IV
Reencuentro
Reencuentro
Había vuelto a casa con las compras, y ordenaba las cosas en las estanterías dedicadas a ellas, escuchando algo de música mientras esperaba el regreso de ella.
Sin embargo, mucho antes de lo que esperaba sonó la puerta de la calle. Le extrañó, no era momento en que regresara ella aún, asi que teniendo claro que era otra persona, se decidió a mirar primero por la orilla de la ventana, tratando de no ser descubierto. Afuera habían dos hombres bastante arreglados, con cara de pocos amigos, pero vio en sus chaquetas los emblemas de la Policía Civil, lo que al menos de momento lo alivió, pero también lo preocupó en otro sentido. Qué iba a hacer? Técnicamente era un indocumentado que no podría ni siquiera justificar su existencia, cómo explicar a la policía tal cosa? Debatió unos segundos consigo mismo, y prefirió no salir a ver qué pasaba. Los policías insistieron reiteradas veces, y al no obtener respuesta se marcharon en un vehículo negro con balizas de colores azul y roja. Se quedó meditando varios minutos sobre el propósito que había llevado a la policía hasta la casa de ella. Sabrían que él estaba allí, sabiendo que en realidad él estaba bajo tierra? Y si... Y sí le había pasado algo a ella? En ese momento se sobresaltó, y se arrepintió de no haber salido a abrir la puerta, pero en realidad hubiese tenido que dar explicaciones imposibles de entender. Entonces cómo saber que ella estaba bien? Sólo quedaba ir al lugar donde ella iba a encontrarse con su amigo, a ver si estaba bien. Cogió una gabardina negra y cerró la puerta, corriendo raudo por las mojadas veredas, mientras se ponía la gabardina bajo la lluvia.
Corrió lo más rápido que pudo, a ver si podía llegar antes de que se fueran a otro lado, ya que había pasado bastante rato desde que ella había salido. De pronto llegando a una de las esquinas vio un pequeño grupo de gente, y las luces de las balizas indicaban la presencia policial o de los vehículos de emergencia. Se le hizo un nudo en la boca del estómago, pero trató de conservar la calma y se acercó a la poca gente que había. Sea lo que sea que había pasado, ya era noticia vieja, pues sólo estaban los policías tomando medidas y anotando cosas, aunque claramente todo había sido muy reciente. Vio un vehículo estrellado en un árbol y al fin respiró más tranquilo. Sólo se trataba de eso, nada que ver con ella en realidad. Lamentó de igual forma el accidente, por la persona que iba conduciendo que fuera quien fuera ojalá se encontrara bien. Se apartó de la gente para seguir su camino cuando escuchó un comentario de una de las tantas viejas copuchentas allí apostadas aún mirando:
- Pobre chica, ojalá esté bien, pero iba tan mal, fíjate.
- Sí, yo vi cuando pasó, estaba esperando la luz. Fue terrible, no quiero ni recordarlo – respondió otra.
En ese momento volvió el pánico a su mente y a su estómago. Se acercó y preguntó qué había pasado. Lo que le dijeron lo dejó estupefacto, y peor cuando pidió que le describieran a la joven. Era ella, sin duda, y había tenido un grave accidente. Evitó a la policía con preguntas, y siguió rápidamente hacia el centro médico de donde era el vehículo de emergencia. Por el camino pensó miles de cosas, y se le vinieron a la mente todos los recuerdos de las cosas que hasta ahora había vivido con ella.
