NO-VERSO Nº3
El Territorio del Corazón
El amor viene de la pasión, y la pasión viene del deseo, y el Deseo siempre es cruel.
O, al menos, así reza la leyenda.
Hubo un tiempo en que él creía en el amor, en la amistad, en los sentimientos. Pero era tiempo pasado. El mundo, la vida, las personas, le habían demostrado que tales cosas no eran más que ideas que se inventaba la gente para justificar acciones, para evitar acciones, o vaya a saber uno para qué propósitos siniestros. Sin embargo, llegaría una época en que sin pensarlo, y sin quererlo, volvería a creer en muchas de esas cosas nuevamente. Para bien, o, quizás, para mal.
Si hubiese sabido en qué iba a terminar todo, es muy probable que hubiese preferido seguir sin creer, seguir sin sentir nada de aquello que volvió a sentir. Si hubiese venido alguien en una máquina del tiempo a advertirle, quizás le hubiese hecho caso. Pero nadie vino a decirle nada, ni del futuro, ni de otro mundo. Tan solo tuvo que vivir las cosas en secuencia, en vivencia, en experiencia, como todo el resto de los humanos mortales. Y había que aceptarlo, simplemente no quedaba de otra.
En un mundo de fantasía, sólo pueden existir historias de fantasía. Sin embargo, esta es, fue, o será, una historia real.
Ella era una mujer experimentada, en muchos ámbitos y en muchas cosas, pero seguía siendo una mujer, si es que se logra entender a lo que me refiero.
Él era un tipo más inmaduro, pero de simple no tenía nada. Extraña combinación, probablemente, pero con una actitud un tanto magnética, que podías odiar o amar, pero indiferente jamás te dejaría.
Ella tenía un genio de los mil demonios, irascible, irritable fácilmente, y era de las mujeres que simplemente se aprovechaban de eso para aplicar el clásico y repetido cliché de "si no te gusta, te vas", como si el resto del mundo estuviese obligado a aceptar su genio de mierda sin chistar.
Él, pese a que tampoco tenía un genio amable y cándido, era de las personas que aún mantenía un control sobre aquellas emociones, pues sabía a ciencia cierta lo que una de sus iras podía provocar. Trataba de mantenerse más calmado, tranquilo, para aplicar aquello de que "no hagas lo que no te gusta que te hagan", aunque como cualquier persona con dos dedos de frente sabe, eso es una soberana mentira.
En el mundo de las improbabilidades, ellos rompieron la regla y se conocieron. Más no fue con el ánimo de nada, simplemente conversar, intercambiar ideas, y blablabla. Ella pertenecía a una cofradía de mujeres, muy amigas, muy cercanas, que incluso se conocían en persona. Él era de otro mundo, con menos gente, pero también tenía sus conocidos en el ambiente, como se dice. Ninguno era ajeno a las cosas que en aquel mundo sucedían, buenas y malas, alegres o tristes. Sabían bien cómo funcionaba, y lo que podían esperar y lo que no. Y que a veces también traía sorpresas.
Comenzaron a conversar. Él a cortejarla, ella a ser cortejada. Y a ambos les gustaba ese escenario, les acomodaba, les hacía sonreír, sentir bien. La verdad sea dicha , quien más interés tenía en "algo más" era él. Ella simplemente se dejaba querer, y aunque algo de sentimiento le ponía a la cosa, no es que fuera algo muy primordial, o un mayor interés. Pese a ello, siguieron aquel juego de verdad, y terminaron entablando una relación de mucha cercanía, de demostrarse cariño, de quererse, aún sin conocerce como tal.
No pasó mucho tiempo en que él comenzara a insinuarle que se conocieran en persona, pero ella en un principio, si bien no rechazaba la idea, abogaba por esperar un tiempo más, pues lo encontraba "prematuro". Él aceptó eso en las primeras semanas, pero ya pasado más tiempo si bien no era una obligación, comenzó a cuestionarse el "por qué". Entonces ella, para evitar problemas, le dijo que cuando ya fuera algo concreto, con una fecha definida, lo conversaran. Y así fue. Y así fue como él llegó a sus tierras,, pues no vivían en la misma zona, y por fin se vieron frente a frente. Él estaba ansioso, ella nerviosa. Se besaron, y salieron a recorrer un poco la ciudad. Comenzaron su relación de aquella extraña forma, y su relación, y todo lo demás, siempre fue extraño, con circunstancias extrañas, secretos guardados, que si bien cuando se saben dejan de ser secretos, lo eran en un tiempo, y un largo etcétera.
