domingo, 22 de abril de 2012

Cosas del Pasado

Bombshell,
líder de los Insecticons
Recuerdo la primera vez que una niña me gustó de verdad, en aquellos gustos de niños, y que por lo general era la niña bonita del barrio, la que además todos perseguían por el mismo hecho. Nadie se fijaba en las feas. Era una vecina del barrio, aún incluso hoy en día la veo cuando se aparece por estos lados. La verdad sea dicha nunca me dio bola, aunque debo reconocer que yo tampoco nunca le insinué nada, probablemente por miedo a quedar en ridículo a que te dijeran "no". Además eran  gustos de niños, de cabros chicos, por ende no eran muy importantes, aunque para uno en aquel tiempo si lo eran. Salíamos a andar en bicicleta a veces, y conversábamos cualquier estupidez. Recuerdo la vez que entre juegos de palabras, nos dimos cuenta de que si tuviésemos hijos en el futuro, tendrían los mismos apellidos míos, puesto que el primer apellido de ella era el mismo que yo tenía como primero. Cosas del destino, porque en una relación que tuve por 4 años, la chica con la que estaba, si hubiésemos tenido hijos, llevarían los mismos apellidos de mi padre. Lamentablemente nunca se concretó ninguno de los dos futuros.
Nunca he tenido una lesión grave, como fracturas, esguinces, o enfermedades típicas de pendejos, como paperas, o pestes de diferentes nombres, excepto la preste cristal, que ha sido lo único que me dio. No conozco las dolorosas consecuencias de una fractura por jugar a la pelota, o una herida demasiado terrible por la cual tuvieras que ir a un hospital. Lo único más grave que recuerdo, y que con los años se ha ido corrigiendo solo quizás con el mismos uso de teclado, es una torcedura fea que me hice en el meñique de una mano. Estábamos jugando a la pelota y corrí a marcar a un compañero, y me tropecé con el envión, y fui a incrustar la mano en la reja de fierro de un vecino, con la mala suerte de dejar aquel dedo fuera del rango donde estaban los otros, y atascarse en la reja mientras el resto de la mano pasaba sin problemas por el espacio entre los fierros. El dolor fue terrible, y aunque le sacá de chucha fue linda, el dolor del dedo y la mano fue lo peor. Después de unos minutos se me hinchó la mano como empanada, y así se mantuvo por varios días. Cuando se terminó la hinchazón, noté que al doblar los dedos de la mano hacia adentro, aquel dedo dejaba un pequeño espacio con el dedo anular, cosa que en la mano contraria no ocurre. Aún tengo ese, y a veces cuando hace mucho frío, rondando los -10ºC, me molesta ese dedo, la articulación más bien. Nunca dije en mi casa que aquello ocurrió, y tampoco fue para tanto la verdad.
Durante mi estadía en el colegio ocurrió el primer gran enamoramiento de mi vida, aunque aún sigo considerando que fue un amor de joven, con una mentalidad diferente y modo de ver la vida también diferente. Ella era muy linda, y con bastante buen físico, lo que era raro para esos tiempos sin pollos con hormonas, donde debías esperar hasta 3º Medio para tener una compañera medianamente rica o desarrollada. Aún recuerdo aquel día que salimos a caminar con otras parejas, y sus jeans en la etiqueta decían "parati". Yo en mi interior pensaba "y todo eso es mio??", cosas de pendejo. Y nunca supe si era la marca de los jeans o qué, ni idea. El cuento es que por ella estuve bastante baboso mucho tiempo. Y claro, como es la tónica entre los humanos, varios andaban rondando a aquella bella colegiala, pero por alguna extraña razón (y bendita razón), ella no les daba bola, pero a mi si. Jugábamos en los videojuegos en las máquinas arcades, algo no muy tradicional en las chicas de aquella época (ni hoy tampoco), y hacíamos buen equipo jugando al Air Buster, un juego de aviones. Muchos querían jugar con ella, pero no, sólo jugaba conmigo. Pero el juego más freak que jugaba, era el Wild Fang. Un juego donde los protas debian arrancar las cabezas de los enemigos, literalmente. Incluso yo me asombré de que jugara eso, y encima lo hacía bastante bien. Mucho tiempo después, la volví a ver un día de mi cumpleaños, en la micro. Conversamos y esperamos vernos de nuevo, algo que nunca más pasó.