Ni bien llegó al centro médico, entró inmediatamente a preguntar por ella, y aunque le preguntaron muchas veces el tipo de parentesco y lo evitó siempre, al final le dijeron la verdad sólo en vista de las insistencias. Fue como si una bomba le explotara en el pecho, una angustia extrema se apoderó de su ser, y las lágrimas le salieron casi sin quererlo. Qué tipo de broma macabra estaba jugando el destino con él? Por qué moría la única persona con la cual podía vivir aquella miserable vida en otro mundo u otra realidad o lo que mierda fuera? Sin ser familiar o sin poder comprobar quién era, le fue imposible entrar siquiera a verla ni nada, por lo que se tuvo que alejar llorando bajo la lluvia con un sentimiento de pena y odio por la injusticia que el mundo había hecho. Su pena sólo era comparable al gran vacío que sentía en su corazón y en su alma, el que claramente no podía ser llenado con nada y menos en aquellos momentos donde una inmensa y pesada soledad se le estaba poniendo encima de los hombros. La mujer que amaba ya no estaba, no existía, y ahora qué iba a ser de él? Su realidad y su vida tampoco existían, y ciertamente la vida con ella ya tampoco existía, y aunque le apenaba y se garabateaba solo por pensar esas cosas en aquel momento de dolor, tenía claro que ni siquiera podría seguir en aquella casa que era de ella, y que su vida en ese mundo miserable y dañino, no podría ser nunca igual.
Por la noche hizo una simbólica cena para dos, con la mesa con mantel negro y velas del mismo color, y comió en soledad en una especie de homenaje a aquella maravillosa mujer que lo apoyó y amó sin preguntar más de lo debido y sin reparar en el hecho de que él no era él, si aquello podía entenderse. Silenciosamente alzó su copa al cielo, y diciendo “te amo”, bebió de aquel vino que pese a ser de una buena cepa, sólo sabía a amargura. Sería su última noche en aquella casa, no podía quedarse más, e incluso el quedarse esa noche era un riesgo que estaba corriendo. Pero no le importaba nada, sólo disfrutar aquella última noche con sus recuerdos y con las cosas que eran de ella, la casa que los acogió durante mucho tiempo, y donde él aprendió a amarla y a conocerla, y también acostumbrarse a su nueva vida. Ordenó las cosas luego de comer, guardó todo y se fue a dormir solo por primera vez desde hacía meses, y aquella soledad sólo le traía recuerdos que ahora eran dolorosos por no tener a su lado a quien amaba.
A la mañana siguiente sacó las pocas cosas que tenía en aquella casa, y se fue rápidamente de ahí, temiendo que llegara alguien de los familiares de ella o de sus amistades. Se fue a un hotel, dónde se quedaría por mientras encontraba un sitio donde arrendar para después buscar trabajo. Después salió de allí e hizo unas averiguaciones tratando de no dar muchos datos, para no levantar sospechas. Consiguió el nombre de quien había sido el responsable de la muerte de su amor, de su compañía, literalmente de su todo, y sabía en qué centro hospitalario estaba, y pretendía hacerle una visita, ya que sabía que las lesiones de aquel no habían sido como las heridas mortales de ella, y se recuperaba satisfactoriamente.
Permaneció en aquel hotel hasta el día del funeral de ella, información que se consiguió haciéndolas de espía nuevamente, y siguiendo secretamente a gente que podría tener los datos, especialmente familiares de ella. Así obtuvo el día y la hora, y el lugar. Sintió algo extraño cuando supo que ella quedaría junto a su tumba, es decir la de él.
El día del funeral fue un día lluvioso y bastante frío. Después de las emociones y de las palabras, la gente se retiró y él se acercó a decir unas últimas palabras, luego de lo cual abandonó el lugar llorando bajo la copiosa lluvia de aquel horrible invierno. Por la noche llegó al hotel y se acostó, cansado y apesadumbrado. Se durmió con los ojos con lágrimas, con recuerdos en su mente, pero sintiendo de pronto una quietud que no sentía ya no recordaba desde cuando.
Por la mañana despertó tarde, el sol entraba por la ventana a raudales, y sintió incluso algo de calor. No alcanzó a abrir ni los ojos cuando una voz femenina le gritó desde la puerta:
- Y a qué hora piensa levantarse el rey de los flojos?
Aquella voz no la escuchaba hacía mucho, mucho tiempo, incluso apenas la reconoció. Abrió los ojos refregándolos aún de sueño, y su impacto fue mayúsculo al ver la delgada figura de su madre en la puerta de su pieza, sí, SU pieza!
