lunes, 13 de febrero de 2012

En los Pantanos de la Realidad


I
Reinicio


Y allí estaba, siendo una prueba inequívoca de que lo que él había escuchado era verdad, de que lo que le habían dicho era cierto. Pero cómo era posible? Estaba de pie frente a su tumba, lo sabía porque su nombre estaba ahí escrito en aquella añosa lápida gris. La fecha de nacimiento concordaba con la suya, y la fecha de su muerte estaba datada en 5 años atrás. Incluso habían restos de flores secas en los bordes, lo que significaba que era real, no era un truco hecho ahora último, era verídico que alguien en un pasado cercano había ido a su última morada a dejar flores y a decir unas palabras o pensarlas, quizás. Entonces qué significaba todo aquello? La verdad no tenía la más remota idea, y su mente estaba tan confusa que poco y nada cuerdo podía sacar en limpio en aquellos momentos.
Llegaron a una plaza, la plaza en la que jugó desde niño, la que conocía tan bien, la que fue testigo de sus conversaciones con amigos, y con amigas, e incluso de su primer beso con la primera mujer que amó de verdad. Sin embargo, la sentía totalmente ajena, desconocida, no era SU plaza. Aún así, les sirvió para descansar, para tomar un respiro, ambos habían tenido un día muy movido. Hacía un calor de los mil demonios, algo que por lo general le desagradaba, pero en aquellos momentos poco le importaba. Se ubicó a la sombra, para observar mejor su entorno, olvidando unos instantes a su acompañante para distraerse un poco y así quizás encontrar una chispa que lo llevara a entender lo que pasaba. Quien lo acompañaba, sólo se limitó a seguirlo y sentarse junto a él. Él miraba su alrededor, inquieto, los ojos se le movían de un lado a otro, y su mente vagaba por insondables dimensiones del pensamiento. Pero primero que todo, tenía que ordenar las cosas en forma cronológica, para ver dónde estaba lo extraño de toda ésta historia.
Hacía 3 días se había ido a su cama como todas las noches, después de un día tranquilo, algo fome en verdad, pero con esa tranquilidad que sólo un fin de semana podía entregar. Ni bien puso la cabeza en la almohada se durmió tan profundamente que no recordó ni siquiera lo que soñó en aquella noche. Y quizás era algo importante, o interesante del punto de vista científico, especialmente después de lo acaecido durante la mañana siguiente, y los próximos días.
A la mañana siguiente, 2 días atrás, se despertó normalmente pasadas las 10 de la mañana. El sol ya estaba entrando por las ventanas de la pieza, pese a las cortinas un tanto oscuras, iluminando su despertar. No fue un despertar muy diferente a como eran los demás de todos los días anteriores, no sintió nada extraño, no le dolía la cabeza, no sentía nada extraño en la nariz, o el resto del cuerpo. Sin embargo, todo cambió cuando se enderezó en la cama para levantarse. Aquella no era su pieza, no era siquiera su cama (aunque se había sentido bastante cómoda en el despertar), ni siquiera eran sus cortinas ni su ventana. Se incorporó rápidamente, se vistió con ropas que no eran las suyas, pero que extrañamente le quedaban bien, y salió raudo de aquella casa, dándose cuenta de que ya ni siquiera era su casa, aunque era similar, o casi igual, sólo cambiando algunos detalles. Recorrió las calles, que aunque eran las mismas calles de siempre, las encontraba un tanto diferentes. Y si estaba soñando aún? Era lo más lógico, pero sentía el sol quemando su piel, y según recordaba, nunca le había pasado eso en sueños, ni siquiera en los más reales que algún día tuvo. Fue a sentarse a la orilla del río, aquel río era lo único que encontró igual y lo hizo su refugio. Qué estaba pasando? La tarde de aquel día no fue diferente. No se atrevió a volver a su casa, ya que aún encontraba diferencias en las calles y avenidas, que le indicaban que aquella ilusión, si es que era eso, aún continuaba, y su casa no iba a ser realmente su casa. Así pasaron las horas, y sin querer más, se durmió acurrucándose en uno de los árboles que habían en la rivera de aquel río. Un sitio incómodo sin duda, pero que le pareció mucho mejor que cualquier otro en aquel momento.