Por regla general, cuando un hombre está solo, ninguna mujer le da pelota. Pero cuando llega a tener una relación, aparecen mil tipas detrás de él. Explicación? Imposibilidad femenina de contenerse ante un tipo comprometido, para demostrarse a si mismas que son mejores que las demás, más lindas, más bonitas, más deseables, y etc. etc. etc. Cuando tuve una relación más o menos importante, una chica un día me dijo que quería conversar conmigo pero en privado. Asentí y llegamos a una plaza y me dijo que aún ella sabiendo que yo tenía una relación, por alguna razón que no entendía, había soñado conmigo. Nada burdo ni sexual, pero un sueño al fin y al cabo. Las mujeres por lo general sueñan hueás de ese tono sólo con tipos que nunca tendrán, como actores o cantantes o qué se yo. Los hombres por lo general sueñan con sus amigas. Cosas de la genética. Posterior a esas conversaciones en aquella plaza, una amiga de ésta otra chica, me dijo que de no haber estado yo en una relación, y de no estar su amiga interesada en mi, ella también me hubiese echado los perros. Confieso que en aquel momento me sentí un actor de jolibud, pero también me preguntaba "qué chucha?". Convengamos en que no soy ni un actor ni un galán ni nada, y de que mis dones están ocultos, no a la vista. Entonces de cuando acá 2 chicas más jóvenes que yo, iban a declararme interés? La verdad nunca lo supe. El cuento es que para ser sincero, por un lado agradecía el que aquellas chicas se interesaban, y al mismo tiempo en cierta forma le pegaba a la perra por tener pareja y perderme esas dos chicuelas que estaban filete. Pero así es la vida, y ya estaba todo hecho, sólo a "sufrir".
Durante mis tiempos de estudiante superior, conocí a una chica en un curso de verano, linda, bajita, rubia, y muy simpática. Como estudiábamos juntos, y vivíamos más o menos cerca, a veces venía a mi casa a tomar once o a comer. Tenía una hija muy linda, y creo que para mi en aquel momento nunca fue un problema, pero para ella sí, ya que eso la amarraba inevitablemente con su ex, y probablemente eso le incomodaba, tanto por ella como por mi. En el lugar que estudiábamos todos sabían que nosotros teníamos onda, pero nunca llegamos a ser pareja oficial. Hacíamos muchas cosas juntos, pero aunque habían besos y abrazos, nunca formalizamos nada. Y asi como nunca tuvo nombre, nunca tuvo que dejar de tenerlo, y el tiempo se encargó de perder esa magia y esa conexión, especialmente cuando ella antes de fin de año dejó de estudiar, por razones que no recuerdo o que no supe.
Cuando más joven, casi niño aún, tuve cierta onda con una de las chicas que todos perseguían, y yo me sentía el puto amo del mundo. Qué idiotez. Creo que fue de las primeras "mujeres" a las que besé con más pasión que simples "besos de cabros chicos". Obviamente nunca fructificó nada, amores infantiles es poco lo lejos que pueden llegar, especialmente con las mujeres que en cuanto empiezan a madurar se ponen más hueonas y cambian sus gustos e ideales, y prefieren tener un séquito de giles detrás de ellas, que andar o estar con uno en específico, especialmente cuando son influenciadas por una amiga un poco mayor y que cacha más cosas.