Luego de conocerse, comenzaron los problemas. Y fueron subiendo de intensidad a medida que pasaba el tiempo, como cuando anuncian un huracán que va a llegar a alguna costa del mundo y avisan que va a ser trágico. En el primer momento, en los primeros momentos, el se sentía feliz, estaba con la persona que quería. Ella, simplemente seguía tal cual, dejándose querer.
Los primeros inconvenientes empezaron por dos motivos que se amarraron convirtiéndode en uno solo: la idea de él de hacer pública la relación, tratándola con palabras más "cariñosas", y la negativa de ella sobre el tema, argumentando que si todo el mundo sabía, no faltarían los envidiosos, y envidiosas, que allí proliferaban, de hecho, y que se las arreglarían para poner obstáculos entre ellos, para que su relación no perdurase.
Sin embargo, no serían precisamente las demás personas las que serían finalmente las responsables del final de todo. Pero no nos adelantemos a los hechos.
El curso de los acontecimientos ya estaba fijado, pero nadie podía saberlo. Excepto quizás ella. Él comenzó a encontrar sospechoso que ella se negara siempre a hacer más pública la relación, aunque algunas personas lo sabían, y además ella comenzó a alejarse lentamente de él, siempre escudándose en su mal genio y en sus reiterados enojos sin motivos. Él comenzó a descolocarse cada vez más con este tema, al punto que se cuestionó los por qué, algo que mejor no hubiese hecho. Conversando con alguien de su confianza, en aquellos tiempos, le dijo algo que él ya sospechaba, tanto por la actitud de ella, como por cosas que había visto tanto presencialmente como "escondido" por ahí: ella tenía otra relación de antes. Esto lo dejó pensativo, y aunque muchas piezas encajaban con esa información trató de no hacer problemas por ello. Se guardó su tristeza para sí, y su decepción, pues no dijo nada más a nadie.
Ella, sin saber que él ya sabía la verdad, aunque no se la hubiese dicho ella, notó un leve alejamiento de su parte, lo cual, obviamente, tomó a su favor, para alejarse finalmente ella de él. Muy conveniente.
Pasaron dos semanas en que no hubo ningún tipo de comunicación. No hubo conversaciones, mensajes, correos, nada, absolutamente nada. Ambos interpretaron que el otro no estaba realmente interesado, y no se dieron a conocer. Eso obviamente ella sabía que no era así, pues tenía más que claro que el interés de él era real y era fuerte, pero dadas las circunstancias de su vida, prefería y le convenía seguir esa línea. Él por su parte prefirió esperar a que ella apareciera, y nunca lo hizo. Eso le dejó las cosas más que claras, por si antes ya no lo eran. Y decidió entonces intentar buscarla, a toda costa. No quería perderla, quería mantenerla, retenerla, incluso "ganarla", como si fuera una especie de premio, aunque no tan burdo como tal pensamiento. Más bien suponía, sentía, que su amor era más puro y se merecía una oportunidad. Nada más absurdo y alejado de la realidad, pero lo aprendería con los años.
Todo lo que intentó no le resultó, simplemente no hubo respuesta de ella. Hasta que un día, pasado un tiempo, supo que ella venía a su ciudad, seguramente a juntarse con su pareja. Él lo supo atando cabos, y le mandó un correo, el cual ella contestó que si bien las cosas habían cambiado (más bien muerto), ella ahora estaba dispuesta a conversar con él, para aclarar todo lo que pasaba, pero que en ese preciso momento no podía porque tenía "otros compromisos". Él ya sabía cuáles eran, pero no insistió.
Se juntó aquel mismo día con una amiga, en una cita que bestaba concertada hacía tiempo, y durante la conversación no podía sacarse de la cabeza lo que estaba pasando, lo que estaba sucediendo, quizás a corta distancia incluso de él, y ésto lo notó su amiga, quien empezó a sentirse incómoda. Finalmente tomó valor, y se decidió a hablar claramente con ella, a quien le dijo todo lo que pasaba realmente en su cabeza y en su corazón, lo que sufría y se molestaba consigo mismo por no aceptar la realidad. Esta amiga, si bien se había juntado con él por un leve interés que tenía sobre él, terminó siendo casi su paño de lágrimas, lo que le bastó para perder todo interés, obviamente. Sin embargo, le dio el único consejo posible: olvidarla.
Sin embargo, aquel era un consejo más fácil de dar, que de recibir y aceptar y hacer, en definitiva.