Al siguiente día, hacía un día, todo siguió igual. Pensó que despertaría en su cama, como todas las mañanas, y olvidando incluso aquel sueño extraño. Pero no fue así, y se encontró donde mismo estaba la noche anterior, en aquel árbol a la orilla del río. Era temprano aún y un pájaro con sus silbidos lo había despertado, más que la luz de la mañana. Sintió frío. Sus ropas, que no eran suyas en realidad, consistían en un pantalón gris y una polera negra, extrañamente como vestía casi siempre, y por ello sintió frío en los brazos. Se incorporó y caminó hasta una pequeña placita que había cerca del río, atravesando una calle, donde se encontraba un hombre regando las plantas del lugar. Le pidió la manguera un poco, se mojó el pelo y la cara, y luego de darle las gracias a aquel hombre, se fue caminando sin un rumbo fijo por las calles. Recorrió bastante, encontrando muchas cosas iguales a las que recordaba de su "mundo", y otras tantas con leves diferencias. La verdad quería despertar de aquella horrible pesadilla, quitarse esa sensación de no saber qué pasa, pero no podía, y ya estaba más que claro en que no se trataba de un sueño, sino que algo había "cambiado la realidad", si es que aquello era posible. Así estuvo bastantes horas, caminando sin rumbo, intentando reconocer y comparar lugares. Incluso vio a personas que creyó reconocer, pero nadie lo miró a él. Al fin, especialmente porque ya tenía hambre, decidió ir a casa de alguno de sus amigos, quizás ellos pudieran ayudarlo o sacarlo de aquel estado idiota de su mente. A pesar de todo, no encontró a ninguno, y quedó aún peor mentalmente, cuando en algunas casas le respondieron que si acaso estaba loco, que Fulano no vivía ahí, o que Mengano nadie lo conocía. Qué le pasaba al mundo, a SU mundo? Se estaba destripando la realidad y él se estaba convirtiendo en un ser que no encajaba en este mundo y que, quizás, iba a ser eliminado, como al parecer lo habían sido algunos amigos? Pero más mal quedó, cuando en algunas casas con sólo verlo, las mamás o hermanas de sus amigos abrieron desmesuradamente los ojos, como si hubiesen visto un muerto, y sin darle ninguna respuesta cerraban la puerta, y aunque él insistiese en llamar, nadie más salía. Muerto de hambre, y sin esperanzas ni de comer ni de entender qué pasaba, se fue a otra de las pequeñas plazas de juegos y recreación que habían por allí cerca, cuando en eso la vio entre la gente que había allí. Su corazón latió rápido, su respiración se contuvo, y se le secó la garganta. Al fin una persona que conocía y que estaba ahí, era real, y nadie le había puesto cara de espanto para encontrarla. Se acercó de a poco, no quería llevarse otra sorpresa ni tampoco darla. Ella lo vio y abrió los ojos tal cual le había pasado antes con otra gente, como si vieran un fantasma. La llamó por su nombre, y ella se sorprendió aún más. Qué diablos estaba pasando? Se mantuvo a distancia, sin decir más, mientras ella se dirigía a las personas que la acompañaban y se despedía rápidamente de ellas. Entonces ella dirigió su mirada hacia él, observando desde lejos, llevándose las manos a la boca en actitud de asombro. Por qué tanto, si hacía apenas dos días habían compartido hasta la madrugada en aquellas conversaciones interminables de todo y de nada? Se decidió y se fue acercando a ella, decidido pero con calma. Ella no se movió. Al fin, después de segundos infinitos se encontraron frente a frente, pero en vez de ser una buena noticia para él, fue un balde de agua fría lo que recibió de ella.