- Mamá?? – fue lo único que le salió de la boca, sin siquiera haberlo pensado o analizado.
- Quién más? Un muerto, un fantasma? - replicó ella entre sonrisas
- Qué pasó? Qué hago aquí?
- Acá vives hace mucho, o ya lo olvidaste? Seguro te fuiste de farra anoche con Hee y tus amigos y has olvidado hasta quien eres, mira la hora que es! – y diciendo esto cerró la puerta y se fue a otro lado de la casa.
Aún medio dormido, no paraba de estar emocionado pero a la vez extrañado. Realmente estaba en su casa? Al parecer sí, y aquella claramente había sido su madre despertándolo a gritos como casi todos los fines de semana que dormía hasta tarde. Miró a su alrededor y en efecto aquella pieza lucía como la suya, como su tan añorada cama con su cuerpo marcado en el colchón, con su cojín con diseño de automóvil, sus paredes tapizadas con imágenes de diversa índole, sus muebles y sus adornos, incluso los vehículos de colección a escala encima de su escritorio. Qué había pasado? Había vuelto a su mundo, a su vida? Era aquello siquiera posible? Pero si había estado viviendo una vida diferente, era perfectamente posible que volviera, de alguna forma misteriosa tal como se fue, a su vida normal. Excepto de que todo se tratara de un mal sueño y simplemente despertó de él. Cómo diferenciar entonces ahora las cosas? Le era imposible, y se quedó varios minutos intentando buscar una respuesta a aquel enigma. Revisó su reloj que estaba encima de su escritorio, era domingo, más de las 11 de la mañana. Hizo memoria y su última noche donde recuerda que estuvo en su casa, había sido el sábado, por ende cuadraba todo, lo que le daba la idea de que había sido solamente un mal sueño, aunque extrañamente demasiado real. Terminó por decidirse y se levantó, transitó por su casa antes de ir a ducharse, vio a su familia, y aunque no les dijo nada, su emoción fue muy grande, y antes de soltar unas lágrimas acusadoras, se fue al baño para ducharse. Después de ordenarse y abrazar a su familia, lo que descolocó a cada uno de los miembros y asumieron que estaba ebrio o loco, salió raudo para encontrar a la única persona que quería ver en aquel momento, y que por aquel extraño sueño (estaba asumiendo que era un sueño), extrañaba como a nadie más en la vida.
Ella se había levantado temprano, y estaba afuera de su casa ordenando un poco las flores del jardín en aquel soleado día primaveral. Estaba afanada en ello cuando a lo lejos por entre las plantas y la reja vio la silueta de él, y le extrañó que viniera en aquella mañana de domingo, pues sabía que los domingos él se dedicaba a otras cosas y no a hacerle visitas a ella. Se puso de pie, limpió un poco sus ropas que tenían ramitas y hojas encima, y fue a abrir la puerta de la reja que aún permanecía con llave. Al hacerlo, esperó con una sonrisa a que él llegara, y le hizo señas con la mano saludándolo a la distancia. Él echó a correr y llegó donde ella, y la abrazó de una forma muy inusual, pero su sorpresa fue mayor cuando él la tomó de la cintura y la besó en los labios. Ella quedó petrificada, sin saber qué hacer, no tanto por la sorpresa del hecho, sino porque parte de ella no quería que aquello terminara.
- Hee, mi amor!! – Exclamó él.
- Y... Yll, qué te pasa? – dijo ella aun perpleja.
- Lo siento, no me alejaré más de ti, te lo prometo.
- De qué hablas, Yll? Ya me estás asustando.
- Disculpa – dijo él separándose de ella-, me dejé llevar por un impulso loco... No debí.
- No, tranquilo. Sólo que no entiendo a qué vino todo eso.
- Después te lo explicaré, ahora vamos, quiero salir de acá – dijo él, tomándola de la mano.
- Bien, pero deja cerrar la casa. Espérame acá – dijo ella.