Se transformó en una obsesión, el saber de ella, de la forma que fuera, el pensarla, el soñarla, el querer tenerla... Hasta que se dio cuenta que era una droga, que le hacía mal. Y fue entonces cuando sacudió su cabeza, sacudió su corazón, su imbécil corazón, y se la arrancó de cuajo, como quien quita la mala hierba de los jardines. Fue algo violento, pero era necesario. Y aunque el proceso fue paulatino, costoso, doloroso, terminó por ya no sufrir por ella, por no pensar en ella, y se dedicó a tratar de pasarlo bien, con sus amistades en todos los ámbitos que tenía amigos.... Amigos, aquella palabra tan vilipendiada, pero que en ciertos aspectos cobra un significado importante. Sirvieron a su propósito, lo ayudaron a que no pensara en ella. Y finalmente se sanó de todo eso, muchos meses después.
Fue justamente en aquellos tiempos, cuando ella volvió.
Por qué? Nadie lo sabe. Razones pueden ser muchas, o ninguna también. Sin embargo, era la más poderosa de las razones por las cuales una mujer podría haber hecho eso: ego. Sí, ego. Cuando ya pasó el tiempo, cuando ya las aguas se habían aquietado, cuando ya los cielos eran claros y celestes nuevamente, él volvió a ser el de antes, con sus amistades, sus conversaciones, sus bromas, y todo lo que él siempre había sido. Y ella, simplemente había vuelto a ser la gruñona malhumorada que todos catalogaban de "sociable" y que aún teniendo pareja, no conseguía tener ni la felicidad que buscaba, ni ahora la atención o el interés del que la amó y persiguió con insistencia. Y ese era el punto. Ahí radicaba todo. Como toda mujer, como todo el ego de mujer, necesitaba la atención de alguien, que alguien se sintiera interesado en ella, aunque ella no le diera ni la más mínima pelota.
Sin embargo, cuando ella volvió, no encontró lo que buscaba. Él, ya sanado de sus heridas de la última batalla, no le dio importancia, es más, en aquel entonces tenía una compañera de juegos (por decirlo de una forma, pues sólo era leseo de ambiente, jamás hubo nada entre ellos, ella era una niña mucho más chica), con la cual muchas personas juraban que eran pareja, y eso, obviamente, a ella (más bien a su ego), no le gustó.
Él no le tomó asunto la verdad, ya estaba claramente sanado de todo aquello, y su regreso, y sus intenciones, la verdad lo tenían sin cuidado. Especialmente ayudado por su pequeña amiga, quien sabiendo la historia, no dejaba que la "mala", como la llamaba ella, se acercara mucho, o no pasaba día que no le tiraba alguna indirecta o algo. Él se reía, esa pequeña lo divertía mucho. Ella comenzó a irritarse, hasta el punto que recurrió a hablarle directamente a él, de forma privada y sin rodeos... No habló de volver, pero sí dejó en claro que iba a marcar su territorio.... Él rió, y sólo le respondió:
- Recuerdas cuando hace meses te dije que eras mi perdición, y que mientras no dejara de amarte seguirías siéndolo, pero que llegaría un día en que ya no lo serías?
- Qué tiene eso que ver?
- Pues ya no eres mi perdición, puedes hacer lo que gustes.
Y dicho esto, volvió a conversar con su pequeña amiga. Y ella, a comerse su rabia, por ser ignorada por alguien que suponía podría alimentar su ego femenino, su necesidad de sentirse deseada, mirada, admirada, querida... Y pese a su enojo, pese a su rabia, siguió volviendo a aquel lugar, en espera de que un día él se fijara en ella, sólo ya por un capricho, como quien no deja algo tranquilo hasta que lo consigue sólo por el hecho de conseguirlo, o de demostrarse, o demostrar a los demás, que pudo conseguirlo. Sin embargo, todos sus intentos fueron en vano. Lisa y llanamente, no le daban pelota, como ella lo había hecho con él, tiempo atrás, pero de una forma peor y mucho más cruel.
Sus caminos se separaron, nunca más supieron el uno del otro. Y así, quizás, debió ser siempre.
Los caminos del corazón son extraños, insondables, muchos los recorren, muchos terminan su viaje acompañados, muchos terminan solos, muchos siguen los caminos sin terminar nunca de recorrerlos, muchos son felices, otros no tanto. Pero los caminos del corazón son peligrosos, y muchas veces pasamos del deseo al amor tan fácil, que nos confundimos... Y entre la confusión, y la sanación, son los territorios del deseo y del corazón. Y, a veces, es mejor no arriesgarse a recorrerlos.