- Quién eres? - dijo ella, asombrada.
- Qué? No lo sabes?
- No... O sea... No sé... - se notaba angustia en su voz y en su rostro.
- Yll
- No! Tu estás... - ella se apartó de él
- Hee, soy yo - dijo tomándola de las manos.
- No... - dijo ella comenzando a sollozar.
- Qué pasa, Hee?
- Yll... No puedes... Yll... Está muerto!

Aquellas palabras retumbaron en la cabeza de él, al momento que experimentó una puntada en su cerebro y un malestar como nunca los había sentido, aunque fue algo pasajero quizás producto de la impresión de escuchar aquellas palabras provenientes de alguien tan cercano como ella, y en especial alguien con quien había compartido gran parte de su vida. Retrocedió quizás para mirarla bien, o quizás para rechazar lo que había escuchado. Cómo iba a ser posible que estuviera muerto, si estaba ahí, podía ver, oler, sentir, tocar, pensar...? Imposible, o ella se había vuelto loca, o era el mundo completo el que estaba de cabeza. O si era él el problema? Eso explicaría las reacciones de la gente al verlo y la absurda incongruencia que había sentido de la realidad. Aún así, no podía aceptarlo. Se quedó en silencio sin saber qué hacer. Ella seguía mirándolo y sollozando, y por un impulso casi instintivo, él la abrazó y acarició sus cabellos celestes, mientras ella hundida en su pecho se largó a llorar con una fuerza terrible.
Pasado el estupor de aquel encuentro, decidieron ir a comer algo para calmar las penas y el hambre, y conversar con más calma. Durante aquella caminata, sin saberlo o sin querer saberlo, ambos estaban aceptando sus destinos, especialmente él, quien esperaba encontrar la senda que lo llevara a entender qué estaba pasando en realidad. Aquella comida fue muy especial para ambos en diferentes formas, y también en diferentes formas trataron de sacar el máximo provecho de ella. Ella estaba inquieta, intrigada, pero por sobretodo extrañada y con un sentimiento extraño, como de estar engañada o sentirse en un extraño sueño. Pero después de todo era normal, no todos los días te sentabas a comer con un muerto, no? Quiso saber la historia de él, pero poca respuesta obtuvo, ya que él tampoco tenía una respuesta clara, ni siquiera sabía qué significaba aquello de que "debería estar muerto". Le relató su vida, parte de ella, las últimas cosas que hizo, especialmente la última noche que había compartido con ella. Sin embargo, para ella eran como cuentos de fantasía, como que le leyeran un libro, pues nada de eso había pasado en realidad, ni siquiera en sueños.

- No entiendo nada, la verdad. Tengo la cabeza hecha mierda y sigo sin entender. Imagina, Hee. Sentado frente a ti, como miles de veces lo he estado, sintiendo el aroma de tu perfume que puedo decirte hasta dónde lo compras. Pero para ti todo ésto no debería estar pasando, ni siquiera me conoces en realidad, y para colmo, me dices que debería estar muerto...
- La verdad para mi tampoco es muy normal... O sea, comprende que he vivido años desde tu muerte, acostumbrada a mi vida, y aunque me relates miles de cosas, para mi nunca pasaron... Y además, estoy sentada frente a ti, no como eras, sino como hoy deberías ser, sólo que....
- Estoy muerto, o debería estarlo - concluyó él.
- Sí... Te creo, no se por qué, pero creo en tus palabras, y siento esa angustia dentro de ti, pero también la tengo ahora yo. Espero comprendas.
- Claro que sí... Sólo tú puedes ayudarme, Hee.
- Habrá que partir por lo básico. Hoy te quedarás en mi casa, mañana iremos a un lugar que quiero que veas.
- Te lo agradezco de corazón... Me siento solo, aparte de todas las mierdas que pueda sentir...

Ella le sonrió y continuaron la comida, quizás sintiéndose como siempre se habían sentido uno con el otro, pero al parecer en vidas totalmente diferentes y con personas diferentes aunque fueran las mismas.
Él se quedó en casa de ella, como habían planeado, pero se durmieron temprano, no indagaron más en los por qués ni en los cómos, quizás con el temor de despertar de aquel sueño absurdo y sin lógica.
Y al día siguiente, visitaron aquel lugar que ella quería que vieran, más especificamente que él viera.
Y allí estaba, siendo una prueba inequívoca de que lo que él había escuchado era verdad, de que lo que le habían dicho era cierto. Pero cómo era posible? Estaba de pie frente a su tumba.

REK.

1 comentario:

SOL dijo...

:O que heavy la historia... me encanto... son relatos que de verdad me gustan .. tú lo sabes... que fuerte es saberte muerto por una lapida que así lo dice... pero aún asi seguir caminando, despertando cada día... sintiendo que aún existes aún cuando para los seres que te rodeaban que te amaban has dejado de respirar...creo que se aplica la
frase que dice "El corazón no muere cuando deja de latir...el corazón muere cuando los latidos no tienen sentido"...Puedo imaginar como debe de sentir el protagonista... como caminando en un desierto...buscando una explicación buscando respuestas para explicar lo que hasta ahora estaba viviendo... queriendo despertar y seguir con la vida que antes llevaba... Que fuerte debe ser eso en verdad... Muacksssssss!!! genial tú relato me encanto...en verdad que escribes muy bien... Un abrazo y espero seguir leyendo más :)