Quién no hizo una "obra de teatro" en la escuela? Yo al menos si, y fue una experiencia bastante dispar en muchos aspectos. Claramente no eramos ningunos profesionales de la actuación, y además nos dedicábamos más a reírnos de nosotros mismos que de prepararla y ensayarla como corresponde. El tema que nos tocó, o elegimos, fue las drogas. Lo abordamos de una forma diferente, ya que lo hicimos desde la arista de la compra y la venta, más que por el consumo que era lo más simple. Aún así no salió como pensábamos. Primero porque no hubo un ensayo en serio de por medio, sino que más fue lo que tuvimos que improvisar, lo que le daba un sabor especial, al menos para nosotros, y segundo porque debíamos tener la precaución de no incurrir en los garabatos, algo muy complejo cuando intentabas reproducir el lenguaje y las costumbres de los drogos de la época. Yo al menos en lo personal cumplí con mi actuación, no para ganarme un Oscar, pero si para pasar, y los demás creo que igual, sobretodo teniendo en cuenta que no habíamos ensayado nada. El momento donde pensamos que habíamos perdido la nota, fue cuando uno de los compañeros lanzó un garabato en sus diálogos, y todos abrimos los ojos con expresión de asombro y la sensación de sacarnos mala nota. Sin embargo la profesora que nos evaluaba, nos reclamó al final de que pese a ser notoriamente una obra de improvisaciones, argumentó que no usamos casi nada del lenguaje coloquial de los drogos y su mundo. Nos emputecimos como era de esperar, y nuestro director (toda obra debe tener uno, incluso aquel circo que hicimos), le reclamó a la profe que debía ponerse de acuerdo en sus cosas, porque no quería garabatos, pero si nos jodió por no usarlos. Vieja de mierda, al final no obtuvimos mejor nota sólo por eso, pero fue un buen chiste el que montamos frente a todos.
Una de las personas femeninas más importantes durante mucho tiempo para mi, fue una prima mía. Intercambiamos muchas cosas, y siempre le he guardado un gran e incondicional cariño, pese a que los años han evitado que nos veamos o que mantuviéramos el contacto como antaño. Hace poco tiempo la vi, estuvo en mi casa, y sigue igual de linda que siempre. Fue importante porque sin saberlo fue una de las principales gestoras de mi amor por las letras, por los escritos, y por expresar os sentimientos a través de un lápiz y un papel. En aquellos tiempos de la prehistoria tecnológica, no habían emails, ni facebook, ni nada de eso, y la única manera de mantener contacto era por carta (algo que lamentablemente se ha perdido). Eso llevó a que tuviera miles y miles de letras escritas, así como acumular Kilómetros Lan Pass, lo que ayuda enormenente a la ortografía, y ha ayudado a desarrollar mi espíritu aventurero de las letras hasta el día de hoy.
Hace muchos años, para una navidad, me llegó de regalo un Transformer pero de los originales. En aquel tiempo, los originales se diferenciaban de las copias mulas porque su símbolo de bando era en una especie de papel holográfico, que cambiaba de color con la temperatura, pasando del negro al rojo o azul. Además eran hechos de metal y plástico, y eran como la serie de los 80. Hoy en día son más plásticos y son como las películas de Transformer. A mi me regalaron a Bombshell, uno de los Insecticons, el líder, de hecho. Creo que es una de las navidades que más recuerdo, porque recibí un regalo de moda, original, y bacán además. No es que en otras navidades no fuera así, pero quizás fueron otros tipos de regalos. Ese año todos querían uno, y no a todos les llegó, pero afortunadamente a mi si. Nunca fui de pedir cosas para navidad, excepto cuando era muy niño, pero después esperabas algo bacán y ya, más que pedirlo casi con exigencia. Aún tengo ese mono por alguna parte, claramente ya con partes menos, y con su holograma eternamente en negro, ya que perdió su capacidad de cambiar de color, pero existe, y es un remanente de aquellos tiempos y de aquellas navidades.
Por qué escribir sobre estas cosas? La verdad simplemente me nace, y nunca he renegado de mis vivencias y mis recuerdos, son lo que me hacen ser hoy en día.

REK.

lunes, 16 de abril de 2012

Cumulonimbus Incus


Los días nublados son geniales. Aquel aroma a humedad del aire es algo que despierta mucha sinápsis en mi cerebro, que comienza a trabajar a sobre marcha en miles de recuerdos simultáneos y asíncronos, de una vida distante y pasada hace eones.