REK.
O, al menos, así reza la leyenda.
Hubo un tiempo en que él creía en el amor, en la amistad, en los sentimientos. Pero era tiempo pasado. El mundo, la vida, las personas, le habían demostrado que tales cosas no eran más que ideas que se inventaba la gente para justificar acciones, para evitar acciones, o vaya a saber uno para qué propósitos siniestros. Sin embargo, llegaría una época en que sin pensarlo, y sin quererlo, volvería a creer en muchas de esas cosas nuevamente. Para bien, o, quizás, para mal.
Si hubiese sabido en qué iba a terminar todo, es muy probable que hubiese preferido seguir sin creer, seguir sin sentir nada de aquello que volvió a sentir. Si hubiese venido alguien en una máquina del tiempo a advertirle, quizás le hubiese hecho caso. Pero nadie vino a decirle nada, ni del futuro, ni de otro mundo. Tan solo tuvo que vivir las cosas en secuencia, en vivencia, en experiencia, como todo el resto de los humanos mortales. Y había que aceptarlo, simplemente no quedaba de otra.
En un mundo de fantasía, sólo pueden existir historias de fantasía. Sin embargo, esta es, fue, o será, una historia real.
Ella era una mujer experimentada, en muchos ámbitos y en muchas cosas, pero seguía siendo una mujer, si es que se logra entender a lo que me refiero.
Él era un tipo más inmaduro, pero de simple no tenía nada. Extraña combinación, probablemente, pero con una actitud un tanto magnética, que podías odiar o amar, pero indiferente jamás te dejaría.
Ella tenía un genio de los mil demonios, irascible, irritable fácilmente, y era de las mujeres que simplemente se aprovechaban de eso para aplicar el clásico y repetido cliché de "si no te gusta, te vas", como si el resto del mundo estuviese obligado a aceptar su genio de mierda sin chistar.
Él, pese a que tampoco tenía un genio amable y cándido, era de las personas que aún mantenía un control sobre aquellas emociones, pues sabía a ciencia cierta lo que una de sus iras podía provocar. Trataba de mantenerse más calmado, tranquilo, para aplicar aquello de que "no hagas lo que no te gusta que te hagan", aunque como cualquier persona con dos dedos de frente sabe, eso es una soberana mentira.
En el mundo de las improbabilidades, ellos rompieron la regla y se conocieron. Más no fue con el ánimo de nada, simplemente conversar, intercambiar ideas, y blablabla. Ella pertenecía a una cofradía de mujeres, muy amigas, muy cercanas, que incluso se conocían en persona. Él era de otro mundo, con menos gente, pero también tenía sus conocidos en el ambiente, como se dice. Ninguno era ajeno a las cosas que en aquel mundo sucedían, buenas y malas, alegres o tristes. Sabían bien cómo funcionaba, y lo que podían esperar y lo que no. Y que a veces también traía sorpresas.
Comenzaron a conversar. Él a cortejarla, ella a ser cortejada. Y a ambos les gustaba ese escenario, les acomodaba, les hacía sonreír, sentir bien. La verdad sea dicha , quien más interés tenía en "algo más" era él. Ella simplemente se dejaba querer, y aunque algo de sentimiento le ponía a la cosa, no es que fuera algo muy primordial, o un mayor interés. Pese a ello, siguieron aquel juego de verdad, y terminaron entablando una relación de mucha cercanía, de demostrarse cariño, de quererse, aún sin conocerce como tal.
No pasó mucho tiempo en que él comenzara a insinuarle que se conocieran en persona, pero ella en un principio, si bien no rechazaba la idea, abogaba por esperar un tiempo más, pues lo encontraba "prematuro". Él aceptó eso en las primeras semanas, pero ya pasado más tiempo si bien no era una obligación, comenzó a cuestionarse el "por qué". Entonces ella, para evitar problemas, le dijo que cuando ya fuera algo concreto, con una fecha definida, lo conversaran. Y así fue. Y así fue como él llegó a sus tierras,, pues no vivían en la misma zona, y por fin se vieron frente a frente. Él estaba ansioso, ella nerviosa. Se besaron, y salieron a recorrer un poco la ciudad. Comenzaron su relación de aquella extraña forma, y su relación, y todo lo demás, siempre fue extraño, con circunstancias extrañas, secretos guardados, que si bien cuando se saben dejan de ser secretos, lo eran en un tiempo, y un largo etcétera.