Ella se fue a cerrar las puertas y ventanas de su casa, extrañada por la actitud de su amigo. Sin embargo, en su interior estaba comenzando un debate entre sus propios sentimientos y su razón, ya que no le desagradaba el tema del beso, y de hecho sentía cosas por él desde hacía mucho tiempo, pero la realidad es que hasta ahora nunca habían sido más que amigos, y no entendía el porqué de aquella reacción. Pero le agradaba la idea de salir, en especial un domingo en la mañana con él, pero mayoritariamente para ver qué iba a explicarle él por lo que había hecho. Terminó de cerrar y salió a la reja, donde él ,a esperaba claramente impaciente. Cerró la puerta y comenzaron a caminar en silencio.
Él sólo sentía alegría de estar con ella, y mientras caminaban le tomó cariñosamente la mano. Ella lo miró y sonrió, y no le apartó la mano. No conversaron mucho por el camino, pero qué más daba? Ya habría tiempo de conversar. Además él debía primero ordenar las cosas en su cabeza, como para contar aquel sueño, o aventura increíble en sueños, que no se iba de su mente. Sin embargo, estaba disfrutando de su compañía, de la compañía de quien amaba o soñó amar, y eso bastaba.
Se alejaron caminando tomados de las manos, por aquella calle de frondosos árboles que proporcionaban sombra y frescura a aquel ya caluroso domingo de primavera, hacia un incierto pero diferente futuro.
Epílogo
Dos hombres estaban en un bar restaurant en una noche cualquiera, sentados frente a frente. Uno de ellos, llevándose el vaso a la boca antes de beber dijo:
- Y por qué me has contado todas éstas cosas? Qué tengo yo que ver? Y por cierto, por qué me buscaste?
- Tienes mucho que ver, aunque de forma indirecta. Te lo conté porque necesitaba que entendieras – respondió el otro, agitando un poco su vaso revolviendo su contenido.
- Entender qué? Sólo he escuchado una historia estúpida de un tipo que soñó no se qué mierdas.
- No pusiste atención.
- Claro, puse bastante atención. Aparte de mirarle el culo a la camarera, escuché tu falsa historia de un tipo que probablemente se drogó y soñó que tenía una mujer y que esa mujer moría en un accidente y que...
- Tú conducías – interrumpió el otro.
- Qué? Yo qué?... Por favor, que tu o tu historia sean cosas dignas de un psicólogo no significa que me metas a mi en esto.
- Tú conducías, tú la mataste. Tus datos de dónde crees que los saqué para ubicarte?
- Estás demente! – dijo y se puso de pie para retirarse.
- Tranquilo, siéntate. Siendo honesto, te busqué para de alguna forma ajusticiarte, no sé. Pero mientras te contaba la historia, me daba cuenta de lo estúpida que era la idea, pues técnicamente no has hecho nada. Aunque en algún lugar de mi ser siento odio por ti.
- Realmente estás loco, hazte ver.
- Ve en paz, sólo quería que supieras una historia, y el motivo por el cual aunque quisiera anteriormente, no hice nada en tu contra. Y una cosas más, maneja con cuidado bajo la lluvia.
- Ni se quién eres, no me des consejos, estás enfermo! – dijo el hombre y se puso de pie, retirándose del local.
El otro personaje se quedó en silencio unos momentos, y se bebió lo que quedaba de su vaso con tranquilidad. Pagó la cuenta y se puso de pie para salir. De pronto miró hacia un extremo de aquel local, y se encontró con la mirada de una chica de negras vestimentas y alborotado cabello negro, de piel algo pálida, en una de las mesas. Extrañamente le pareció familiar, como si antes la hubiese visto, pero estaba seguro que no la conocía. Ella le hizo un guiño con el ojo, como si aprobara lo que había hecho, más que si le estuviera coqueteando, al tiempo que bebía del contenido de su taza. Él sólo le correspondió la sonrisa y abandonó aquel lugar, sientiendo un tremendo alivio en su interior.
FIN.
REK.