversaron otro poco, más que nada ya cerrando el tema, y conversando levemente de cualquier otro tema. El tiempo pasaba inexorablemente, y aquel sueño, asumiendo que eso era, se iba a extinguir prontamente, por lo que y era cosa de tiempo antes que desapareciera de su mente, y prefirió despedirse, aunque fuera en sueños, de su extraña compañía.
Las cosas estaban mejor en su cabeza. No había olvidado el problema, sólo se había enfocado en el mañana, no en el hoy. Había tomado las riendas de su vida, y en vez de lamentarse más, haría lo que siempre debió hacer, lo que siempre debió saber que debía hacer: vivir.
Ella notó el papel que él llevaba, y antes de despedirse, le preguntó por él:

- Y qué harás con eso?
- No lo sé. Nada?
- Eso lo decides tu. Ya sabes, tu vida es tuya. Vívela como mejor te plazca.
- Gracias- Espero volver a verte...
- Claro que sí. Tarde o temprano, al final los veo a todos....

Y se alejó por la calle, hasta que desapareció en una de las esquinas del sur.


REK.


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