Luego de conocerse, comenzaron los problemas. Y fueron subiendo de intensidad a medida que pasaba el tiempo, como cuando anuncian un huracán que va a llegar a alguna costa del mundo y avisan que va a ser trágico. En el primer momento, en los primeros momentos, el se sentía feliz, estaba con la persona que quería. Ella, simplemente seguía tal cual, dejándose querer.
Los primeros inconvenientes empezaron por dos motivos que se amarraron convirtiéndode en uno solo: la idea de él de hacer pública la relación, tratándola con palabras más "cariñosas", y la negativa de ella sobre el tema, argumentando que si todo el mundo sabía, no faltarían los envidiosos, y envidiosas, que allí proliferaban, de hecho, y que se las arreglarían para poner obstáculos entre ellos, para que su relación no perdurase.
Sin embargo, no serían precisamente las demás personas las que serían finalmente las responsables del final de todo. Pero no nos adelantemos a los hechos.
El curso de los acontecimientos ya estaba fijado, pero nadie podía saberlo. Excepto quizás ella. Él comenzó a encontrar sospechoso que ella se negara siempre a hacer más pública la relación, aunque algunas personas lo sabían, y además ella comenzó a alejarse lentamente de él, siempre escudándose en su mal genio y en sus reiterados enojos sin motivos. Él comenzó a descolocarse cada vez más con este tema, al punto que se cuestionó los por qué, algo que mejor no hubiese hecho. Conversando con alguien de su confianza, en aquellos tiempos, le dijo algo que él ya sospechaba, tanto por la actitud de ella, como por cosas que había visto tanto presencialmente como "escondido" por ahí: ella tenía otra relación de antes. Esto lo dejó pensativo, y aunque muchas piezas encajaban con esa información trató de no hacer problemas por ello. Se guardó su tristeza para sí, y su decepción, pues no dijo nada más a nadie.
Ella, sin saber que él ya sabía la verdad, aunque no se la hubiese dicho ella, notó un leve alejamiento de su parte, lo cual, obviamente, tomó a su favor, para alejarse finalmente ella de él. Muy conveniente.
Pasaron dos semanas en que no hubo ningún tipo de comunicación. No hubo conversaciones, mensajes, correos, nada, absolutamente nada. Ambos interpretaron que el otro no estaba realmente interesado, y no se dieron a conocer. Eso obviamente ella sabía que no era así, pues tenía más que claro que el interés de él era real y era fuerte, pero dadas las circunstancias de su vida, prefería y le convenía seguir esa línea. Él por su parte prefirió esperar a que ella apareciera, y nunca lo hizo. Eso le dejó las cosas más que claras, por si antes ya no lo eran. Y decidió entonces intentar buscarla, a toda costa. No quería perderla, quería mantenerla, retenerla, incluso "ganarla", como si fuera una especie de premio, aunque no tan burdo como tal pensamiento. Más bien suponía, sentía, que su amor era más puro y se merecía una oportunidad. Nada más absurdo y alejado de la realidad, pero lo aprendería con los años.
Todo lo que intentó no le resultó, simplemente no hubo respuesta de ella. Hasta que un día, pasado un tiempo, supo que ella venía a su ciudad, seguramente a juntarse con su pareja. Él lo supo atando cabos, y le mandó un correo, el cual ella contestó que si bien las cosas habían cambiado (más bien muerto), ella ahora estaba dispuesta a conversar con él, para aclarar todo lo que pasaba, pero que en ese preciso momento no podía porque tenía "otros compromisos". Él ya sabía cuáles eran, pero no insistió.
Se juntó aquel mismo día con una amiga, en una cita que bestaba concertada hacía tiempo, y durante la conversación no podía sacarse de la cabeza lo que estaba pasando, lo que estaba sucediendo, quizás a corta distancia incluso de él, y ésto lo notó su amiga, quien empezó a sentirse incómoda. Finalmente tomó valor, y se decidió a hablar claramente con ella, a quien le dijo todo lo que pasaba realmente en su cabeza y en su corazón, lo que sufría y se molestaba consigo mismo por no aceptar la realidad. Esta amiga, si bien se había juntado con él por un leve interés que tenía sobre él, terminó siendo casi su paño de lágrimas, lo que le bastó para perder todo interés, obviamente. Sin embargo, le dio el único consejo posible: olvidarla.
Sin embargo, aquel era un consejo más fácil de dar, que de recibir y aceptar y hacer, en definitiva.