De niño en mi casa no abundaba la plata, y tampoco es que ahora si abunde, sino que ahora hoy por hoy hay un mejor standard de vida en general. Cuando llovía, por ejemplo, había que ver la lluvia, sentirla, a través de la puerta, porque en los primeros años de aquella casa, las ventanas sólo eran un proyecto a futuro, y existían sendas planchas de madera, en lugar de vidrios. Hoy simplemente veo a través del cristal como llueve en el jardín, o simplemente no le presto importancia. Antaño era una odisea ver llover, más que sentir llover, pero le daba un toque muy especial, muy particular, que claramente hoy no tiene.
Una vez caminé por el Parque Forestal cuando comenzaba a llover, un día de otoño cualquiera. La compañía era agradable, y la conversación era interesante. Caminé mucho por aquellos caminos de gravilla rodeados de frondosos árboles, mientras las gotas de la lluvia caían en mi cabeza. No era una lluvia muy intensa, más bien era suave, pero mojaba bastante, y en caminar tanto, se notaba aún más.
Yo estaba en mi casa un día cualquiera, esperando a mi polola, con quien vivíamos, con el pan comprado y con la tetera a punto de hervir, para tomar once en aquel día nublado. Ella llegó como de costumbre, y en vez de sentarse a tomar el té conmigo, me dijo que lo nuestro se terminaba. Aún después de miles de años, no logro comprender el por qué, aunque ahora me es de lo menos importante, en aquel tiempo si me importó y nunca lo supe. C'est la vie.
Hacía muchos meses que se me había perdido un álbum de láminas de la serie Robotech. Lo había buscado en todas partes de mi pieza, inclusive fuera de ella, y todo fue inútil, no apareció por ninguna parte, por lo que lo dí perdido por meses. Lo lamenté mucho, ya que aunque no estaba completo, era mío, mi colección, y ya no estaba. Un día estando en la casa de los amigos que tenía en aquella época, los amigos que tenía hace años, encontré mi álbum, con mi nombre borrado con lápiz pasta encima, y con otro nombre escrito arriba, el nombre de mi amigo. Ese día fue de las primeras veces que aprendí que la amistad no existía, pese a que seguía fervientemente creyendo en ella. Por cierto, recuperé mi álbum.
Nada más entretenido en las épocas infantes, que dar fuertes pisotones al agua de las posas tras la lluvia, y salpicar agua para todos lados. Es una de las mayores satisfacciones de cuando éramos niños, sin duda. Ahora si lo haces con cierta técnica, poniendo el pie de lado y un poco inclinado, puedes lograr que el agua salte mayormente hacia el lado contrario y no de forma pareja, por lo que puedes causar más "daño" con el agua. Si logras mojarle los zapatos o pantalones, o piernas si es mina, a tus compañeros, eres un puto dios de las pozas invernales.
De chico fui bastante tímido, incluso hoy en día (aunque parezca inverosímil), me queda algo de aquella timidez pre-púber en la cual te ponías nervioso frente a la cabra chica que te gustaba, te sudaban las manos, y por lo general terminabas haciendo alguna estupidez esperando que la encontrara divertida. Creo que esa timidez va de la mano con la imposibilidad de entender a las mujeres, lo que lleva a que seas cauto y poco espontáneo en ciertas actitudes frente a ellas, ya que no tienes la más remota idea de cómo van a reaccionar ante lo que digas o hagas. De hecho, es bastante probable que reaccionen mal ante lo que hagas, sea lo que sea. Y no intentes probar otra cosa para ver otras reacciones, pues será la misma. Ya verás.
Era el final de la época colegial, y las posibilidades de seguir amistades después del final de clases eran bastante remotas en aquella época. En el último tiempo, había nacido una amistad y camaradería especial con una compañera, algo que en el último día de clases se manifestó como otra cosa, mucho más íntima y personal. Qué designios tenebrosos y malditos hicieron que pasara aquello? La verdad no lo se, y tampoco se qué hubiese pasado si aquel sentimiento se hubiese desarrollado más. Aún guardo mucho cariño por aquella compañera a quien he visto sólo un par de veces en mi vida fuera de aquellos tiempos escolares, pero aún me pregunto "qué hubiese pasado si...".