Se transformó en una obsesión, el saber de ella, de la forma que fuera, el pensarla, el soñarla, el querer tenerla... Hasta que se dio cuenta que era una droga, que le hacía mal. Y fue entonces cuando sacudió su cabeza, sacudió su corazón, su imbécil corazón, y se la arrancó de cuajo, como quien quita la mala hierba de los jardines. Fue algo violento, pero era necesario. Y aunque el proceso fue paulatino, costoso, doloroso, terminó por ya no sufrir por ella, por no pensar en ella, y se dedicó a tratar de pasarlo bien, con sus amistades en todos los ámbitos que tenía amigos.... Amigos, aquella palabra tan vilipendiada, pero que en ciertos aspectos cobra un significado importante. Sirvieron a su propósito, lo ayudaron a que no pensara en ella. Y finalmente se sanó de todo eso, muchos meses después.
Fue justamente en aquellos tiempos, cuando ella volvió.
Por qué? Nadie lo sabe. Razones pueden ser muchas, o ninguna también. Sin embargo, era la más poderosa de las razones por las cuales una mujer podría haber hecho eso: ego. Sí, ego. Cuando ya pasó el tiempo, cuando ya las aguas se habían aquietado, cuando ya los cielos eran claros y celestes nuevamente, él volvió a ser el de antes, con sus amistades, sus conversaciones, sus bromas, y todo lo que él siempre había sido. Y ella, simplemente había vuelto a ser la gruñona malhumorada que todos catalogaban de "sociable" y que aún teniendo pareja, no conseguía tener ni la felicidad que buscaba, ni ahora la atención o el interés del que la amó y persiguió con insistencia. Y ese era el punto. Ahí radicaba todo. Como toda mujer, como todo el ego de mujer, necesitaba la atención de alguien, que alguien se sintiera interesado en ella, aunque ella no le diera ni la más mínima pelota.
Sin embargo, cuando ella volvió, no encontró lo que buscaba. Él, ya sanado de sus heridas de la última batalla, no le dio importancia, es más, en aquel entonces tenía una compañera de juegos (por decirlo de una forma, pues sólo era leseo de ambiente, jamás hubo nada entre ellos, ella era una niña mucho más chica), con la cual muchas personas juraban que eran pareja, y eso, obviamente, a ella (más bien a su ego), no le gustó.
Él no le tomó asunto la verdad, ya estaba claramente sanado de todo aquello, y su regreso, y sus intenciones, la verdad lo tenían sin cuidado. Especialmente ayudado por su pequeña amiga, quien sabiendo la historia, no dejaba que la "mala", como la llamaba ella, se acercara mucho, o no pasaba día que no le tiraba alguna indirecta o algo. Él se reía, esa pequeña lo divertía mucho. Ella comenzó a irritarse, hasta el punto que recurrió a hablarle directamente a él, de forma privada y sin rodeos... No habló de volver, pero sí dejó en claro que iba a marcar su territorio.... Él rió, y sólo le respondió:
- Recuerdas cuando hace meses te dije que eras mi perdición, y que mientras no dejara de amarte seguirías siéndolo, pero que llegaría un día en que ya no lo serías?
- Qué tiene eso que ver?
- Pues ya no eres mi perdición, puedes hacer lo que gustes.
Y dicho esto, volvió a conversar con su pequeña amiga. Y ella, a comerse su rabia, por ser ignorada por alguien que suponía podría alimentar su ego femenino, su necesidad de sentirse deseada, mirada, admirada, querida... Y pese a su enojo, pese a su rabia, siguió volviendo a aquel lugar, en espera de que un día él se fijara en ella, sólo ya por un capricho, como quien no deja algo tranquilo hasta que lo consigue sólo por el hecho de conseguirlo, o de demostrarse, o demostrar a los demás, que pudo conseguirlo. Sin embargo, todos sus intentos fueron en vano. Lisa y llanamente, no le daban pelota, como ella lo había hecho con él, tiempo atrás, pero de una forma peor y mucho más cruel.
Sus caminos se separaron, nunca más supieron el uno del otro. Y así, quizás, debió ser siempre.
Los caminos del corazón son extraños, insondables, muchos los recorren, muchos terminan su viaje acompañados, muchos terminan solos, muchos siguen los caminos sin terminar nunca de recorrerlos, muchos son felices, otros no tanto. Pero los caminos del corazón son peligrosos, y muchas veces pasamos del deseo al amor tan fácil, que nos confundimos... Y entre la confusión, y la sanación, son los territorios del deseo y del corazón. Y, a veces, es mejor no arriesgarse a recorrerlos.
REK.
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