Cuando leo o escucho gente que quisiera cambiar cosas en sus pasados, recuerdo las veces en las que yo mismo me planteaba esas ideas, o esas inquietudes o deseos, y al mismo tiempo me doy cuenta del gran error que eso significa. El tema es simple, no puedes cambiar nada, porque lo que cambies cambiará tu presente actual, y probablemente no serás el mismo. Es complejo analizar que incluso mínimos cambios pueden generar enormes cambios en las líneas temporales de las personas, y no sólo grandes o importantes eventos, como pudiésemos llegar a pensar. Sea lo que sea que hayas hecho, es lo que te hace ser hoy quien eres, y es lo que a fin de cuentas vale. Igual quizás cambiaría algunas mínimas cosas, pero quizás sea mejor que no, y dejar todo como está. Soy quien soy, gracias a eso.
Contemplando las estrellas de noche en el cielo, y pensando en la vastedad del universo e el que estamos inmersos, me pregunté algo tan simple y a la vez inútil desde cierto punto de vista, si las personas comunes de éste planeta sabían que lo que ellas llaman las estrellas "las Tres Marías", en realidad se llaman Alnilam, Alnitak y Mintaka, y que corresponden al Cinturón de Orión, en la constelación del mismo nombre. Probablemente poca gente sabría. Y sería importante? Cuánta gente hay en el mundo, que nombra las cosas sin siquiera saber realmente si se llaman así, o por qué se llaman así? No todos tienen las ganas de andar averiguando, claramente, o no les interesa en lo absoluto. Pero yo se, y eso debería significar algo, supongo. Qué? No se. Pero algo es.
Un fin de año en el colegio, pagué una apuesta realizada a principios del mismo. No es que perdiera, fue más bien un empate, y ambos con mi compañero debíamos pagar. Sin embargo, sólo lo hice yo, probablemente el miedo invadió a mi compañero y no cumplió con lo pactado. O yo no tuve reparo en medir las consecuencias que podrían haber conllevado ese pago de la apuesta? Sea como sea, lo hice. No recuerdo muy bien el contenido de la apuesta en si, y menos el motivo por el cual la apuesta fue decretada empate, pero si recuerdo lo que hice. En un momento en que había mucho alboroto en la sala, y en general en todas las salas, lancé una de las sillas en contra de las ventanas con mucha fuerza. Creo que no hubiese pasado nada, si el vidrio hubiese estado justo en la trayectoria de la silla volando hacia el patio o "inter-patio" de la sala. El tema es que el vidrio se hizo mierda con un estruendo del que todos enmudecieron y me miraron con cara de extrañados o sorprendidos. Pero esa era la apuesta, romper un vidrio con la silla. Y apuestas son apuestas.
Una mujer una vez me sorprendió. Nos juntamos después de habernos conocido en extrañas circunstancias y tras las cuales nos aborrecíamos y odiábamos. Ya habíamos aclarado algunos puntos de nuestro primer y fatal encuentro en aquel local con los demás amigos, donde ambos nos caímos como patá en la guata, e incluso había más que onda entre nosotros. Aquella vez nos juntamos, asumiendo yo que íbamos a conversar o a caminar por algún parque desconocido como siempre hacíamos, pero cuando nos vimos, después de los saludos, hizo parar un taxi y le dijo al chofer: "llévenos a un motel bueno pero no tan caro". Yo quedé con cara de sorprendido, obviamente. Pero después quedé con cara de felicidad.
Esa vez la pelota cayó irremediablemente en la frondosa copa de aquel árbol, y no pudimos recuperarla. Eso nos hizo recordar un capítulo de Charlie Brown donde existía un árbol que se "comía" los volantines (cometas en el dibujo animado), por lo que decidimos muy acertadamente llamar a aquel árbol, el Árbol Come Pelotas. No podíamos evitarlo, estaba plantado justo en medio de lo que nosotros siempre ocupábamos de cancha, lo que era un inconveniente extra en todo sentido durante el juego, además de un problema insoluble para nosotros. Muchas pelotas se comió aquel árbol, aunque ahora que yo crecí, no lo veo tan grande como en aquellos tiempos
Me encantan los días nublados, hacen que mi cerebro trabaje mejor, aunque den ganas de tirarse en la cama a pensar y recordar.

REK.